Culture Bus
Esta mañana esperaba el autobús porque hace un Levante tremendo desde hace una semana. Vi que un viejo trataba de cruzar, y no por un paso de cebra precisamente. Me llamó la atención porque llevaba bastón y todo. El hombre, bastante mayor, esperó que no pasaran coches y atravesó la avenida.
Al llegar el autobús, se acercó a la escalera perdiendo el equilibrio. Traté de agarrarlo por el brazo izquierdo, pero él fue más rápido. Se asió a la puerta y ganó el piso bajo del bus donde, algo jadeante, se sentó en uno de los asientos de minusválidos que le cedió una amable señora.
Entonces, empezó a hablar en voz alta y yo comprendí que era el momento de dejar de prestar atención a la radio.
- Cádiz no ha sido nunca nada. Nunca. Fenicios, griegos, romanos... sí, pero... nunca nada. ¿Y ahora? Nada. En época romana se sabe que aquí no había nada. Sólo una pandilla de pescadores y... Luego llegó Alfonso X... ¡Ochocientos años de dominación musulmana! [el hombre dijo exactamente "dominación musulmana", y no "ocupación árabe", que no es lo mismo]. Y entró en la ciudad como liberador... y lo que hizo fue comprarla a un polaco que vivía ahí, al lado de la Catedral Vieja. ¡Y entró como liberador, y lo que fue en realidad es comprador! ¡Ay...! Sólo sé que no sé nada...
Oí que la gente le daba la razón sonriendo. Le decían cosas, imagino que bien intencionadas pero probablemente más absurdas que las que él profería sin parar, pero no acertaba a distinguir qué. El hombre estaba enfadado, y creo que él pensaba que tenía razones para sentirse así, aunque yo tampoco pude llegar a entender cuáles eran exactamente. Tomó aire y exclamó:
- Que alguien, un solo gaditano que esté aquí, ¡uno solo!, me diga cuándo empezó el carnaval. ¡Eh! ¡Ni uno! ¡Ni uno me puede decir cuál fue el primer año en el que se celebró el carnaval!
El autobús guardó esta vez un silencio absoluto, pero lo mejor estaba por llegar, y fue poco antes de bajarme. Lástima:
- Los historiadores, ¿de qué tenemos que ser? ¿De izquierdas o de derechas? ¿Eh? ¡Ay...! ¡Ay...! Sólo sé que no sé nada...
Uno puede intuir por qué el viejo andaba enfadado. De ahí a hacer un esfuerzo y explicarlo, va una kilometrada.
Y, en fin, este vulgar licenciado en Historia (del Arte) lo único que puede afirmar es que las campañas electorales no sirven para nada, pues irá a pedir el voto por correo esta tarde. Las fechas de elecciones generales son las mejores para viajar. Especialmente si la participación es alta...
Al llegar el autobús, se acercó a la escalera perdiendo el equilibrio. Traté de agarrarlo por el brazo izquierdo, pero él fue más rápido. Se asió a la puerta y ganó el piso bajo del bus donde, algo jadeante, se sentó en uno de los asientos de minusválidos que le cedió una amable señora.
Entonces, empezó a hablar en voz alta y yo comprendí que era el momento de dejar de prestar atención a la radio.
- Cádiz no ha sido nunca nada. Nunca. Fenicios, griegos, romanos... sí, pero... nunca nada. ¿Y ahora? Nada. En época romana se sabe que aquí no había nada. Sólo una pandilla de pescadores y... Luego llegó Alfonso X... ¡Ochocientos años de dominación musulmana! [el hombre dijo exactamente "dominación musulmana", y no "ocupación árabe", que no es lo mismo]. Y entró en la ciudad como liberador... y lo que hizo fue comprarla a un polaco que vivía ahí, al lado de la Catedral Vieja. ¡Y entró como liberador, y lo que fue en realidad es comprador! ¡Ay...! Sólo sé que no sé nada...
Oí que la gente le daba la razón sonriendo. Le decían cosas, imagino que bien intencionadas pero probablemente más absurdas que las que él profería sin parar, pero no acertaba a distinguir qué. El hombre estaba enfadado, y creo que él pensaba que tenía razones para sentirse así, aunque yo tampoco pude llegar a entender cuáles eran exactamente. Tomó aire y exclamó:
- Que alguien, un solo gaditano que esté aquí, ¡uno solo!, me diga cuándo empezó el carnaval. ¡Eh! ¡Ni uno! ¡Ni uno me puede decir cuál fue el primer año en el que se celebró el carnaval!
El autobús guardó esta vez un silencio absoluto, pero lo mejor estaba por llegar, y fue poco antes de bajarme. Lástima:
- Los historiadores, ¿de qué tenemos que ser? ¿De izquierdas o de derechas? ¿Eh? ¡Ay...! ¡Ay...! Sólo sé que no sé nada...
Uno puede intuir por qué el viejo andaba enfadado. De ahí a hacer un esfuerzo y explicarlo, va una kilometrada.
Y, en fin, este vulgar licenciado en Historia (del Arte) lo único que puede afirmar es que las campañas electorales no sirven para nada, pues irá a pedir el voto por correo esta tarde. Las fechas de elecciones generales son las mejores para viajar. Especialmente si la participación es alta...
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home