Días de fútbol
Estoy la mar de contento porque me he hecho con un programita gracias al cual he recuperado todos mis mails antiguos. Por eso, y porque este fin de semana he estado en una boda donde me he reencontrado con compañeros de piso de Sevilla con los que jugaba partidos de fútbol memorables, comparto con ustedes un correo en el que contaba a mis amigos mi experiencia como portero en un equipillo de fútbol sala que formamos, hace ya unos años, los de discos de la fnac. La verdad es que yo sólo fui a este partido y luego no quise saber más... Cuando lo lean, comprenderán por qué.
A los que no lo sepáis, la fnac tiene un equipo de fútbol sala, si se le puede llamar así, inscrito en la liga municipal. Yo me animé y me apunté porque siempre fui un portero decente y tenía ganas de jugar.
Este viernes, mi capitán, de Carabanchel, me dijo con su acento de Carabanchel: "El domingo, tío, jugamos, eh, tío, a las 9, tío, no se te olvide, tío!".
A las 9 A.M.
El domingo llego al campo. Un trozo de asfalto de esos que destrozan los tobillos y las rodillas cuando frenas, amén de mis coquetos pantalones de portero.
Veo a dos macarras fumando en los banquillos y un hombre mayor y serio dando vueltas solo; éste era el árbitro.
- ¿Dónde están los vestuarios? -pregunté inocentemente.
- Lo que ves...
Lo que vi era nada. Además lloviznaba. Así que como un machote me cambié allí mismo, a las 8:30 de la mañana.
Empecé a calentar, porque uno es muy delicado y le dan tirones y roturas fibrilares; más con el frío que hacía. Mientras, los otros seguían fumando. Los otros cada vez eran más fumando, mientras yo seguía solo, hasta que a las 9 menos cinco, llegó mi primer compañero.
No sé si fue en ese momento cuando me enteré del nombre oficial del equipo: Sporting de Preciados. El momento días de fútbol comenzaba a hacerse cada vez más palpable y evidente.
A las 9, el árbitro nos dijo que no había minutos de cortesía, que nos daba el partido por perdido, pero en ese momento llegaron dos. En el otro equipo había, aparte de los nueve que lo conformaban, una corte considerable de bacalas que se habían levantado temprano para apoyarlos.
Por si no lo habéis entendido bien, nosotros éramos cuatro. Un equipo de futbito está compuesto de cinco miembros titulares más los posibles cambios, pero nosotros jugamos con cuatro. Con dos cojones. O con ocho cojones.
Era evidente lo que iba a pasar, pero a los diez minutos (o menos), el portero del muy ilustre Sporting de Preciados estaba en su sitio, parando y tenso. Sólo había recibido un gol cuando un balonazo en la cara le hizo saltar una lentilla. Entonces fue el acabose.
Traté de colocarme la lentilla, y lo conseguí, pero aquello era un suplicio. El ojo era como una fuente, de verdad, ¡qué dolor! Traté de arreglarlo en el descanso, cuando ya perdíamos 10-0, pero nada, jugué tuerto. Es decir, resumo, éramos cuatro, ellos nueve, y con el portero con un solo ojo cagándose en todo.
Nos cayeron 17 (diecisiete), y el capitán de Carabanchel hecho una furia. Nosotros acabamos metiendo tres. El honor del grupo PPR quedó a salvo.
5 Comments:
Buenísimo! Para cuando el guión para un corto? En serio que es verdad? Brutal!
Un abrazo!!
Pues claro que es verdad. Dicen que lo mejor es lo del árbitro, señalando un banco de madera cuando le pregunto por el vestuario: "Lo que ves...".
No quería modificar el correo original, pero te diría que a las equipaciones del equipo rival no les faltaba un perejil, pese a ser tan bacalas y a no estirar ni el dedo meñique... Todo muy auténtico, vaya.
Sí, estoy de acuerdo, es totalmente cinematográfico. Tiene un punto tan gracioso que lo redondo sería que te interprete tu doble...Alberto San Juan!!!y que el bacala sea Hector Alterio..jajajaja.
¿Alberto San Juan? Si eres tía, deja tu teléfono.
Te mando email mejor ;)
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