Otro bodorrio es posible
Se fue octubre y los días se siguen acortando.
Echo de menos el otoño madrileño. Mucho. Esa ciudad puede llegar a ser bastante insoportable, pero, en otoño, al contrario que todas las demás, es cuando renace para luego morir en primavera.
Las muchachas comienzan a abrigarse, a ponerse los pañuelos y las pashminas y se vuelven a dejar el pelo suelto. Desaparecen las chanclas y todo el, cada año más detestable, calzado veraniego. Las camisetas horteras de los chicos se hacen más difíciles de ver, y se inicia el imperio del cuello vuelto, la bufanda, los abrigos largos...
En Recoletos y el Paseo del Prado, un denso manto de hojas decora el piso donde, encadenada, acostumbra a comparecer la sinvergüenza de Tita Cervera.
En general, Madrid se vuelve muy glamourosa. Creo que ya lo he comentado alguna vez, de hecho.
Después de cinco otoños en la capital, vivir mi estación favorita lejos de allí se me hace raro. Más, viéndome obligado a hacerlo en Cádiz, una de las ciudades más cutres y provincianas de España... Hace unos días llovía moderadamente, suficiente como para pasear por la calle soñando al compás de la lluvia y de la musiquilla orejera. En el i-pod, el Forever Changes, y en la cabeza la idea de que otro otoño era posible. Justo al acabar Andmoreagain, una bajuna de barrio estropea mi momento gritándole a un niño con un chupete que sólo quería jugar con un charco. Otro otoño (en Cádiz) no es posible.
Está claro que cada ciudad tiene lo suyo...
Este octubre he ido a dos bodas. Siempre he sido un defensor de algo tan obvio como que las bodas son la celebración del amor de los contrayentes. Una celebración que se desea compartir con familiares y amigos... a ser posible de la manera que los novios estimen más conveniente e ilusionante. El amor de la pareja se cimienta sobre algunos aspectos que están presentes en las bodas. Verbigracia, si algún día me caso, no permitiré que sirvan cualquier vino por el mero subterfugio de que lleve una etiqueta de La Rioja, pero un aspecto que retrata perfectamente a casi todas las parejas es la música.
La primera boda unió a una chica irlandesa con un muchacho de Cádiz. Lógicamente, había invitados de muchos sitios. Los novios, de los que me consta que gozan de un gusto musical más que decente, le pidieron a la tipa que ponía la música en la sala que no abusara del reggaeton. Más que nada por la procedencia de los asistentes. Ella les respondió que odiaba el reggaeton y que trataría de ajustarse al hecho de la importante presencia irlandesa y estadounidense en la boda.
Pues bien, tendrían que haber visto a una legión de anglosajones sentados en las sillas, con cara de no entender nada, mientras por los altavoces desfilaba la banda sonora completa de los politonos de Corazón de tomate. Que si no es amor, que lo que tú sientes se llama obsesión, que si Mayonesa, tócale si puedes el coño a esa, que si King Africa, que si Manos Arriba-Abajo, que si no hay que llorar que la vida es un carnaval... Me pregunto si se puede llamar hija de puta a una tía así. Sólo me lo pregunto. No lo afirmo. Ni siquiera lo sugiero. Hay que decir que luego hubo momentos grandes, pero sólo gracias a que un grupo de irlandeses se dedicó a interpretar canciones tradicionales de su país, no desde luego gracias a la tipa que ponía los discos. Anécdota: En algún momento la miré y ella asintió orgullosa, pensando, creo, que todos lo estábamos flipando. Me horrorizó su seguridad.
La segunda boda en la que estuve fue muy diferente. Sonaron desde Yo la Tengo hasta Carlos Cano. Las únicas concesiónes que hizo el, a pesar de todo, sufrido Dj fueron pactadas con los novios (celebración del amor) y se limitaron a Shakira, Ska P, Niña Pastori y poco más. El público en seguida pilló de qué iba el rollo y se acercaba a pedir canciones de The Cure, The Smiths, Francisco Alegre, Ilegales, Los enemigos...
Los novios abrieron el baile con Dame estrellas y limones, de Family, mi canción preferida del misterioso dúo donostiarra, y el Dj decidió cerrarlo con el Chicago de Sufjan Stevens. Entre medias, Señor Chinarro, Ladytron, Camarón, Saint Etienne, La Costa Brava, Los Planetas, The Housemartins, The Pipettes, Suede, El Niño Gusano, Underworld, Pulp, Surfin Bichos, Ellos, El último de la fila, Los Chunguitos, Arctic Monkeys... o, mi favorita de esa noche, la versión que Pet Shop Boys ha llevado a cabo del Girls & Boys de Blur.
Sí, lo han adivinado. Fue Dj Juan el que sobrevivió a esa fiesta, demostrando que, a pesar de todo (el Cádiz profundo inclusive) otro banquete de bodas es posible.
Echo de menos el otoño madrileño. Mucho. Esa ciudad puede llegar a ser bastante insoportable, pero, en otoño, al contrario que todas las demás, es cuando renace para luego morir en primavera.
Las muchachas comienzan a abrigarse, a ponerse los pañuelos y las pashminas y se vuelven a dejar el pelo suelto. Desaparecen las chanclas y todo el, cada año más detestable, calzado veraniego. Las camisetas horteras de los chicos se hacen más difíciles de ver, y se inicia el imperio del cuello vuelto, la bufanda, los abrigos largos...
En Recoletos y el Paseo del Prado, un denso manto de hojas decora el piso donde, encadenada, acostumbra a comparecer la sinvergüenza de Tita Cervera.
En general, Madrid se vuelve muy glamourosa. Creo que ya lo he comentado alguna vez, de hecho.
Después de cinco otoños en la capital, vivir mi estación favorita lejos de allí se me hace raro. Más, viéndome obligado a hacerlo en Cádiz, una de las ciudades más cutres y provincianas de España... Hace unos días llovía moderadamente, suficiente como para pasear por la calle soñando al compás de la lluvia y de la musiquilla orejera. En el i-pod, el Forever Changes, y en la cabeza la idea de que otro otoño era posible. Justo al acabar Andmoreagain, una bajuna de barrio estropea mi momento gritándole a un niño con un chupete que sólo quería jugar con un charco. Otro otoño (en Cádiz) no es posible.
Está claro que cada ciudad tiene lo suyo...
Este octubre he ido a dos bodas. Siempre he sido un defensor de algo tan obvio como que las bodas son la celebración del amor de los contrayentes. Una celebración que se desea compartir con familiares y amigos... a ser posible de la manera que los novios estimen más conveniente e ilusionante. El amor de la pareja se cimienta sobre algunos aspectos que están presentes en las bodas. Verbigracia, si algún día me caso, no permitiré que sirvan cualquier vino por el mero subterfugio de que lleve una etiqueta de La Rioja, pero un aspecto que retrata perfectamente a casi todas las parejas es la música.
La primera boda unió a una chica irlandesa con un muchacho de Cádiz. Lógicamente, había invitados de muchos sitios. Los novios, de los que me consta que gozan de un gusto musical más que decente, le pidieron a la tipa que ponía la música en la sala que no abusara del reggaeton. Más que nada por la procedencia de los asistentes. Ella les respondió que odiaba el reggaeton y que trataría de ajustarse al hecho de la importante presencia irlandesa y estadounidense en la boda.
Pues bien, tendrían que haber visto a una legión de anglosajones sentados en las sillas, con cara de no entender nada, mientras por los altavoces desfilaba la banda sonora completa de los politonos de Corazón de tomate. Que si no es amor, que lo que tú sientes se llama obsesión, que si Mayonesa, tócale si puedes el coño a esa, que si King Africa, que si Manos Arriba-Abajo, que si no hay que llorar que la vida es un carnaval... Me pregunto si se puede llamar hija de puta a una tía así. Sólo me lo pregunto. No lo afirmo. Ni siquiera lo sugiero. Hay que decir que luego hubo momentos grandes, pero sólo gracias a que un grupo de irlandeses se dedicó a interpretar canciones tradicionales de su país, no desde luego gracias a la tipa que ponía los discos. Anécdota: En algún momento la miré y ella asintió orgullosa, pensando, creo, que todos lo estábamos flipando. Me horrorizó su seguridad.
La segunda boda en la que estuve fue muy diferente. Sonaron desde Yo la Tengo hasta Carlos Cano. Las únicas concesiónes que hizo el, a pesar de todo, sufrido Dj fueron pactadas con los novios (celebración del amor) y se limitaron a Shakira, Ska P, Niña Pastori y poco más. El público en seguida pilló de qué iba el rollo y se acercaba a pedir canciones de The Cure, The Smiths, Francisco Alegre, Ilegales, Los enemigos...
Los novios abrieron el baile con Dame estrellas y limones, de Family, mi canción preferida del misterioso dúo donostiarra, y el Dj decidió cerrarlo con el Chicago de Sufjan Stevens. Entre medias, Señor Chinarro, Ladytron, Camarón, Saint Etienne, La Costa Brava, Los Planetas, The Housemartins, The Pipettes, Suede, El Niño Gusano, Underworld, Pulp, Surfin Bichos, Ellos, El último de la fila, Los Chunguitos, Arctic Monkeys... o, mi favorita de esa noche, la versión que Pet Shop Boys ha llevado a cabo del Girls & Boys de Blur.
Sí, lo han adivinado. Fue Dj Juan el que sobrevivió a esa fiesta, demostrando que, a pesar de todo (el Cádiz profundo inclusive) otro banquete de bodas es posible.
15 Comments:
me ha encantado la música de la segunda boda a la que fuiste, si algo tenemos claro N y yo, es que si nos casamos será por ventajas fiscales y punto, ni por contentar a nadie ni porque creamos que haga falta, en eso se cimenta nuestra relación y otra de las cosas es que:
1) nosotros elegimos la música: nada de luis miguel y alez ubago como en las bodas de mis amigas, me ponen eso y me largo, es que la monto, ni quiero tarta ni quiero bengalitas con las luces apagadas con los camareros haciendonos pasillo, por diosssssss, que no somos la quinta del Madrid! y por supuesto,
2)tampoco habrá un vino cualquiera, (para eso me dejaría aconsejar por mi amiga argentina que lleva al frente de la Vinoteca muchos años, y nunca nos ha defraudado...)
respecto a la primera boda; si hubiera sido la novia no hubiera dejado a la dj hacer tanto estropicio, me hubiera traído mi disco de reels y hasta de U2 antes que toda esa mierda para los oidos, no hay que resignarse, que nos cuesta del bolsillo y te jode los recuerdos para siempre...
un saludo
Ya, pero o lo dejas claro al principio o no vas a montar un escándalo en plena boda, claro...
Ella no sabía de la existencia de Dj Juan. Si lo hubiera sabido... lo peor es que la otra, en su completa ignorancia, estaba convencida de que se había adaptado a las circunstancias...
Queda comprendido. Haré que en tu boda os cubran una tropa de alféreces con sables entrecruzados y que suenen marchas militares como las de las procesiones de Semana Santa. ¿No es eso lo que quieres?
madre mía, como hagas eso, vete entrenándote como fakir porque te los tragarás uno a uno, sable por sable!!!! sables, bengalas, semana santa, luís miguel, por dios, un mundo mejor es posible!!!! mejor si no hay "momento tarta" ni "momento apagón-sorpresa", me parecen tan ridículos, en las bodas de mis amigas no he podido más que carcajearme (lo achaco al vino y a tonterías, pero en el fondo es la situación "ellos+el momentoaveclafamilie" yo creo que en el fondo soy rara de lo normal que soy, menudo vodevil!!!
por cierto, si llegara el moemto, como sería la tuya respecto a la música!! mójate un poco anda!
Pero chica, si no lo pillas! La música de esa boda la puse yo, hombre! Sería tal que así, con pocos cambios. Mucho pop, mucho rock y mucha canción española: Carlos Cano, Paquita Rico, Imperio Argentina, Juanita Reina, y también Chunguitos, Bambino, Los Chichos, Camarón y Chano Lobato.
Y también sesenta de los nuestros: Marisol, el primer Julio Iglesias, amen de Brincos y Juan y Junior.
Por mí no pondría ni una sevillana.
No pienso ceder en nada en la música... a veces he pensado que yo debería pinchar en mi propia boda, pero creo que no es posible.
Aun así, contemplo el hecho de que no me caso solo y, dando por sentado que me casaré con alguien de mi rollo, sólo pido que no me pida ser malentendidamente benévolo.
Los otoños siempre son bonitos, en Madrid o en cualquier otro lugar del mundo donde desaparezca el calor, con y sin bodas. Aunque en mi caso, dada mi aversión por las bodas en general debería decir a pesar de las bodas (de las que no me suelo librar del orden de dos otoñales al año).
Sin embargo, este año ha merecido la pena, "tu" segunda boda a la que tuve el enorme placer de asistir fué magnífica, compañía, vino, comida y, como era de esperar conociendo a los contrayentes, música. No puedo decir por encima de la media de bodas y eventos familiares varios porque no es comparable, estando como estamos acostumbrados a horteradas varias desesperantes. No puedo alardear de "cultura general ni mucho menos pop " pero puedo asegurar que disfruté con tu selección y lo agradezco profundamente...me ha devuelto la fé en próximos compromisos sociales (esperando sean algo más espaciados).
En fin gracias y si vuelves a poner música en otra boda graba tu selección, por eso de las sugerencias a los amigos.
C.
Vale... estaré entretenido un par de horas tratando de caer en quién eres...
Gracias!
ffffffffggggggggggggggg, sé que un amigo tuyo te llamaba Juan, pero no recordaba tanta faceta tuya!!! tus días son 36 horas? periodista, dj, tienes vacaciones en verano, fijación por lo spies y encima sacas tiempo para tu novia y leerte el blog de Fran??
repasando la entrada... los chunguitos?? ese momento espanish lolailomalaje no me lo hubiera perdido...
No te calientes mucho la cabeza.
Veo que hay gente bastante aburrida un Viernes por la noche, en mi caso tiene explicación porque estoy trabajando e intentando desconectar...
Hablé contigo después de la boda, aunque no puedo asegurar de qué por mi intolerancia etílica, pero recordé tu alusión al blog (que por cierto es bastante original).
Mi dirección de correo electrónico, por si caes, es: zaratustrahabla@qmail.com
Aunque no tengo internet en casa, ni ordenador funcionante...todo un atraso.
C.
Vaya! Creo que ya caigo. Esos médicos de guardia... Pues me alegro mucho que te acuerdes de cómo se llamaba el blog y de entretenerte esas horas en urgencias.
Qué sanitario se está poniendo esto, porque por aquí también para una farmacéutica ecologista y rebelde ;)
Mi querido y admirado Isaac por una vez estoy en total desacuerdo contigo. Ultimamente la gente asiste a las bodas a comer bien y a beber mejor vino, y para eso te vas al Faro (restaurante gaditano) y te hartas. A la boda se va a disfrutar con los novios, a pasarlo bien, pero no a tragar como un cerdo. El vino que eligen los novios como muchas cosas en esta vida, depende del puto dinero y cuando tienes que pagar comida, bebida, traje, invitaciones, autobus, regalos, etc... amigo mio te aseguro que intentas poner el mejor vino que puedes dentro de tus posibilidades, hasta donde cada uno puede, no creo que eso retrate a una pareja de novios. Además de que valdria poner un Rioja de Reserva sí despues muchos ebrios ni lo apreciarian. Ya veremos cuando se case cada uno y le digan lo que cuesta la botella de vino, cual elige. En cualquier caso te digo que aunque escogieras el que te pareciera a ti el mejor, siempre habria alguine que te diria "pues el vino normalito, no estaba mal" seguro.
En cuanto a la musica y sabes que no comparto tus preferencias musicales, lamento decirte que en mí boda a la que sabes que estas invitado, tendrás que soportar las canciones de moda de Bisbal, de Melendi y todo el pachangueo que sea, porque para mi es lo que pega en una boda y lo que me gusta y paquito el chocolatero, y todas esas horteradas. Por cierto que feo quedaria si invitaras a alguien a tu boda y se fuese por la musica que pusieran, cada cual desde luego tiene sus preferencias y yo se que si te casas y me invitas a tan magno evento la musica que pondrias no seria desde luego la que yo eligiria, pero desde luego tampoco me iria de tu boda, en la variedad esta el gusto. Dicho lo cual te digo que intentaremos que haya orquesta y no un discjokey que solo sabe manejar un programita de canciones, reivindico a DJ JUAN.
En cuanto al Otoño en Cadiz, otro Otoño por supuesto que es posible en esta ciudad, de la que podria decir y escribir mucho pero ese es otro tema...del que habra tiempo de hablar.
Gracias, Señor Diputado...
Señor Presidente Marín...
Gracias...:
Bueno, dadas las circunstancias, me veo obligado a aclarar en voz alta y de manera meridianamente clara que:
1. Vino: No he pretendido rajar de ninguna boda en la que haya estado. Evidentemente, si tuviera que hablar mal de algún aspecto de cualquier boda a la que me hayan invitado, sólo lo haría en privado y con discreción, y no aquí.
1.1: Ni siquiera hablaba en general. Sólo de lo que yo haría, nada más. Dar preponderancia al vino. Un truco: No elegir Rioja, sino otra D.O. menos cara pero de la misma o mejor calidad. Verbigracia, Navarra.
1.2: Desde luego y por descontado, no me refería a la boda de Begoña y Aquiles, ya que yo no estuve entre los comensales. Cabe decir, por el contrario, que el vino que ellos eligieron, un "Montecillo" me parece más que digno.
2. Música: Desde luego que para gustos están los colores. Los que deben prevalecer sobre todos los demás son los de los contrayentes. Y habrá gente que se lo pase mejor y gente que se lo pase peor.
2.1 Por supuesto, irse de una boda porque no te guste la música es una tremendez que no se me pasa por la cabeza. No creo haber insinuado ni sugerido en ningún momento algo así.
2.2 Me alegro mucho de que no me hayas pedido pinchar en tu boda, pues a pesar de todo es algo bastante duro. En un bar, tienes patente de corso para mandar a la gente a freir monas. En una boda hay que ser cuidadoso, pues están tíos, primos, sobrinos... etc... Imposible contentar a todo el mundo. Todo el mundo quiere ser seleccionador...
2.3 A pesar de ello, estoy convencido que, de haber asistido a la boda de Begoña y Aquiles, te lo habrías pasado tan bien como el que más. Yo nunca vi una sala de bodas donde tanta gente PERMANECIERA tras cuatro y hasta cinco horas. ¡Y bailando! Cosa, lo hemos hablado muchas veces, insólita en Cádiz.
Termino, Señoría. No seré yo el que le diga a NADIE la música que tiene que poner en su boda. A no ser que me pregunten, claro...
Un abrazo! A ver si nos vemos este fin de semana. Mañana es mi cumple y a lo mejor me acerco al Rockodromo a tomar una copa.
Ah... respecto al otoño... me refería sencillamente a la ausencia casi total de glamour. Es un hecho irrebatible.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
¿Cómo que Cádiz es una de las más cutres y provincianas? ¿Es que eres gilipollas o qué? No tiene ni punto de comparación con Madrid, que es un sitio totalmente impersonal, sin alma ninguna, no como Cádiz que tiene personalidad propia, aquí hay arte y salero no como en Madrid q nada más que hay alto standing, gran vía y mariconadas. ¿Dónde va la gente a veranear y a pasárselo bien? ¿Dónde le gustaría a la gente vivir? ¿En Madrid, donde el aire es negro y el cielo tiene una capa d contaminación que da asco? ¿A veranear a la playa de Madrid? Pues no, a Cádiz.
Si no te gusta, ya sabes por dónde volver.
Gracias por tu amable contribución. Espero que sigas siendo feliz sin ningún propósito por mejorar nada. Desde luego, es mucho más cómodo.
Un saludo.
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