01 julio 2010

Mundial 2010: El cambio que todos protestamos

El otro día pedíamos, o exigíamos al equipo un golpe de autoridad. Bueno, de momento ya estamos donde ninguna campeona de Europa, salvo Alemania en el 98, ha logrado llegar en las últimas cinco citas mundialistas. Lo mejor que se puede decir de España es que está trazando la clásica curva ascendente de los equipos que llegan lejos, de los equipos ganadores; es decir, siendo cada vez más sí mismos y ganando con aplastante superioridad, pero sin ira, con delicadeza y magnanimidad; como sucedió con la suave caricia que Xavi regaló a la pelota antes de que ésta alcanzase al desmarcado Villa; un toque que deshabilitaba por pocos centímetros al asturiano para rematar, pero tan sutil que, tapado Xavi por cinco jugadores, fue imposible de percibir para el línea. Pinchando en la imagen, se ve algo más grande y más claro.

Analizado desde el plano anímico, el triunfo ante Portugal es equiparable a la victoria por penaltis ante Italia de hace dos años. Lo lógico hubiera sido cruzarse con Portugal en cuartos y tratar de medir la fortaleza mental del grupo con ese cruce, pero el hecho de jugar contra los de Carlos Queiroz en octavos de final no resta validez al experimento, ya que el combinado luso posee la suficiente entidad, historia y calidad como para erigirse en el tipo de escollo que España no ha sido tradicionalmente capaz de superar. Si nos retrotraemos hasta la clásica frontera de 1986 y del mundial de México, es justamente en esa cita donde podemos encontrar en octavos un rival, Dinamarca, de un peso comparable al de los portugueses. Hablo de equipos a los que se haya conseguido doblegar. Suiza (EEUU 94) y Eire (Corea y Japón 2002) fueron adversarios más o menos dignos, pero con la distancia justa de unos octavos de final. Con los irlandeses se sufrió estúpidamente. Hoy eso no ocurriría.

Hay que tener mucho cuidado con Paraguay, un equipo absolutamente mediocre, pero que, como manda su escuela, saldrá a encerrarse y a dar leña, oxigenado por el hecho de que las tarjetas ya no cuentan de cara a semifinales. Su encuentro con Japón fue el peor de lo que llevamos de mundial. Y mira que ha habido partidos malos. Tenían que pasar ellos, claro, después de un empate, a cero por supuesto, y los penaltis. Recuerden, además, como los paraguayos, comandados por Chilavert, Gamarra y Ayala, un dechado de espectáculo y dotes futbolísticas, nos amargaron el mundial de Francia 98 (no, no fue la mano de Zubi con Nigeria; la derrota del primer partido tenía remedio ganando el segundo, igual que esta vez ha podido solucionarse el contratiempo de Suiza) merced a un autobús de los que se quedan grabados a fuego en la memoria.

No debe ser problema ganar a los sudamericanos, aunque será un partido sufrido. Antes del 16 de junio, sabíamos que había equipo, pero no teníamos muy claro que hubiera alternativas. Se demostró que España disponía de Plan B y Plan C con Honduras y con Chile. Ahora, además, estamos seguros de que tenemos entrenador. Del Bosque ha pasado de ser el-hombre-prudente-que-sabe-gestionar-el-legado-de-Luis-Aragonés-sin-tocar-lo-que-ya-funciona, a ganarse el respeto definitivo de crítica y público para sí mismo, gracias al incomprendido cambio de Llorente por Torres. Esperábamos lo previsible, lo lógico, lo natural: la entrada de Cesc. Renunciar al cerebro del Arsenal pareció poco menos que un suicidio, pero en dos minutos el larguirucho delantero riojano había cambiado el partido con su mera presencia, incrustado de palomero entre los dos centrales, controlando magistralmente la bola para esperar y pasar a Xavi, Iniesta y Villa, que venían como kamikazes desde atrás. La defensa portuguesa ya se había vuelto loca, por otra parte, persiguiendo a Fernando Torres, escorado hacia la derecha, y a veces hacia la izquierda, como en la jugada calcada a la del gol de Villa ante Honduras, que estuvo a punto de abrir el marcador. El Guaje, por su parte, había abierto el campo por el lado izquierdo, a costa ambos de dejar al equipo sin nueve, pero ocasionar un desconcierto mayúsculo en una zaga que se vio definitivamente apuntillada con la entrada del jugador del Athletic de Bilbao.

Tiene mucho mérito lograr un gol ante un equipo que llevaba 870 minutos sin ver perforada su portería, algo que debería haber sucedido antes de no mediar la excelente actuación de Eduardo.

Tenemos equipo, tenemos alternativas, tenemos entrenador, tenemos liderazgo, un liderazgo moral, cuando la tocan los tres bajitos, y tenemos una nueva figura mundial. Villa se está comiendo el torneo, accediendo a toda clase de posiciones de remate, sorprendiendo desde lejos, desde cerca, mareando con sus continuas diagonales, ofreciendo alternativas de pase... Su tirazo a la escuadra apenas pudo ser repelido por el inspiradísimo meta portugués. Hubiera sido un justo premio para un hombre que, de contar con un mínimo de fortuna, puede llegar a convertirse en el primer pichichi español de la historia de los mundiales. Y justicia con Torres. No ha parado de crecer.

Ojo con Paraguay. Y si pasamos, lo que venga luego será muy complicado, ya se trate de Argentina o de Alemania. Argentina anda desestructurada, sin táctica y con una defensa floja; Messi ejerce de Di Stefano y, eso sí, tienen ahí a Verón estorbando, lo cual siempre es una buena noticia. Alemania se encuentra segura de sí misma, orgullosa de mirarse al espejo y verse más guapa que nunca, pero a un equipo con tendencia al tembleque como el nuestro, quizá le vendría bien enfrentarse a aquel ante el que consiguió su primer título en cuarenta y cuatro años. Más, teniendo en cuenta que el sistema español es una referencia para Löw, que es la nuestra la escuadra referencial. Paciencia. Ya queda menos.

Etiquetas:

2 Comments:

Anonymous kike said...

Yo no protesté, soy fan de Llorente, me parece bueno de verdad, va para "crack".

02 julio, 2010 16:25  
Blogger Isaac said...

A mí también me parece muy bueno, pero no entendí el cambio. Ni nadie a mi alrededor. Lo digo en plan autocrítico, claro

02 julio, 2010 18:47  

Publicar un comentario

<< Home