16 junio 2006

Están locos estos mundanos...

A mí, Pilar Rahola siempre me cayó bien. Me parecía divertida y, además, tenía su morbo. Desde luego, era mucho más simpática que el eterno enfadado Carod-Rovira. Incluso una vez me respondió a una pregunta que le hice sobre una columna suya en El País, demostrándome que era capaz de encajar críticas y sugerencias constructivas. La borraron del mapa y ERC empezó a crecer, de lo cual podría deducirse que el independentismo parte de una base importante de enfado, pero esa es otra historia.

Me he acordado porque, hace ya diez años, en la Eurocopa del 96, fue ella la que consagró e hizo oficial una idea entonces escandalosa, como era el hecho de que le daba igual lo que España hiciera en dicho torneo. Era más, ella prefería que perdiera. Yo reconozco que, en aquel momento, y, sobre todo, con 18 años, la Rahola me pareció lo peor. En la actualidad, lógicamente, me la trae al pairo lo que desee nadie, nacido o no entre estas cuatro rayas de tierra, sobre nuestra suerte en el mundial.

Viene esto a colación porque hoy, en una cafetería, he tenido acceso a la contemplación estupefacta de una portada insólita. Definitivamente, P.J. Ramírez (que no tiene nada que ver con P.J. Harvey, para los despistados) ha perdido el Norte. Hablar de cómo ESPAÑA se colma de exaltaciones y efervescencia patriótica tras el partido de ayer, es un recurso que me deja, cuanto menos, descolocado.

Las reacciones de los políticos, sin embargo, tampoco han tenido precio. Ni las de Blanco (clásico elemento más del SOE que del PSOE, esto es, casposo), ni las de alguien del PP que no recuerdo, ni tampoco las de Carod -“que gane Polonia”-, entrando al trapo torpemente como siempre. Además, incluían las declaraciones de Artur Mas -“si no puede jugar Cataluña, que gane España”-, una de las pocas figuras del género que está demostrando cierto saber hacer en los últimos tiempos. Hay que puntualizar que todas las frases desprendían el insoportable tufo de la descontextualización, el más socorrido camuflaje de la manipulación.

Lo más divertido, no obstante, era el análisis exhaustivo de cómo Cuatro -“perteneciente al grupo periodístico más cercano a las tesis nacionalistas”, algo así escribían- había fomentado con su retransmisión el españolismo. ¡¡Toma ya!! ¡Eh! Con la retransmisión y con toda la promoción de la programación del mundial, porque, atención: "¡¡¡¡Sus presentadores se han maquillado la cara con banderitas de España!!!!"

El caso es que acaba uno harto. Llevamos oyendo, creo, desde que se aprobó la Constitución (y desde unas cuatro décadas antes) que el país, la nación, el estado, se desmembra, palabra que, por otra parte, no aparece en el DRAE. El iluminado que tuvimos por presidente acuñó o popularizó, irresponsablemente, el demagogo y alarmista término de balcanización.

Desde hace, mínimo, 10 años, cada vez que empiezan los mundiales o la copa de Europa, toda esta pandilla de chiflados consigue persuadirme de que va a ser la última vez que vamos a ir juntos a una cita internacional.

Honradamente, si eso fuera así, sería una pena. Así lo pensaba cuando Pilar Rahola acabó con mi inocencia (y no en el sentido que hubiera sido más lúdico) en un Larguero de junio del 96, y así lo pienso ahora. Y la principal lástima no sería para P.J., ni para F. Jiménez, sino para los propios jugadores, que, entre otras cosas, verían seriamente mermadas sus posibilidades de realizar un papel digno en un torneo internacional.

Yo no creo que la gente que había ayer en Colón estuviera pensando “puto Carod” cuando Puyol hizo la jugada que hizo. Y mira que veo fachas, ultras y falangistas pasar por allí como para tener motivos y pensar mal. Lo que no niego es que, quien se levanta todos los días con intenciones de pasar el día enfadado, cuenta con muchas posibilidades de lograrlo.

¡Feliz Mundial a todos!

Iosu Pongo, firma invitada