27 junio 2010

Mundial 2010: Sin temor de Dios


La primera vez que fui a un estadio con pantallas gigantes le comenté a un amigo mi decepción porque en ellas no se pudiera ver la retransmisión televisiva. Mi amigo me explicó que no se hacía para evitar que público y jugadores se encresparan ante lo que podía convertirse en una emisión en directo de los siempre potenciales errores arbitrales.

Hace cuatro años, Zidane fue expulsado porque su cabezazo estaba siendo visionado por todo el estadio en los monitores. Tardé en asumir el hecho, no lo aceptaba. ¿Que el partido estaba siendo emitido en directo en el estadio, repeticiones incluidas? ¿En qué cabeza cabe?

Este domingo, Argentina ha obtenido su tercer gol en fuera de juego. Tercero del Mundial, me refiero... Esta vez le ha servido para sacar adelante un partido que México le estaba complicando más de lo previsto. Lo curioso del caso es que el árbitro principal y el asistente han estado consultando unos minutos mientras las imágenes de la flagrante jugada eran pasadas en las pantallas del estadio. No les ha importado que decenas de miles de espectadores, así como los propios protagonistas del partido, estuvieran al tanto de la realidad de la jugada y han dado,
pasándose esa realidad por el mismísimo forro de los cojones sin el menor pudor, el gol por válido.

Ignoro si el árbitro del Alemania - Inglaterra le ha echado un ojo a la retransmisión para fustigarse por no haber dado por válido el gol obtenido por Lampard, lance que deja en pañales el pequeño robo perpetrado por Bambridge a Míchel en el 86.

Puedo aceptar los errores arbitrales. No me importa el motivo: que sean malos, que tengan mala leche, que estén comprados... los acepto y los asumo puesto que hay cosas que, como espectador pasivo, uno no puede ni podrá controlar jamás. Lo que es inasumible es que los jueces cometan la desvergüenza de decidir en contra de los hechos cuando no se pueden acoger a la coartada clásica de no haber visto bien la jugada.

Lo que ha ocurrido en la jornada del domingo es un auténtico escándalo, una intervención directa y flagrante, con alevosía pero con
diurnidad, en el destino de este Mundial. Un atentado al deporte que debería llamar a la huelga al público, puesto que abusos de este tipo provocan indefensión, impotencia y la sensación de que no basta lo que seas capaz de demostrar sobre el terreno de juego.

Los aspectos deportivos pasan a un segundo plano. ¿Cómo se puede hablar del resto del partido cuando los jugadores de México han recibido semejante palo? Antes, el futbolista guardaba el beneficio de la duda, de que el árbitro no hubiera visto o de que, sencillamente, fuera una calamidad; ahora hemos pasado al "no me da la gana, que ya sé que no es gol, pero aquí mando yo. Saca de centro y cállate, que encima te voy a expulsar, rey".

Por favor, al menos que dejen de emitir imágenes por los videomarcadores. Es lo mínimo que se puede pedir.

Lo siento, a mí se me ha cortado el rollo. Y mira que hay cosas de las que hablar, como de que ha sido entrar Verón y marcar México. Otro día.


P.D. En 2006 no hubo imágenes en los estadios, pero sí se expulsó a Zidane porque el cuarto árbitro, el español Medina Cantalejo, vio la agresión a Materazzi en su monitor.

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1 Comments:

Anonymous Groucho said...

Amén, lobatón.
Lo peor es que estos árbitros, como los niños meleducados de hoy en día, no tienen ni respeto ni miendo a las consecuencias. Sencillamente porque no las hay.

28 junio, 2010 07:54  

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