El chan chan
Todos aplauden. Todos se lo saben. Antes, durante y después, imágenes de un país decadente para el que se ha parado el tiempo. Hijos de puta... Lo oí tantas veces... Estaba tan interiorizado, tan extendido... "Queremos ir antes de que cambie, antes de que deje de ser así." Era esa frivolización la que, por más popularizada que estuviera, resultaba irritante. "No es un museo, allí vive gente." "Ya, pero...".
Volviendo a ver Buena Vista me pregunto una vez más qué pasó, cuándo podré saber la verdad. ¿Esos artistas fueron felices gracias al castrismo? ¿Fue el castrismo el que cortó sus alas y Ry Cooder quien los redimió en un (mal) disimulado ejercicio de capitalismo? ¿Nos congratuló, en Cádiz, Amsterdam, Centro Conde Duque y Palau de la Musica, recibir a unos artistas en formol que consumimos desde nuestra cápsula del tiempo? Nunca podré entender -no juzgar, sólo entender- las intenciones de los que hicieron todo esto con la música de Cuba en los 90. Nunca entendí nada.
Puskas y Kubala se quedaron en Occidente en cuanto pudieron. En fin...