07 junio 2007

Primavera Sound (II)

La madurez os sienta tan bien...

El Primavera de este año ha ofrecido un cartel con un buen número de figuras emergentes, nombres nuevos -a veces, no tan nuevos- en busca de su trocito de inmortalidad. Como en toda muestra de arte, el capítulo dedicado a los artistas emergentes es confinado, en parte, en los rincones de la programación. Así debe ser, supongo. No sería de recibo que los cabezas de cartel tocaran a las seis de la tarde. También hay que ser solidario -conviene recordarlo una vez más- con el hecho de que la organización haga coincidir varias propuestas interesantes, pero que presentan diferencias entre sí. Es el único modo de que los espectáculos no estén (más) masificados.

Dicho lo cual, queda claro que yo no lo vi todo. Vi lo que pude y lo que quise. A la hora de la verdad, no quieres fallar a tus muchachos, aunque ya los hayas visto en otras ocasiones recientes. Pero no los vas a dejar solos, ahí, con este público tan exigente.

El rasgo distintivo de este festival ha sido el siguiente. Creo que había tres bandas que llegaban perfectamente consagradas; las tres eran cabeza de cartel, una en la programación del viernes, otras dos en la del sábado. Los grupos que, en esas circunstancias, ya no tienen nada que demostrar suelen pasar de los cinco o seis discos (todos buenos). Si lo tienen todo, sólo le pueden quedar dos objetivos:
  • Convencer al público que les menosprecia.
  • Ascender un peldaño y entrar en el reducido área reservada a los mitos.

En esas condiciones, entiendo, llegaban Los Planetas, Wilco y Sonic Youth, estos dos últimos con factores en común como Jim O' Rourke, más ligado ahora a la banda neoyorquina que al colectivo de Jeff Tweedy.

La dimensión de Los Planetas ya no se puede medir de la misma manera que hace siete o nueve años. El talento y el creciente carisma de J., la evolución no forzada del grupo, la cátedra de batería que ofrece Erik en cada concierto, la consolidación de sus directos, sus características guitarras atmosféricas, la línea recta seguida desde su primer a su último disco, la verdad contenida en éste, hacen que ya no quepa duda y que, rápidamente, hayamos de ir a buscar al tercer mejor grupo español de la historia, porque Los Planetas hace ya tiempo que se dan codazos con Los Brincos. De todas las personas que conozco que afirman rotundamente su odio hacia Los Planetas, no conozco a ninguna que no hable desde el prejuicio y/o la simple manía hacia el grupo, como el que tiene manía a las patatas en mitad de las lentejas. Pues qué desperdicio... ellos se lo pierden.
Da gusto, de verdad, ver a un grupo español que haya evolucionado de una manera tan coherente, tan fiel a sí mismo y, por suerte para ellos y para nosotros, tan eficaz. Yo ya no dudo de que, de haber un octavo disco de Los Planetas, éste constituirá otra obra de referencia. Este no es un equipo para tener una sola Copa de Europa en sus vitrinas. Tiene clase de sobra para muchas más.

Compatibilizar en un mismo concierto la armonía pop de David y Claudia o la alegría cabaretera de Deberes y privilegios con la crudeza de Ya no me asomo a la reja, es un logro que hay que valorar como verdaderamente se merece. Hay que incidir una vez más en que Los Planetas han logrado hacer un disco de rock con espíritu flamenco, sin efectismos baratos, sin deje, sin amaneramientos, sin esos ridículos tics con los que nos adornan a los andaluces a poco que cruzamos Despeñaperros. Ni palmas, ni olés, ni rasgueos, ni quejíos, ni toques en el golpeador, porque no hay golpeador ni tampoco cuerdas de nilón, porque nadie ha renunciado ni a sus Telecaster ni a sus Gibson SG. Espíritu, esencia, especias. Suena flamenco. Sabe flamenco. Y todo porque el flamenco es. Los Planetas son.

El mismo público de siempre y un poco más se peleaba el viernes hacia las dos de la mañana por un sitio en el escenario principal del fórum. Si alguna vez los granadinos tuvieron miedo de perder a su gente de toda la vida, ya pueden sacudírselo. No sólo no ha ocurrido, sino que además han ganado nuevos respetos. Si del concierto de Bilbao comentamos aquí la realidad de que el grupo había ganado en relajación y alegría -dada la reacción de público y crítica ante su nuevo trabajo- después del concierto en Barcelona, esta sensación se multiplica por cien. Los Planetas tiran de repertorio casi sin pensar, con personalidad, profesionalidad y oficio, a la par que tranquilidad por los cuatro costados, pero con muchos julios. La única diferencia con respecto a los conciertos propios de la gira, estribó en la ausencia de "La copa de Europa"; por lo demás, sonaron mayestáticas la mencionada "Ya no me asomo a la reja", "El canto del bute" o "La Verdulera", y divertidas "Alegrías del incendio" y "Reunión en la cumbre".

Sonic Youth se presentaban en el Primavera de la mano del ATP festival y en la sección "Don't look back", aquella que reúne un grupo de culto en torno a un disco de culto. No importa el modo. De todos modos, estos chicos estaban en su festival. La banda neoyorquina es al PS lo que, en su día, fueron Suede al FIB, así que el llenazo en el Estrella fue total.
Si, de los tres grupos que hemos destacado, alguno estaba exento de defenderse, es claro que se trataba de Sonic Youth, probablemente los más legitimados para ejercer el derecho a gustarse, tanto ante su público como ante sus dos hermanos menores, ejerciendo de adecuado eslabón entre éstos y los grandes referentes elegidos este año por la organización -Patti Smith y The Fall. Defendiendo el "Daydream nation", la banda de Gordon, Ranaldo y Moore, puso de relieve que sus veinticinco años de trayectoria no son fruto de la inercia y que, junto a otros nombres como Yo la Tengo, se presentan como los grandes arquitectos del rock de nuestro tiempo, los autores de una evolución que habrán de continuar otros, ya que, dentro de pocos años estos grupos ocuparán el lugar de esos dinosaurios que vienen a nuestros festivales a enseñarnos la habitación que, un buen día, diseñaron para la gran morada del rock. Sonic Youth es lo nuestro. Lo que ha aportado nuestro tiempo a la historia del rock. El tipo de música con la que, a la larga, deberá sentirse identificado el arco de población que ahora tiene entre 25 y 45 años.

Y
yo, personalmente, me quedo con Kim Gordon, que estuvo sexual y sensual, las dos cosas; especialmente en el (casi) riot "Cross the breeze". Su presencia, sus saltos, sus gritos y sus guitarrazos me afectaron especialmente, aunque todo el grupo demostró una enorme presencia escénica y un encomiable oficio.

En esta época donde, cada mes, somos bombardeados con un nuevo hype (*), ver a los padres del noise rock sobre el escenario resultó más que esclarecedor, tanto para sus incondicionales como para los que no lo eran tanto. De todos modos, yo me voy a deslizar rápidamente hacia el siguiente paso. Y culmino afirmando que Sonic Youth se coronaron como los príncipes del Primavera Sound. Y entonces, ¿quiénes son los reyes? La respuesta es clara: Wilco.


E

l grupo de Jeff Tweedy ha crecido de tal modo que transmite una casi insultante sensación de actuar sobrado, de que todo le quede pequeño. El talento del sexteto intimida y sobrecoge. A las dos y veinte de la madrugada del domingo, el escenario grande del festival comprobaba la verdadera talla de una banda que, en estado de gracia, se encargaba de poner punto y final a este Primavera Sound. Y lo hizo sin temblarle el pulso, en una actuación mayúscula, con un sonido impecable, una emoción vertida dentro del orden de lo admisible, sin caer en el populismo pero con concesiones necesarias en el directo, como la prolongación del minutaje en algunos solos, o la coda que el grupo ofreció en uno de los temas más afortunados de "A ghost is born", como es "Spiders".

Wilco ofreció un recital en el que contaron con un marcado protagonismo sus tres últimos discos, en lo que no cabe más que interpretar como un síntoma de naturalidad. "Handshake drugs", con su cadencioso ritmo de guitarras fue la canción que, muy pronto, comenzó a calentar al público. Después del subidón de Sonic Youth, Wilco ofrecían otra fuerza, otra personalidad muy diferente, con esa característica manera de cocinar los temas a fuego lento, en torno a la cálida y elegante voz de Tweedy y su guitarra acústica, para luego hacerlos explotar en un apoteósico fin de trayecto pleno de electricidad y efervescencia.

El momento cumbre de su actuación y, hay que señalarlo, de todo el festival, fue el que reunió a los tres guitarristas en la celebración -porque aquello fue un pequeño festín- del solo de guitarras de "Impossible Germany", a su vez lo más destacado de su último disco, "Sky blue sky"; una melodía que puede considerarse la respuesta, muchos años más tarde, al celebérrimo trío de guitarras que lograron los Eagles en su "Hotel California". Hacía tiempo que un solo de guitarra no se imponía en el recuerdo a la melodía principal. Ha tenido que llegar este disco de Wilco para que ello vuelva a ocurrir.

El grupo de Chicago logró, acabada su actuación, lo máximo que se puede conseguir al cerrar un festival; dada la distancia que habían puesto de por medio, durante unos segundos llegamos a olvidar que había habido otras actuaciones, otros grupos. Wilco, por un momento, nos dio un tirón del bolso que contenía los recuerdos de tres días de festival. Y Tweedy, al igual que J. ha llegado a un punto de madurez que le permitiría, llegado el caso, hasta pasar por guapo.

Y un guapo indiscutible, Damon Albarn, había presentado el propio sábado su nuevo experimento, The Good, the bad & the queen. Albarn, también haciendo gala de una madurez que, respecto a los nombres anteriores, él ha alcanzado en zig zag, parece encontrarse cómodo y hasta feliz. Una sonrisa permanente adornaba el rostro del ex chico-bueno-del-brit-pop, sonrisa que no abandonó ni siquiera cuando lamentaba la machacona injerencia del sonido procedente del escenario CD-Drome. Y es que The Good, the bad & the queen es un proyecto mucho más sólido y creible que Gorillaz, representando un incuestionable salto de calidad, y eso es algo de lo que, sin duda, Albarn es consciente.
Un tipo inquieto que, ni siquiera en los años en los que Blur podían haberse dedicado a disfrutar tranquilamente de su merecido éxito y vivir un poquito de las rentas, optó por la relajación y, siempre curioso, exploró nuevas posibilidades creativas, balones de oxígeno para el pop, a veces con un éxito más que dudoso, desde luego.

No hay que dejarse engañar tampoco mucho por un sujeto con una cierta querencia al señuelo. El hecho de que a los platos se alinee Tony Allen (Fela Kuti), al bajo Paul Simonon (The Clash) y a la guitarra Simon Tong (The Verve) es del todo irrelevante, una circunstancia que conforma otra moto para una prensa que, como ya sabemos, a veces necesita estos datos para rellenar líneas.

La verdadera importancia de este disco, de este grupo, reside, como debe ser, en la indiscutible solvencia de un directo que ha sonado a música elegante, fresca, alcohólica, decadentemente bella y, también, contradictoria, ya que resulta ambulante y atemporal, cabaretera y de salón al mismo tiempo, gracias a canciones como Herculean, 80's life o la belleza de A soldier's tale.

Por ser coherente con mi pasado, no debería decir esto (yo era de Oasis). Además, estas polémicas quedan ya muy lejanas, pero los Gallagher deberían tomar buena nota. Quien ríe el último, ríe mejor.

(*): HYPE: Ultimamente, varias personas me han preguntado qué es un hype. Bien, yo entiendo un hype como el éxito fulgurante de un grupo, tan fulgurante que no se sabe muy bien si en realidad es un pelotazo o si, por el contrario, nos encontramos ante un pequeño timo mediático. El hype nace de la poderosa prensa musical angloparlante y, si esta palabra no se ha utilizado antes, ha sido porque a nadie se le había ocurrido. También suele aplicarse a grupos cuya música se basa en el reciclaje de estilos del pasado. Hype no es más que un apócope de hipérbole, así que en el término está reconocida una posible sobrevaloración del grupo en cuestión. Ejemplos de hype: Killers, kasabian, The horrors... etc, etc, etc.

Isaac Lobatón

7 Comments:

Blogger . said...

Que buena memoria, a mi se me suelen olvidar las cosas cuando salgo de los conciertos... jajaja

Un saludo

07 junio, 2007 16:48  
Anonymous Anónimo said...

De momento sólo he leído lo de los Planetas, tengo curiosidad por dos cosas, ¿cuales son los dos mejores grupos?. Por más que me gusten Los Planetas, Los Brincos son mucho, según he leído vas a homenajearles este verano en Extremadura.

La otra cosa, cuando hablas de las palmas, o los olés, no sé si lo criticas en general o sólo lo ves ajeno a Los Planetas. A mí La Leyenda del Espacio me parece un discazo, pero también me gusta el rollito de J y Manu Ferrón con el Grupo de Expertos o el lado alegre del folclore andaluz que le sale a Chinarro.

08 junio, 2007 22:52  
Anonymous Anónimo said...

UN SALUDO DESDE EL "OASIS" QUE FORMAMOS THE SUIT. SE ACUERDA DE QUE NUESTRO PADRE ESTABA FASTIDIAO, PUES HACE UN MES QUE FALLECIO (9 DE MAYO). POR ESE MOTIVO NO HEMOS PODIO ACTUALIZAR EL BLOG. THE SUIT HA DECIDO (NO SE SABE HASTA CUANDO) ENTREGARSE A LOS COMENTARIOS A TRAVES DE LA WEB CAM EN EL YOUTUBE.REJANOCOJONES33 ES LA LAMENTABLE CONTRASEÑA PARA VERLOS. PARA QUE NO SUFRA BAJONES DE CUALQUIER TIPO VIENDO NUESTRO "ARTE" VIDEESE LOS CORTEMETRAJES DE MIS COMPAÑEROS EN http://www.youtube.com/results?search_query=ESTANPASANDOCOSAS. ESPERO QUE LOS DISFRUTE Y SI LO CONSIDERA OPORTUNO LOS RECOMIENDE. POR CIERTO, EL CURA NOS PERMITIO PONER "TENDRA QUE HABER UN CAMINO" EN LA MISA DE MI PADRE. VAYA CANCION Y DISCO.
SIN MAS PREAMBULOS, THE SUIT SE DESPIDE DE USTED.

UN SALUDO

08 junio, 2007 23:57  
Blogger Isaac said...

The Suit: Siento muchísimo lo de tu padre, aunque me lo olía. Espero que, al menos, haya descansado tras tantas enfermedades. Trataré de pasarme por esos links que recomiendas; estoy muy liado. Muy fuerte lo del cura... un aplauso.
Kike: No sé por qué, desde el trabajo, no se puede entrar en tu blog, así que hace tiempo que no paso por allá.
Lo de los mejores grupos siempre es algo muy relativo, pero vaya... la gente a la que más respeto suele considerar Los Brincos como el mejor grupo de la historia; yo los conozco bastante, aunque no en profundidad; sin embargo, es algo que no pongo en duda.
Los planetas, creo que por trayectoria, coherencia, consistencia, si lleváramos su carrera a una gráfica, creo que el crecimiento de la línea sería lento pero constante. De no seer por Los Brincos, afirmaría sin pestañear que es el mejor grupo español de la historia. Claro que no espero que todo el mundo esté de acuerdo con esto... Con perspectiva, veremos la clase de disco que es "La leyenda del espacio". El debate da para mucho...

Respecto a los efectos flamencoides, sí, de acuerdo, lo que he dicho es totalmente matizable. Para ser más exactos, lo que yo alabo es la capacidad para obtener el resultado que obtiene el grupo en su acercamiento al flamenco prescindiendo de ciertos tics que allanarían el camino bastante, de cara sobre todo a la sensación general del receptor. En la entrada dedicada al disco, que anda por ahí, yo incidía en el hecho de que el camino era desde el área rock al área flamenca; y esto es un factor importantísimo.

Dicho lo cual, a mí también me encantan los otros ejemplos que has citado, pero es que el objetivo no es el mismo.

09 junio, 2007 11:54  
Blogger ninive drake said...

Guauuuu, es que vienes y me lo cuentas y no llegas ni a la mitad porque te araño de la envidia cochina que me das!! la verdad es que Los Planetas ya pueden hacer una mierda pinchá en un palo que siempre van a tener su público, cría fama, relájate y échate a dormir, siguen teniendo canciones buenísimas, pero para mí han perdido un poco el tirón que tenían, seré yo, o será el tiempo... y que decir de Wilco... pues eso, que el último disco que no está siendo tan vitoreado como los otros, (se les suele vitorear de buenas a primeras y facilonamente cuando hay una cabeza bien pensante al frente), pero a mí es que Wilco pincha la mier... y me la creo, al revés que con Los Planetas, debe ser el viento de poniente... pero bueno, después de todo lo que has escrito y lo bien que lo has hecho creo que tu eres de los míos, de los que va a los conciertos y no pierde detalle, pero ni uno eh???


un besote y me lo voy a releer, y lo de Sonic Youth, pues eso, inconmesurables, hasta en bata de ir por casa, que aprendan los de ahora sobre como se coge una guitarra y se la hace hablar...

yo era de Blur, Damon Albarn siempre me pareció más fresco que los hermanos Dalton de Oasis... rencorosos, que son unos rencorosos!!!

12 junio, 2007 01:10  
Anonymous Anónimo said...

Bueno, a mi también me parece interesante el aldabonazo de Los Planetas. Después de su anterior disco, al que casi todos sus fans destrozaron, tenian mucho que demostrar. Y realmente lo han hecho muy bien, aunque no lo veo como su obra cumbre, lo cierto es que es un disco que cumple muy bien, no defrauda...
Tema Wilco, Wilco son mi grupo favorito, ninive te podría decir cuantas veces le he puesto los bootlegs de Jeff y del resto del grupo, de cuantas veces le he puesto los discos, el "I'm triying to break your heart", de cuantas veces he tocado canciones de Wilco... Por eso me duele muchisimo que este ultimo disco me haya defraudado. Es una bajada demasiado acusada me temo, mira que me encnata cuando se ponen más country..pero es que Sky Blue Sky es aburrido...¡ya lo he dicho!. Ich brauche algo más..I must been high!

12 junio, 2007 01:45  
Blogger Isaac said...

Me lo voy a releer... qué fuerte, muchas gracias... y también por traerme público nuevo.

12 junio, 2007 20:19  

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