14 julio 2011

Levantando cátedra: J en la UCA

Sr. Chinarro, Presidente; lo dice su disco. Francisco Nixon, presidente también, esta vez por motivos obvios. Russian Red, presidente(a) también, claro, la alternativa de los alternativos. Y Nacho Vegas, presidente por supuesto, que por lo que parece sabe muchísimo de todo; sobre todo tendríamos una vida tranquila a salvo de cabrones e ignorantes. Cada uno pondría a su favorito; al que más admira, al que más veces trata de emular, al que sigue de manera cotidiana. Por suerte, no podemos.

¿Por suerte? Pues sí. Porque prefiero a Rubalcaba, Rajoy, Rosa Díez, Durán i Lleida... a cualquiera antes que a ellos. Miren qué ocurre: Si eligiéramos al presidente del mundo de la música alternativa, probablemente J sería el candidato más votado. Si esos resultados se extrapolaran a la vida real, nos encontraríamos en un verdadero aprieto.

Porque bien J no sabe trasladar a la oratoria lo que dice que cuentan las historias de sus canciones, o bien sus estudios de Sociología le sirvieron para muy poquito. Cabe otra posibilidad, no obstante. Se resume en una ecuación: Universidad de Granada + Sociología. Y me explico: Hace poco, un relevante personaje de la cultura me comentaba que, durante los 70, en la carrera de Historia del Arte que se estudiaba en Granada, no se veía ni una imagen. La Belleza y la totalidad de las artes plásticas se consideraban reaccionarias, así que los profesores se perdían en discursos marxistas; o trotskistas; o leninistas; o stalinistas... No sé... nunca me han preocupado demasiado los matices existentes entre unos -ismos que, tarde o temprano, acaban revelando su dependencia del tronco común del totalitarISMO.

No se puede afirmar que se notara incómodo al granadino fuera de su hábitat natural; antes al contrario, su exceso de relajación condujo el coloquio a un terreno donde el discurso imperante optó por despreciar el rigor para flaquear desde bien temprano por sus altas dosis de infantilismo, demagogia y la continua trabazón en contradicciones intolerables.

Más bien, se diría que la madurez ha llevado al músico a un estado donde se niega a aceptar que las soluciones propuestas -cercanas a veces a los Socialismos Utópicos que tanta ternura causaron en mi alma de púber- no son factibles. Desde el indisimulado desdén hacia el copyleft, sistema, por otra parte, que por la propia naturaleza del ser humano tiene pocos visos de encontrar la proyección que quieren ver en él un buen número de bienintencionadas almas, hasta la trivial defensa de las drogas a través de un inopinado ataque a la industria farmacéutica.

Uno también duda cuando J propone soluciones que no ayudan demasiado a resolver nada. "
Los autores deberían renunciar a los derechos de autor; así -vino a decir- se produciría un efecto dominó y todo el mundo renunciaría a la propiedad, que es el verdadero mal". ¿Estaría bien que los artistas declinaran percibir cantidad alguna por sus creaciones? No estoy seguro, miren, no sé si lo encuentro justo. ¿Sería ello tomado por el resto de la sociedad como referente para dejar de percibir retribuciones por su trabajo? Ni por asomo. El público, al menos en nuestro país, desprecia tanto los derechos de autor como el arte y la cultura. "¿Ahora es gratis? ¡Es que siempre debió de serlo! Pero ¿qué se habrán creído éstos???". ¿Lo digo? No va a ocurrir. Que lo digan Pony Bravo... pues mira, vale, bien... pero J... J...

De una manera igualmente deslavazada y poco rigurosa, afirmaba que los músicos de pop no pueden aventurarse a la composición de letras demasiado críticas con el sistema, metiendo en la misma batidora argumental a Ramones, Clash y Sex Pistols. "
No los dejaron seguir". ¡Dioses! ¿No sería más bien que lo de Sid Vicious no daba más de sí? ¿Y resulta comparable desde el punto de vista del discurso el punk-pop de Ramones con el de Sex Pistols? La guinda vino dada porque, según J, años (???) más tarde Joy Division lo intentaban de otra manera mucho más sutil, lo que llevó, siempre siguiendo su teoría, al suicidio a Ian Curtis por no querer asimilar las contradicciones entre el sistema y su arte.

Como uno da por sentado que J conoce el hecho de que las fechas donde los grupos mencionados desarrollan sus carreras son contiguas, o hasta simultáneas según los casos, así como que Ian Curtis vivía atormentado más bien por el amor que por despreciar su condición de gris funcionario de oficina de empleo y votante
tory, pues se tiende a pensar que lo que el líder de Los Planetas hace es, por decirlo suavemente, arrimar el ascua a su sardina. Lo malo es que decir que los Sex Pistols y los Clash fueron censurados e invitados a disolverse es, aparte de una exageración, una manipulación histórica. O será que yo no tengo noticias del hecho. ¿Lo fueron? Lo pregunto inocentemente. Primera noticia.

Y es una pena, porque a mí, y supongo que a muchos de los demás asistentes, me hubiera bastado la explicación lógica de que todo es evolución, que a la gente no le gusta que le lancen letras e ideas a la cara, que para eso está el hip-hop; que por eso -ahí, de acuerdo- The Smiths lo hicieron de otra manera; que por eso Pulp lo hizo de otra manera; que por eso Los Planetas lo hicieron y lo hacen de otra manera donde, incluso, se permiten el lujo de reírse -con muchos motivos, por cierto- de la vieja forma de hacer: "
políticos y banqueros tiemblan; vuelve la canción protesta".

¡Ah! ¡Con lo que se iluminaba el rostro del músico hablando de las sesiones de grabación de "El Fuego Amigo"...! O contando cómo logró salir del callejón sin salida creativo gracias al impulso y confianza de un Enrique Morente cuyo genio aprovechó para ensalzar cada vez que tuvo la oportunidad... O cuando señalaba, con la misma actitud que un niño de siete años -para bien- el iPad como el futuro, jugando con él como si fuera una Game Boy. Música, al fin y al cabo.

No es de recibo recurrir al viejo tópico de zapatero a tus zapatos. Al contrario, creo que los creadores están obligados a traducir a nuestro lenguaje de sujeto y predicado la visión del mundo que cada día filtra su sensibilidad, y por eso agradezco a la UCA la oportunidad que han ofrecido de acercarnos a ellos a través del innovador programa de las sesiones de autor. Pero no puedo evitar alegrarme de no ser adolescente y de que esta charla tan absolutamente falta de rigor y credibilidad me haya cogido mayor; tanto como para soñar continuarla con su protagonista, intercambiando fuego cruzado entre infinitas cañas.

P.D. A estas horas me ha llegado un mail del sello de Los Planetas, "El Ejército Rojo". Resulta que mañana estará disponible la segunda entrega de la edición en vinilo de sus discos. Me hubiera gustado que J me despejara ciertas dudas sobre una iniciativa que me parece propia de las peores prácticas de las multinacionales:
1. La edición es limitadísima: 500 ejemplares por título.
2. Los precios de los discos son de abrigo: Entre 21 € y 26 € por un doble que ni tan siquiera ofrece una carpeta desplegable. Ni letras, ni libretos, ni historias ocultas de las grabaciones. Nada. Sólo un discutible nuevo diseño.
3.
Y esto ya por rizar el rizo: Lo que se ahorran en distribución lo pagamos los fans vía Halcourier, una empresa de transporte privado. Si fuera Correos me importaría menos. Más que nada, por aquello de la coherencia.

P.D. 2: Y no pretendía despellejar a J. Detesto a esos fans de Los Planetas que se dedican el 90% del tiempo a rajar de Los Planetas. De hecho, me cayó muy simpático y me pareció muy buen tío. Si no, no habría aguantado hasta el final.

(*) La foto está robada de este artículo del Diario de Cádiz por Pablo Bernardo Caveda

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