Sostiene Zidane
Alguien tenía que decirlo. Y decirlo sobre el campo. Brasil no puede vivir eternamente de la camiseta. Desde que Caniggia, también de manera inesperada, eliminó a los amarillos hace ya 16 años, una ola de rancio conservadurismo fue tiñendo el fútbol brasileño hasta no ser visible más que en los anuncios de la multinacional norteamericana que los patrocina. Patrones de juego resultadistas y prácticos hasta decir basta, a los que hay que sumar una irritante pereza y desidia por demostrar sobre el terreno la superioridad que se le supone antes del comienzo del partido, confiando siempre en que algo positivo se encontrará sobre la marcha.
Brasil ha sido hoy víctima de sus propios errores. De la renuncia a todos aquellos parámetros futbolísticos con los que se tiende a identificar su juego: toque, improvisación, técnica, fluidez, posesión. Si España está reñida con la victoria porque no cree en ella, la eliminación de Brasil ha venido dada justamente por lo contrario. No se puede jugar constantemente con la absoluta certeza de que el encuentro quedará desequilibrado a favor de uno mismo, de una manera o de otra. Ninguna victoria cae del cielo. Algo hay que intentar. A ser posible, antes del minuto 87.
No ha sido hasta entonces el primer disparo envenenado de Brasil, un golpe franco de Ronaldinho al borde del área, que será recordado como la única aportación del hombre que estaba llamado a ser estrella central en Alemania. Poco más tarde, algunos ataques a la desesperada. Tarde y mal.
Lo injusto sería no hablar de los méritos de la selección francesa, encarnados en la figura de Vieira, algo más que un muro infranqueable y un recuperador de balones, un auténtico tornado cuando encara el campo contrario, el hombre que está en todas partes para, por ejemplo, cazar un segundo gol en los últimos minutos de una eliminatoria de octavos.
Francia ha tenido, además, la suerte de contar con la efectividad de su ariete. Henry ha sabido estar en el sitio adecuado en el momento adecuado, justo lo que se le pide a un 9, ni más ni menos.
La asistencia del gol, de falta, ha sido de Zidane. El penúltimo partido del genio francés ha desbordado todas las expectativas. Recordando sus mejores tiempos en la selección y en el Real Madrid, Zidane ha ejercido una labor de intimidación decisiva para la suerte del partido. No existe mayor amenaza para un equipo que tener enfrente al mejor jugador de los últimos años, desplegando, segundo a segundo, lo mejor de su repertorio. Administrando la posesión de la pelota, profundizando hacia los puntas cuando encontraba el hueco, esquivando la presencia de los medios brasileños con sombreros y roulettes...
El partido vivió un punto de inflexión. Hubo un momento en que Zidane, con razón o sin ella, convenció a los brasileños de que Francia era mejor equipo. Entonces, los sudamericanos tiraron el partido. Se replegaron. Aguardaron atrás, contemplando como tristes espectadores la majestuosa exhibición de Zizou. La angustia por el fallo se apoderó de todos sus hombres. De todos menos de uno. Ronaldo. El otro grande. El otro viejo. El gordo.
Ronaldo fue el único futbolista de Brasil que siguió intentándolo hasta el final. Por poco logra rédito en el único balón que asustó levemente a Barthez en 90 minutos. Quizá el único jugador que haya sembrado dudas en el insuperable Vieira o en Thuram. Ronaldo sigue siendo la manada. Y los que lo han criticado deberían haber mandado al carajo hace tiempo cualquier intención de aprender algo de fútbol.
Da que pensar. Sobre todo teniendo en cuenta el padecimiento de Ronaldo en el Real Madrid. También Zidane ha sido cuestionado en ese club. En repetidas ocasiones ha sido llamado viejo y, si no, se ha utilizado un patético eufemismo: envejecido. Antideportivamente, se ha deseado su jubilación por uno de los tabloides que pueblan nuestros quioscos.
Da que pensar. El español es ingrato y olvidadizo, y la afición del Real Madrid cuenta con esas cualidades elevadas al cubo. Pero eso ya lo sabíamos. ¿Cómo sobrellevar esa situación cuando uno se sabe el mejor jugador del mundo?
Isaac Lobatón
6 Comments:
No estoy de acuerdo en algo, no es el que madridista sea desagradecido sino que Zidane y Ronaldo deberían devolver su sueldo a los socios, pudiendo jugar así que hayan hecho el año, o los años, que han hecho es un timo.
Pese a algunas tardes gloriosas, especialmente Glasgow, mantengo lo que dije a la llegada de Zidane, no es profesional, durante toda su carrera sólo ha dado el 100% en la selección, de hecho la Juve nos lo vendió sin una lágrima tras su auto expulsión en partidos clave de la temporada.
El madrí no le debe nada a Zidane, él nos debe al menos un año que cobró sin trabajar.
En cuanto al partido de hoy, por una parte quería que a Brasil le diesen un palo por su no-juego y su autosuficiencia, pero que pase un equipo basado en siete muros que no distinguen un balón de fútbol de una pelota de golf no me entusiasma.
La única posibilidad de alegría habría sido que Brasil hubiese pasado jugando como deberían saber jugar, no ha sido así, palo al fútbol.
¿Ves? "Sólo juegan bien cuando quieren". Hay dos tipos de madridistas. El que lo mira todo con desconfianza, y el forofo, tipo Tomás Roncero. No te lo tomes a mal, eh? Creo que Romario nunca habría marcado 30 goles en el Madrid. Ah... no soy del Barça.
¿De qué tipo soy yo?, espero no parecer tan idiota como Roncero.... Romario era de otro mundo, no sé lo que habría hecho en el madrí pero la historia no le pondrá por detrás de Ronaldo.
Por cierto, ¿30 goles?, entre los dos últimos años creo, es el mejor y por eso se le debe exigir, que adelgace cinco kilos en dos semanas con Parreira es para que juegue sin cobrar dos años.
Y Zidane pues me reafirmo, hace dos años que no hace un partido como el de ayer en el madrí, partido importante, contra el Málaga no hace falta.
Jajaja! No, no te pareces nada a Roncero. Te pondría más bien la etiqueta de desconfiado, pero insisto: No te lo tomes a mal. Oye, tú procedes del blog de Fran, no?
Hombre, proceder prodeceder ... de mis padres, pero sí, te he conocido en el blog de Fran, hacía tiempo que no te leía.
Y no te preocupes que no me tomo a mal casi nada así que mucho menos discrepancias sobre fútbol.
Por cierto, si hay dos tipos de madridistas, ¿de cual eres tú?. Desde luego hoy día de elecciones es el día de los desconfiados, porque vaya pandilla...
Es que yo no soy del Madrid ni de ningún otro. Supongo que soy del Cádiz, pero tampoco respondo a la ortodoxia. Durante la liga me aburro soberanamente...
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