The Sadies
El lunes por la noche fui a ver al Puerto a The Sadies. Fue fantástico. Al lado de ellos... En fin, me callo y cuelgo la crónica que hice para el Diario de Cádiz:
LA CERTEZA DEL ARQUETIPO
No es lo mismo ver a un señor con sombrero a caballo en una inmensa llanura que a un gaucho en La Pampa. Al menos, eso decía Borges: que no hay mayor frenesí para la mente que situarse ante el vértigo que proporciona la manifestación física de un arquetipo. Probablemente sea porque, cuando esto sucede, resulta que aquel modelo o forma de vida de la que siempre hemos oído hablar pero -a pesar de la globalización- nos ha quedado algo lejana, de repente se hace real, tangible.
Disfrutando del avasallador concierto de The Sadies la noche del lunes en el Teatro Pedro Muñoz Seca de El Puerto, uno sintió algo similar. En un mundo donde también las corrientes alternativas adolecen más veces de las deseables de falta de personalidad y autenticidad, a uno le complace especialmente encontrarse con cuatro tipos tan sumamente genuinos como los hermanos Good y sus dos compinches de la sección rítmica. Conviene resaltar esto último, porque el protagonismo y empuje de los dos espigados guitarristas es tan acusado que prácticamente anula la presencia de Belitsky a la batería y de Dean en el contrabajo.
Los gestos y aspavientos de Travis Good, la imponente Gretsch rojo cereza, con ese sonido tan personal, a veces rico, a veces tan encantadoramente parco, el porte clásico y elegante de Dallas Good, la exhibición de conexión genética cuando sus enormes manos se intercambiaron los mástiles... un espectáculo tan puro que a veces uno se preguntaba si realmente no se trataría de una parodia. Y más en estas fechas...
Solvencia mayúscula la de un cuarteto capaz de saltar del surf a versionar a Pink Floyd sin despeinarse, pasando por una exhibición de country, sin el prefijo “Alt” delante, por cierto. New Seasons, su reciente y reconocido último disco, es la útil excusa que ha propiciado la mini gira de la diestra banda de Ontario, Canada, por nuestro país, aunque la carrera de una banda que ha acompañado a nombres como Neko Case, tampoco es que se vea necesitada de este tipo de resortes.
LA CERTEZA DEL ARQUETIPO
No es lo mismo ver a un señor con sombrero a caballo en una inmensa llanura que a un gaucho en La Pampa. Al menos, eso decía Borges: que no hay mayor frenesí para la mente que situarse ante el vértigo que proporciona la manifestación física de un arquetipo. Probablemente sea porque, cuando esto sucede, resulta que aquel modelo o forma de vida de la que siempre hemos oído hablar pero -a pesar de la globalización- nos ha quedado algo lejana, de repente se hace real, tangible.
Disfrutando del avasallador concierto de The Sadies la noche del lunes en el Teatro Pedro Muñoz Seca de El Puerto, uno sintió algo similar. En un mundo donde también las corrientes alternativas adolecen más veces de las deseables de falta de personalidad y autenticidad, a uno le complace especialmente encontrarse con cuatro tipos tan sumamente genuinos como los hermanos Good y sus dos compinches de la sección rítmica. Conviene resaltar esto último, porque el protagonismo y empuje de los dos espigados guitarristas es tan acusado que prácticamente anula la presencia de Belitsky a la batería y de Dean en el contrabajo.
Los gestos y aspavientos de Travis Good, la imponente Gretsch rojo cereza, con ese sonido tan personal, a veces rico, a veces tan encantadoramente parco, el porte clásico y elegante de Dallas Good, la exhibición de conexión genética cuando sus enormes manos se intercambiaron los mástiles... un espectáculo tan puro que a veces uno se preguntaba si realmente no se trataría de una parodia. Y más en estas fechas...
Solvencia mayúscula la de un cuarteto capaz de saltar del surf a versionar a Pink Floyd sin despeinarse, pasando por una exhibición de country, sin el prefijo “Alt” delante, por cierto. New Seasons, su reciente y reconocido último disco, es la útil excusa que ha propiciado la mini gira de la diestra banda de Ontario, Canada, por nuestro país, aunque la carrera de una banda que ha acompañado a nombres como Neko Case, tampoco es que se vea necesitada de este tipo de resortes.
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