15 enero 2006

Listas y listillos

Todos los años sucede lo mismo. Aparecen las listas con lo mejor del año. Y con ellas, los incomprensibles enfados y las frustraciones de muchos.

Pero hay que reconocer que, a veces, realmente uno tiene la sensación de que el cuerpo de críticos del país le vacila. Recuerdo con estupor cómo el “Aserejé” de las Ketchup ocupó el número 2 en la lista elaborada por Rockdelux para 2002. Y puedo entender perfectamente, sin compartirlo, el criterio que encumbró al hit de Queco al podio de la controvertida publicación independiente, pero eso no mitiga un ápice mi sorpresa. Sobre todo porque colocar en el número 2 una determinada canción implica, por definición, que sólo existió una mejor que ella. Esto, que es una perogrullada, cobra importancia cuando, como aquel año, por debajo de las Ketchup quedaron nombres como Los Planetas, Señor Chinarro o Carrots.

¿Cómo sabe la gente cuando un grupo es independiente o no lo es? Bueno, porque lo dicen las revistas independientes, claro... Otra perogrullada, esta vez salida de la lúcida cabeza de Fran Fernández. De vez en cuando, no está mal recordar evidencias como ésta. Más ahora.

En el número de enero de RDL, M.I.A., como era de esperar, ocupa el primer puesto en la lista de álbumes internacionales. A mí, personalmente, su música me parece de una petardez insoportable, aunque no he oído todo lo que debería, pero bueno... no creo que vaya a iluminar mucho mi camino. Bajo esta premisa, me da igual que reivindique algo tan abominable como el reggaeton, puesto que, si no me interesa su trabajo, menos aún sus aficiones e influencias. Lo que me parece alarmante es que, no sé bajo qué coartadas, percibo en RDL una cierta condescendencia ante el reggaeton a raíz de la entrevista a M.I.A del número de octubre. Incluso se insinúa un cierto paralelismo con la eclosión del Rock’n’Roll, en tanto en cuanto, cuando ésta se produjo, fue tachada también por un sector distinguido de público y crítica como una manifestación musical vulgar, grosera y para público poco exigente. Por favor...

Ser pieza clave en la consagración de un artista o grupo es la mayor fantasía sexual de un periodista musical. Imagínense llegar a hacer lo mismo con un movimiento completo, con el reggaeton. ¿Está RDL abonando el camino para convertir este estilo en el fenómeno cool de la segunda mitad de la década? No lo creo, sinceramente. Quiero pensar que lo que hacen es considerar la posibilidad de que haya algo dentro de ese mundo que pueda merecer la pena, lo cual me parece digno de admiración.

De todos modos, si por algo se caracteriza la publicación es por la variedad en las opiniones de sus diferentes colaboradores.

En noviembre, Juan Manuel Freire hablaba maravillas del segundo álbum de Franz Ferdinand.

En diciembre, Santi Carrillo (director) desmenuzaba el mismo trabajo tema a tema y, esta vez, no salían tan bien parados. Se hacía una pregunta que, otra vez, me alarmó: “¿Un quinto disco? No, gracias”. Pero, ¿quién está hablando de un quinto disco? ¡Si estamos ante el segundo! ¡Qué manera de proyectar hacia el futuro! Vamos a ver, ¿nos gusta el segundo disco, éste que forma parte de nuestro presente? ¿No? Muy bien. ¿Sí? Mejor aún, disfrutamos de más cosas.

Me permito utilizar de nuevo una frase de Fran Fernández: “Criterio” viene de una palabra que significa “vara de medir”. ¿Y para qué querría alguien una vara si no es para darle en la cabeza a alguien con ella?”.

Parece, no obstante, que la opinión del jefe ha prevalecido, ya que, en la lista con lo mejor del año, FF se han hundido. You could have it so much better... no aparece como uno de los sesenta (!) mejores discos del año. Me parece un castigo excesivo que parece sospechosamente derivado del paso al mainstream por parte de los cuatro de Glasgow. Y eso que el éxito de FF no ha venido dado por una planificación minuciosa como ha sucedido con otros ex indies...

En fin, que es tiempo de listas, y de ellas se extraen muchas conclusiones. Fomentan el debate, la conversación musical, y también el pique entre amigos, como un lunes por la mañana después de la jornada de fútbol. Y además, sirven para conocer a grupos de los que uno no había oído hablar en su vida. Así que, ¿por qué no disfrutar con ellas en lugar de enfadarse?

Isaac Lobatón