24 enero 2006

...y realidad de oro

A finales de septiembre, TVE iniciaba la emisión de una serie antológica que recogía lo más destacado de La edad de oro. "¿De verdad nos imaginamos algo así hoy en día?". Era la pregunta que nos hacíamos entonces, añorando otro tiempo, otras maneras de hacer televisión. Además, la cuestión daba lugar a otra que no nos hacíamos en voz alta porque, en general, nos gusta apreciar lo que hay, más que anhelar lo inexistente: “Ya que reponen La edad de oro, ¿por qué no hacer una edad de oro con contenidos del bello presente que nos rodea?”. ¿Conformismo? No. No es que hubiera perdido la fe en la posibilidad de que la televisión pudiera ofrecer un espacio musical serio, es que ya no contaba siquiera con la consciencia de que ello pudiera darse.

Pues bien, se diría que la reposición del histórico programa de Paloma Chamorro no era más que un aperitivo de lujo destinado a prepararnos para ese elemento audiovisual de cuya existencia ya no éramos conscientes.

El lunes comenzaron las emisiones de iPop. Los oyentes de Diario Pop conocíamos el proyecto desde principios de diciembre más o menos, y lo esperábamos, esta vez sí, con fe.

Primera imagen (¿) para la historia (?): Cycle; extracto de confusión!!!, sin lugar a dudas el grupo revelación del año, la apuesta más sorprendente del pop español en 2005. En los siguientes minutos, Los Planetas en su Refugio Antiaéreo, explicando la adaptación del compás flamenco que van a hacer en su próximo disco, a mediados de este año par, como corresponde. Amaral, a los que, gusten o no, hay que reconocer una cierta elegancia en la factura del pop comercial que llevan a lo más alto de las listas mainstream. Complementariamente, un bloque de noticias cortas y una agenda de conciertos... Dios mío... estas cosas eran tan normales hace unos años... Y al día siguiente, Franz Ferdinand, Goldprapp, Seine, y dos reportajes, uno sobre el Hip-Hop, y otro sobre moda, con la madrileña calle de Fuencarral como escenario.

La China Patino, componente de Cycle, es la encargada de ponerle cara a esta, como explicamos más adelante, ejemplar manera de entender la divulgación musical. Es cierto que, como presentadora, le falta un hervor, pero también Alaska aparecía algo cohibida en los primeros programas de La Bola de Cristal. Podemos esperar grandes cosas de ella en cuanto le pierda el poco miedo que aún le tiene a la cámara.

Es imposible sustraerse al hecho de que es Jesús Ordovás y no otro el que dirige el programa. Y eso es bueno, porque 25 minutos, por ejemplo, no dan para muchas florituras dialécticas, aspecto que nunca ha caracterizado a Ordovás, conciso y directo como el pop que tanto ama y reivindica. También se percibe claramente su mano en la elaboración de los guiones, pero lo más importante es, sin duda, la ausencia de protagonismo, tanto de presentadora como de colaboradores.

El reportaje sobre Los Planetas (ojo a su próximo disco) es una buena muestra de ello. Creo que era en El Mundo donde escribían algo así como “nunca se vio a J tan suelto”. Muy sencillo. Ordovás siempre ha dejado hablar a los músicos. Jamás ha pretendido arrebatarles un estrellato, que les pertenece a ellos en exclusiva, a través de frases rimbombantes y jaleos oportunistas. Yo, casi nunca le he oído emitir un juicio, mucho menos un juicio negativo. Sus dictámenes ya vienen dados de manera implícita a través de la música y de las entrevistas que ofrece en su veterano espacio en Radio 3. ¿Para qué hablar de más? ¿Por qué la necesidad de estar permanentemente demostrando a través de un discurso pedante que se sabe más que nadie? Músicos y productores le adoran y le respetan, sí, porque es de los pocos periodistas que les deja hablar y les permite ser verdaderamente ellos mismos, y porque, a su vez, él es capaz de respetar todas las tendencias y hallar, entre el marasmo de producción pop, el valor más importante de todos: la creación honrada; aquella que, si obtiene el éxito, lo hará de manera colateral.

Las comparaciones son odiosas, pero se me ocurren tantas... aún así, me abstengo. Además, no hace falta; a los que hayan disfrutado de iPop por las razones aquí descritas, seguro que le llegarán a la cabeza algunas de las mismas personas que a mí. Y siempre dijimos que en este blog, al menos yo, iba a intentar no hablar mal de nadie.


Isaac Lobatón