14 junio 2014

La furia de la caverna

Debo ser un cascarrabias. En twitter hay gente que celebra el falso concierto de La Costa Brava esta noche en Zaragoza. Me deja de piedra. Hay cosas que fueron y ya no son. La puta y constante ilusión romántica que persigue y perseguirá a esta generación a la que pertenezco es tan sólida que hace tiempo que ascendió de ilusión a principio. Y los principios, salvo que se sea Groucho Marx, son difíciles de cambiar. Aunque los ejemplos de la filiación de nuestra mente al platonismo son cotidianos, la turba no siempre se apunta a la persecución de un ideal. En realidad, lo que ha sucedido, de toda la vida de Dios, es que la turba se apunta a la destrucción, y para ello se utilizan espuriamente referentes; referentes como unas elecciones municipales de un 12 de abril cualquiera que, se supone, trajeron a un país de gente trabajadora y honrada prosperidad, libertad y bienestar; así fue, según el pensamiento romántico. Pero, como digo, no siempre la enferma mente española se rige por él. Lo que verdaderamente motiva y estimula a las legiones de demagogos y a la gentuza que asola nuestra vida cotidiana es la ofensa y el desprecio. Como decía Fernando Fernán-Gómez, y como recuerda siempre Elvira Lindo, no es la envidia. Ojalá fuera la envidia. La envidia posee un componente de emulación del que carece la mayor parte de la opinión pública española. No, no es la envidia. No es de envidiosos despreciar a Casillas porque es feliz con Sara Carbonero y su reciente paternidad. No es de envidiosos utilizar el mismo razonamiento para echar mierda sobre Sergio Ramos o Piqué. No. Es de pobres de espíritu y desmemoriados. Dando por hecho que España vencerá en los dos próximos partidos y que Holanda ganará el siguiente, España se apunta a la teoría de la conspiración que acude a un arreglo entre los naranjas y Chile. España olvida que los luteranos van a lo suyo. Creciendo individualmente, sin importar lo que haga el vecino. Antes de nada, por si acaso, nos apresuramos a escribir una teoría de la conspiración, olvidando que hace dos años pudo haber un arreglo en la Euro para dejar a Italia fuera de ella... Lo peor es que la porquería, en forma de acercamiento de ascua a la sardina - ese sobrevaloradísimo llevar razón- de ataque al disidente, disienta por donde disienta, se ha visto en las portadas de casi todos los periódicos y también en las mentes lúcidas y preclaras de JotDown y similar. Es desesperante porque nada sirve ni servirá; ni el ejemplo de este equipo, ni la deportividad de Nadal, ni la denostada caballerosidad de Guardiola. Nada. A todo se le busca la vuelta. Todos son sospechosos de trileros, de falsos, de mojigatos. El único que tiene la sartén por el mango es el huraño profesional, el demagogo, el que alardea de ser un desconfiado. Suyo es el futuro. Se lo regalo.