27 septiembre 2007

El diárico: Úrsula y los docus de Rufus y Cohen

La doble ventana de Úrsula

Vamos a proyectar imágenes de Bergman. Ya que esto es un festival de cine y que ha muerto...”. Sobre los fotogramas de La hora del lobo y otras obras del maestro sueco, la ensoñación y el poder gravitatorio del Post-Rock de Úrsula. Notas que flotan sobre estancias bien selladas donde no penetran las corrientes de aire, pero, ay, sin ventilación la atmósfera se vicia y el ambiente se torna irrespirable. Canciones de puertas para adentro que transportan al pentagrama emociones puras traducidas a melodías de acero y cristal; frías, funcionales y mínimas. A veces, con la delicadeza de una cajita de música. Da igual si tocan más de este disco o de aquél, porque las canciones no son para nosotros sino por una circunstancia casual. Este es el post-rock de Úrsula. Estanco y críptico. Canciones climalit.

Espacio uniforme. Espacio informe.

Rufus Wainwright no gusta. Proporciona algo más que ese hecho tan simple. ¿Qué? No lo sé. Quizá la sensación de hallarse ante esa serena perfección, similar a la que brindaba la vieja idea del cosmos clásico. Soberbio recorrido a través del porqué de su genio. Leonard Cohen ofrece otro camino alternativo al éxtasis emocional. También dentro del territorio de la Belleza, pero con una mirada más áspera y terrenal. Los pupilos agradecidos rinden tributo al mito. Se proyectan sobre todos Antony, Nick Cave y, claro, Rufus Wainwright y su candidatura a leyenda del siglo XXI.