10 julio 2007

De botellones y camarones


Las obras del botellódromo estarán listas en quince días.

Los operarios ya colocan las pantallas contra el viento. Se acondicionará la parte inferior del Paseo Pascual Pery.

Las obras de acondicionamiento del botellódromo de la Punta de San Felipe estarán concluidas en un plazo máximo de quince días. De este modo, los jóvenes podrán hacer uso de todos los servicios previstos por la Ley Antibotellón seis meses después de su entrada en vigor. Desde entonces, la movida se ha trasladado definitivamente a este lugar, aunque las personas que han hecho uso de esta zona no disponían de todas las comodidades.

De hecho, durante este tiempo las concentraciones juveniles en este lugar de ocio se han reducido con respecto a las que se producían todos los fines de semana en la Plaza de San Francisco y en sus alrededores. Los operarios trabajaban ayer a marchas forzadas para ultimar todos los detalles. De este modo, ya está a punto de concluir la instalación de las barras previstas en la zona superior y sólo queda pendiente la colocación de las pantallas que servirán para proteger a los jóvenes contra el viento que suele soplar en la ciudad.

Por último, el proyecto que se está ejecutando recoge también el cerramiento de los baños situados en la parte baja del Paseo Pascual Pery, aunque ésta será la última fase que acometerán los operarios y que no estará lista hasta dentro de quince días. De este modo, parece que los jóvenes gaditanos contarán con la zona completamente acondicionada para su uso el fin de semana del 20 de julio.


Así rezaba una noticia aparecida hace una semana en un periódico local de Cádiz. Lo que no entiendo es cómo el redactor se pudo quedar tan ancho después de escribirla, porque yo no sé por dónde empezar.

Quizá por la propia palabra: Botellódromo. El término, por su derivación del griego dromos, remite a la utilización de un espacio para una actividad concreta, como hipódromo (literalmente, avenida de caballos), canódromo (avenida para perros) o cerdódromo, que no existe pero que vendría a significar el espacio para los cerdos. Es decir, se ha recurrido una vez más a las raíces clásicas para dotar de morfología a un concepto nuevo, como es el de lugar destinado singularmente a la celebración del botellón. A esta definición habría que añadirle la apostilla "una vez prohibido este". Y ahí es donde reside la paradoja.

Una vez tuve un vecino que le propinaba unas palizas tremendas a un perrito de aguas monísimo que tenía. El tipo se cebaba cada tarde con él de una manera que no voy a entrar a detallar. Una vez vimos cómo una vecina le armaba la bronca, pero mi sorpresa fue mayúscula cuando pude oír que lo que le molestaba era el ruido. Más o menos, le vino a decir que se fuera a pegarle a un sitio donde no le interrumpiera la siesta, pues era verano y las ventanas permanecían abiertas.

Está prohibido maltratar a los perros, pero si usted lo hace en un sitio donde yo no vea ni escuche, un sitio acotado donde la sangre no me salpique a mí, transeúnte, y a las fachadas de las casas de los residentes, haremos la vista gorda.

Sí, soy consciente de que estoy exagerando, pero es que el asunto tiene miga. Dinero público invertido en acondicionar suelo, igualmente público, para que jóvenes, entre los que sin lugar a dudas habrá menores de edad, se emborrachen indiscriminadamente, como en un corral. Ojo al tono del artículo, con frases tan tremendas como "los operarios trabajan a marchas forzadas". ¡¡A marchas forzadas!! ¡¡Trabajan a marchas forzadas!! O esta otra: "las personas que han hecho uso de esta zona no disponían de todas las comodidades". ¡¡¡Comodidades!!! Por no hablar de las condiciones que tendrá el lugar, con barras e, incluso, pantallas de viento, para proteger a los jóvenes, pobrecitos. ¿Por qué no les ponen también unos sofases de Ikea? ¿O unas estufas-farola de butano de esas que se plantan ahora en los jardines?

No entiendo cómo un ayuntamiento puede sufragar ni subvencionar este sin Dios. Mientras, los guardias urbanos pasan un kilo de todos esos jóvenes (los mismos que frecuentarán seguramente el botellódromo) cuando campan a sus anchas por este Cádiz -cada día más bajuno y ordinario, que ya es difícil- con tubos de escape ensordecedores, coches tuneados armando escándalo, abuso de instalaciones públicas, etc.

Por el contrario, con una falta de criterio y de ecuanimidad lacerante, se persigue el consumo de alcohol en las terrazas o la tradicional cervecita con camarones de mediodía del domingo en el umbral de la Cervecería del Puerto. Es decir, el uso adulto y moderado del alcohol está proscrito, esta vez gracias a las estúpidas, por irreales, medidas legislativas de la Junta de Andalucía, gobernada por otro partido político diferente al que lo hace en el ayuntamiento.

Entre unos y otros están matando el carácter propio de la vida veraniega tradicional andaluza, cercenando costumbres y acotando comportamientos. No es extraño encontrar a personas adultas que afirman que, cuando lo piensan, se dan cuenta de que cada vez pueden hacer menos cosas. Ojo, no se trata ni mucho menos de que haya menos libertad, pero sí, índiscutiblemente, de que cada vez nos la cojemos más con un papel de fumar.


Iosu Pongo, firma invitada
P.S. ¿Lo ven? Nos la cogemos con un papel de fumar. Adiós al termómetro de mercurio.

7 Comments:

Blogger Deporten a Fran!! said...

pues no lo veo tan mal...es que parecéis todos unos viejos!!

16 julio, 2007 00:44  
Anonymous Anónimo said...

o puede parecer que tengas síndrome de Peter Pan :D

16 julio, 2007 10:11  
Blogger mc said...

A mi me parece bien. Simplemente se actua sobre una nueva forma de ocio que hasta ahora había cogido a contrapie a las autoridades.
En realidad es que no veo nada malo a la construcción de botellodromo, sunpondrá que muchos vecinos puedan dormir en paz mientras que los jóvenes tendrán un lugar donde divertirse. ¿Acaso es mejor que se emborrachen en los locales que encima les robarán 6 euros por una copa?

16 julio, 2007 15:51  
Anonymous Anónimo said...

Yo lo considero borreguil. He hecho botellón mil veces, aunque hace años que no lo hago, pero jamás habría ido a un botellódromo. Sencillamente creo que la gente ha perdido el norte con el alcohol, aunque con una afirmación tan taxativa corra el riesgo de que me llamen viejo o antiguo.
Y, sí, es mejor que la gente "beba" en los locales, porque beber no es necesariamente emborracharse, vamos, digo yo... Y si emborracharse cuesta caro, habrá menos gente que lo haga. Vaya... como si hubiera de subvencionarse esto encima...

16 julio, 2007 16:45  
Blogger Deporten a Fran!! said...

iosu, lo quw tu propones es contranatura, que la gente lo entienda digo...

16 julio, 2007 20:50  
Anonymous Anónimo said...

Está claro... pero mira, lo que van a conseguir es que a los botellódromos, en poco tiempo, nada más que vaya gente hortera y macarra. ¿Te imaginas? "Deporten estuvo el otro día en el botellódromo... Si mi padre se entera que he ido a un sitio así, me cruza la cara". Claro que ya no hay padres que hagan eso... van a prohibir las bofetadas...

16 julio, 2007 20:58  
Blogger mc said...

El emborracharse o no, sinceramente, no es algo que depende del precio de la copa. También hay locales donde por 10€ te sirven un metro de alcohol de pésima calidad. La cantidad a ingerir será la misma que en el botellón pero sin lo facilmente controlable que es este para las autoridades.

25 julio, 2007 16:13  

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