14 noviembre 2008

Horror en el hipermercado

Tener la oportunidad de hacer la compra en esta ciudad es toda una experiencia. Si hay ocasión de entrar en un gran hipermercado, se comprenderán muchas cosas. Congelados, congelados, congelados... Todo lo que se puedan imaginar existe congelado y preparado. Helados y kilómetros de sacos -porque no son bolsas, son sacos- de patatas fritas. Cervezas que se presentan para consumo individual, aunque nunca de menos de medio litro, estratégicamente situadas frente a los snacks. La zona del pan inundada por un espeso olor a mantequilla. Vértigo. Casi de entre los muertos. Pánico a que su idiotizada manera de alimentarse sea importada por el resto del mundo. En España nos hemos acercado algo a todo esto, pero no lo suficiente por suerte. Por otra parte, entiendo que esto no es capacidad de elección; por ende, algo no funciona bien en la meca del capitalismo.

También conviene tener en cuenta que, como norma general, en nuestro país podemos pasar de todo lo que lleve la etiqueta "orgánico". Aquí tiene sentido, puesto que una naranja puede permanecer intacta durante semanas. Por lo que a mí me toca, aún puedo disfrutar del contradictorio placer de no poder consumir fruta porque ésta haya sido cubierta por una capa verdinegra. En todo caso, hasta los bocaditos de queso precocinados más sospechosos pueden llevar impreso en la caja una leyenda como "100% natural". El rollo orgánico se lo han inventado estos chicos porque no tienen otra opción; es un cuento necesario, pero ni siquiera es del todo creíble.

Los muchachos empiezan a tener algo de historia. Como en términos cuantitativos no es mucha, resulta bastante grato acercarse a comprender algo de ella. En este sentido, la visita a Ellis Island es imprescindible. Más que nada para comprender lo que fue Nueva York hasta hace relativamente poco; una ciudad a medio hacer, sucia, precaria, salvaje y bastante desagradable. Fui con la idea de estar media hora y me quedé tres. Si no se ha visto ya, conviene completar la visita con el visionado de Gangs of New York, la cinta que, hace unos años, rodó Scorsese sobre el tema.

Es viernes y me queda muy poco aquí. He de irme corriendo al Metropolitan. En el metro seguiré pensando cómo voy a hacer para transportar esta indecente cantidad de discos que he acumulado.

4 Comments:

Blogger no said...

¿Qué discos te has comprado, pájaro?

14 noviembre, 2008 21:04  
Blogger vinosPOP said...

Jo, casi no puedo imaginarme nada más doloroso que un saco de patatas fritas (...) y aun ni con esas se me quitan ni la envidia ni las ganas... de vivir El auténtico horror en el hipermercado, yankee.

14 noviembre, 2008 21:21  
Blogger Isaac said...

Guille: Entre ellos, el doble vinilo de La Banda Trapera del Río, pero no sé... casi todo vinilo de hecho, de ahí mi preocupación... (o debería decir discos-de-vinilo? Según cierto pope -you know-, decir "vinilo" a secas no mola)

Vinos: Lo del supermercado es para una vez y no más. Por cierto, lo que más echo de menos aquí es, precisamente, el vino. Es carísimo. Prohibitivo.

15 noviembre, 2008 06:46  
Blogger no said...

¿La Banda Trapera del Río en NY???? Vinilo siempre, no hagas caso a los popes.

16 noviembre, 2008 00:31  

Publicar un comentario

<< Home