La angustia de ser indie (II)
[Viene de La angustia de ser indie]
Ese público cuenta con un sector de élite, como en toda manifestación cultural que se precie: la crítica.
La crítica musical es tan necesaria, y a veces -muchas veces- tan irritante, como cualquier otro tipo de crítica artística. En general (y en teoría) la crítica no constituye más que un cedazo imaginario sin otro (quimérico) fin que separar el talento de la mediocridad. En nuestro caso, líbranos (Señora) Crítica de todo mal para los oídos, de toda afectación, de todo plagio doloso... Ilumínanos para encontrar el camino de la originalidad, de la verdad, de la honradez creativa, del plagio creativo/homenaje, de la vida...
No me gustaría seguir siendo sarcástico con este tema. Casi todas las críticas que leo me parecen bien fundamentadas (y aquellas que no me lo parecen, pues no las voy a nombrar, como reza en el ideario de este blog) independientemente de que esté de acuerdo o no con ellas, tanto si vienen de RDL, como de Mondo Sonoro o Je ne sais pop. No tiene nada que ver estar de acuerdo en una valoración con el cuestionamiento de la dialéctica que ha servido para cimentar dicha valoración.
Claro que, para gran parte de la afición, éstas son sutilezas químicamente inseparables y, llegado el momento es frecuente ver cómo goza de más peso nuestro lado forofo que nuestra conciencia "científica"; no existe una normativa clara para discernir qué grupo es mejor que otro; si acaso, la acumulación de opiniones favorables convenientemente razonadas y construidas sobre un criterio contrastado; por eso son útiles, por ejemplo, las votaciones de "lo mejor del año", porque son la herramienta más semejante al conocimiento científico de que dispone la crítica musical. Y, por eso también, cuando un músico no aparece en una lista de más o menos prestigio, se irrita o desilusiona sobremanera -aunque muchos lo nieguen- porque para algunos es, casi, cuestión de superviviencia.
Sobre este tema escribió una canción el lúcido Luis Troquel. Se titulaba "Pero él se ríe de mí"; incluida en el CD "De Benidorm a Benicàssim", narraba la historia de un artista cuyo único leit motiv para dedicarse a la música era que su crítico favorito lo pusiera por las nubes. El resultado es de esperar: el crítico desprecia al músico, y éste acaba con la moral destrozada.
Sobre lo contrario, la defensa a ultranza de un grupo, Los Planetas se dedicaron una canción a sí mismos titulada "El artista madridista". Una manera de contestar a quienes piensan que Jota no sabe cantar, que no inventan nada, que son unos drogatas, que están sobrevalorados y que, hagan lo que hagan, la prensa especializada siempre va a apoyarles, lo cual a veces hasta parece cierto.
Artistas madridistas abundan en el mainstream, de eso no cabe duda, pero también en el mundo indie. La medalla honorífica de este sector habría que otorgársela con todo merecimiento a La Buena Vida, un grupo que ha acabado irritando a sus más acérrimos seguidores, entre los que me incluyo/incluía pero que, sin embargo, sigue contando con los (sorprendentes) favores de la crítica.
La corrección política también afecta a la prensa musical; algunas veces encarnada en amiguismo. Imaginen, pongamos por caso, que a Julio Ruiz o a José María Rey no les guste algún trabajo de Los Planetas. ¿Los imaginan hablando mal del grupo granadino o, simplemente, omitiendo su radio difusión? Yo no.
Otras veces, la corrección política enseña sus dientes más reconocibles: cobardía y falta de personalidad. Todavía no he leido ni escuchado a nadie decir que el fenómeno Mika tiene unas concomitancias insólitas con una las épocas más denostadas de Queen. ¿Cómo defender a este músico comparándolo al mismo tiempo con un grupo tan mal visto por la crítica de bien? Pues el primer single del tal Mika -Grace Kelly- era idéntico a cualquier tema de los Queen de la época del Jazz o The Game, esto es, bastante insoportable, y que conste que lo dice un antiguo fan del grupo de Freddie Mercuy y Brian May.
Me gustaría terminar esta parte haciendo un pequeño repaso de los periodistas musicales que más respeto me merecen, periodistas independientes sin otro afán que transmitirnos pasión y conocimientos, sin ánimo de quitar las luces a los verdaderos protagonista del rollo, que son los músicos. Gente humilde, afable y cercana (¿alguien de quien los llama endiosados se acercó a hablar con ellos alguna vez?) como Diego Manrique, Jesús Ordovás, Juan de Pablos, de Radio 3, Juan Manuel Freire, Salvador Catalán y Luis Troquel, de Rock de Lux, Rafa Cervera o Santiago Segurola.
Y, por cierto, el futuro es de Jenesaispop. Eso que quede claro.
CONTINUARÁ...
Ese público cuenta con un sector de élite, como en toda manifestación cultural que se precie: la crítica.
La crítica musical es tan necesaria, y a veces -muchas veces- tan irritante, como cualquier otro tipo de crítica artística. En general (y en teoría) la crítica no constituye más que un cedazo imaginario sin otro (quimérico) fin que separar el talento de la mediocridad. En nuestro caso, líbranos (Señora) Crítica de todo mal para los oídos, de toda afectación, de todo plagio doloso... Ilumínanos para encontrar el camino de la originalidad, de la verdad, de la honradez creativa, del plagio creativo/homenaje, de la vida...
No me gustaría seguir siendo sarcástico con este tema. Casi todas las críticas que leo me parecen bien fundamentadas (y aquellas que no me lo parecen, pues no las voy a nombrar, como reza en el ideario de este blog) independientemente de que esté de acuerdo o no con ellas, tanto si vienen de RDL, como de Mondo Sonoro o Je ne sais pop. No tiene nada que ver estar de acuerdo en una valoración con el cuestionamiento de la dialéctica que ha servido para cimentar dicha valoración.
Claro que, para gran parte de la afición, éstas son sutilezas químicamente inseparables y, llegado el momento es frecuente ver cómo goza de más peso nuestro lado forofo que nuestra conciencia "científica"; no existe una normativa clara para discernir qué grupo es mejor que otro; si acaso, la acumulación de opiniones favorables convenientemente razonadas y construidas sobre un criterio contrastado; por eso son útiles, por ejemplo, las votaciones de "lo mejor del año", porque son la herramienta más semejante al conocimiento científico de que dispone la crítica musical. Y, por eso también, cuando un músico no aparece en una lista de más o menos prestigio, se irrita o desilusiona sobremanera -aunque muchos lo nieguen- porque para algunos es, casi, cuestión de superviviencia.
Sobre este tema escribió una canción el lúcido Luis Troquel. Se titulaba "Pero él se ríe de mí"; incluida en el CD "De Benidorm a Benicàssim", narraba la historia de un artista cuyo único leit motiv para dedicarse a la música era que su crítico favorito lo pusiera por las nubes. El resultado es de esperar: el crítico desprecia al músico, y éste acaba con la moral destrozada.
Sobre lo contrario, la defensa a ultranza de un grupo, Los Planetas se dedicaron una canción a sí mismos titulada "El artista madridista". Una manera de contestar a quienes piensan que Jota no sabe cantar, que no inventan nada, que son unos drogatas, que están sobrevalorados y que, hagan lo que hagan, la prensa especializada siempre va a apoyarles, lo cual a veces hasta parece cierto.
Artistas madridistas abundan en el mainstream, de eso no cabe duda, pero también en el mundo indie. La medalla honorífica de este sector habría que otorgársela con todo merecimiento a La Buena Vida, un grupo que ha acabado irritando a sus más acérrimos seguidores, entre los que me incluyo/incluía pero que, sin embargo, sigue contando con los (sorprendentes) favores de la crítica.
La corrección política también afecta a la prensa musical; algunas veces encarnada en amiguismo. Imaginen, pongamos por caso, que a Julio Ruiz o a José María Rey no les guste algún trabajo de Los Planetas. ¿Los imaginan hablando mal del grupo granadino o, simplemente, omitiendo su radio difusión? Yo no.
Otras veces, la corrección política enseña sus dientes más reconocibles: cobardía y falta de personalidad. Todavía no he leido ni escuchado a nadie decir que el fenómeno Mika tiene unas concomitancias insólitas con una las épocas más denostadas de Queen. ¿Cómo defender a este músico comparándolo al mismo tiempo con un grupo tan mal visto por la crítica de bien? Pues el primer single del tal Mika -Grace Kelly- era idéntico a cualquier tema de los Queen de la época del Jazz o The Game, esto es, bastante insoportable, y que conste que lo dice un antiguo fan del grupo de Freddie Mercuy y Brian May.
Me gustaría terminar esta parte haciendo un pequeño repaso de los periodistas musicales que más respeto me merecen, periodistas independientes sin otro afán que transmitirnos pasión y conocimientos, sin ánimo de quitar las luces a los verdaderos protagonista del rollo, que son los músicos. Gente humilde, afable y cercana (¿alguien de quien los llama endiosados se acercó a hablar con ellos alguna vez?) como Diego Manrique, Jesús Ordovás, Juan de Pablos, de Radio 3, Juan Manuel Freire, Salvador Catalán y Luis Troquel, de Rock de Lux, Rafa Cervera o Santiago Segurola.
Y, por cierto, el futuro es de Jenesaispop. Eso que quede claro.
CONTINUARÁ...
1 Comments:
Hola, Isaac
Enhorabuena por el blog...y muchas gracias por la mención.
Salvador
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