29 enero 2009

La Aduana III - Realidad, soberbia y supervivencia

Es el último post dedicado a este tema de marchamo provinciano, por lo tanto es el momento de perfilar ciertas partes del discurso para finalmente sacar conclusiones.

En la anterior entrada, me comprometí a analizar el edificio de la aduana. No lo haré en profundidad porque no me encuentro en forma y no me apetece hacer el ridículo. De cualquier modo, me gustaría aclarar que, técnicamente, el inmueble no es neoclásico, sino ecléctico. A grosso modo, el eclecticismo es una etiqueta que se utiliza para designar aquellas construcciones cuyos parámetros estéticos y constructivos no se ciñan a un único estilo, aunque generalmente suele existir el predominio de alguno; a esto se añade el hecho de que, doctrina historiográfica en mano, no se debería nunca hablar de Neoclásico cuando nos referimos a un edificio de la década de los cincuenta del siglo XX.

Así pues, la aduana es un edificio ecléctico, pero que cuenta con un marcado
carácter neoclásico. Como decíamos en el primer post, ritmo severo horizontal, proporción en el ritmo vertical, frontones quebrados de herencia manierista, como manieristas son las alternativas entre el cuerpo central, adelantado, y las alas extremas, retrasadas. El edificio está rematado por un frontón; bajo éste, la balconada se adorna con balaustres; las columnas son de capitel jónico, pero de fuste toscano (eso es eclecticismo).

Su interior no he tenido la oportunidad de visitarlo, pero sé que para su construcción se utilizaron materiales riquísimos y que, en el sótano, hay unos depósitos de mercurio.

Además, y quizá lo más importante, este edificio se ideó pensando en la vieja aduana, hoy Diputación Provincial, situándolo prácticamente a eje con él y con un discurso arquitectónico paralelo; una especie de interpretación actualizada del edificio de la Plaza de España. Esto es, el arquitecto que concibió la aduana tuvo en cuenta el entorno y la integración en el entramado urbano, en la personalidad arquitectónica de Cádiz. Toda una lección, más aun si consideramos el hecho de que se erigió en un momento donde eran frecuentes los disparates urbanísticos.

En general, se puede encontrar información detallada en
esta página.

Como dijo el propio César Portela en una entrevista hace unos días, la aduana no es un quiosquillo, aunque da igual, porque si el edificio molestara realmente, habría que tirarlo y dar paso al progreso, porque las ciudades pertenecen a sus habitantes y éstos no deben ser prisioneros del pasado del lugar donde viven.

Lo que ocurre es que, por un lado, la aduana no molesta; suprimiendo el cuerpo trasero del que hablaba en la entrada anterior, se obtendría suficiente oxígeno para la fachada de la vieja-nueva estación; por otro lado, lo que no es de recibo es que se invoquen razones de interés general, de progreso, de crecimiento local. Como la batalla de la demagogia no tiene límites, voy, si me permiten, a ejercitarme en la cuestión para ofrecer el verdadero valor del discurso demoledor que se está manejando: ¿Derribar la aduana contribuirá a solucionar el paro en Cádiz? ¿Derribar la aduana contribuirá a incrementar el nivel cultural de Cádiz? ¿Derribar la aduana, de verdad, hará crecer tanto el turismo?

Volvamos al lío serio, a los efectos prácticos. Al hecho de que se hablaba de zona verde en el lugar ocupado por el edificio ya protegido por la Consejería de Cultura... zona verde conformada, supongo, por los cuatro palitroques a los que nos tienen acostumbrados los ayuntamientos de hoy en día, no sólo el nuestro... También se llevan las manos a la cabeza porque, horror, el viajero no verá el mar al salir de la estación, cosa improbable dado el mamotreto que se ha construido justo donde la vista se dirigiría en ese hipotético caso de manera natural. Además, la mayor parte de los visitantes saldrían por el lateral de la terminal, donde sí hay zona verde, terminada la cual, mi experiencia me dice que sólo mirarían al mar una vez solucionado el estrés de la llegada, es decir, desde el taxi o el coche del amigo. Eso es realidad, y lo demás es urbanismo de ibertren, de maquetita.

Además, es
soberbia, absoluto desprecio no ya sólo a los ciudadanos que no piensan igual, sino a compañeros de profesión que tienen otra visión de la problemática. Puedo asegurar que, de haberse llevado a cabo el derribo, me habría entristecido, sí, pero los argumentos que esgrime el señor Portela me parecen respetables y muy lógicos, sólo que no los comparto. ¿Por qué él, en cambio, me/nos insulta?

Otro de los argumentos más escandalosos es que se hable de plaza. ¿Cinismo? La Plaza de Sevilla no tendría ni un tramo paseable y yo, la verdad, por plaza entiendo otra cosa. La realidad es que el espacio sería y será el mismo; un lugar de paso que funciona como intercambiador de transportes. Desde uno de los laterales discurrirá, asimismo, el tráfico proveniente del segundo puente, cuestión que, como han apuntado algunos especialistas, no fue posible que el arquitecto gallego tuviera en cuenta, ya que el proyecto de tal obra ni siquiera existía cuando él acometió la reforma del entorno de la estación.

He dado razones económicas, históricas, sociales, estéticas y de uso para mantener el edificio de la aduana. Me gustaría acabar preguntándome si el edificio no podría ser perfectamente aprovechado para que en él se situara el hotel de la terminal.


Si las reinas tienen que ser honradas y parecerlo, supongo que los políticos deben trabajar y hacer como que parezca que trabajan. Parte de esto debe haber cuando se acomenten obras innecesarias, proyectos innecesarios, lelos y mal acabados, con el único destino de constituirse en baza electoral cuatro años después a través de su propia reforma. Es más rentable políticamente tirar un edificio y construir uno nuevo que reformar uno ya existente. Es la suerte que corrió el inmueble del Gobierno Civil, magnífico ejemplo de estilo racionalista internacional, al que no se le consideró útil para la nueva Ciudad de la Justicia. Una pena. ¿Que nadie se movió por éste tanto como por la aduana? Ya, para que nos hubiesen tachado de conspiradores y antigaditanos...

28 enero 2009

La Aduana II - El dinero

[Ya he creado un álbum en Picasa]

Bien, partimos de una base donde encontramos una unidad estilística de carácter neoclásico, no químicamente puro -aquí no tenemos una Gliptoteca como la de Munich; en todo caso, aspiramos a una o dos GILIptotecas- pero bastante interesante. En arquitectura, esto se manifiesta, desde luego, en el predominio de unos ciertos elementos formales, como el apilastrado y el orden toscano, pero ante todo en el juego de volúmenes que proporcionan las formas simples (cuadrado, rectángulo), el ritmo horizontal de muro/vano, el ritmo vertical -con una división semejante a la que basa, fuste y capitel proporcionan a la columna- y, por supuesto, el equilibrio entre las proporciones y el respeto a la escala humana y urbana.


El derribo de la Aduana forma parte del proyecto de reordenación de la Plaza de Sevilla de Cádiz, ideado por el arquitecto César Portela. Se trata de, como imaginarán, el de la imagen inmediatamente superior. A través de ella pretendo que reflexionen sobre el concepto de escala de este arquitecto. Me explico: El gran volumen longitudinal gris es la nueva terminal ferroviaria, ya construida y en uso; al término de ésta, se ha ideado el mastodóntico hotel de nueve plantas que aparece transversalmente y que, por fortuna, no ha sido erigido aún -su destino lo desconozco en estos momentos; tapado un poquito por mi trazo amarillo se vislumbra la techumbre de la vieja estación ferroviaria del estudio de Eiffel, burdamente restaurada por cierto y, como explicaré ahora mismo, gran subterfugio para el derribo de la aduana; el intento de círculo amarillo corresponde al lugar ocupado hoy día por ésta, lógicamente invisible en este proyecto; a su derecha, ha desaparecido ya también la Comandancia de Marina.

Abordemos primero lo importante, al menos desde el punto de vista teórico. Observen la desproporción entre los edificios de César Portela y el resto de los elementos constitutivos del entramado urbano. En la parte inferior izquierda, pueden comprobar la asfixia que causa la nueva terminal a la muralla, uno de los monumentos que dotan de personalidad a esta ciudad. Echen un vistazo igualmente a otros inmuebles de tamaño considerable, como la Audiencia Provincial -en blanco y amarillo, un poco más arriba- o el Palacio de Congresos, arriba en tono rosado. Si pensamos en escala humana, debemos considerar que la lengua oblicua de asfalto (Cuesta de las Calesas) que aparece en la imagen es lo que las mesuradas medidas de Cádiz han convertido en una vía de anchura considerable; el proyecto la degrada a ridícula.

Bajando la Cuesta de las Calesas se podía ver hasta hace poco el otro lado de la Bahía -quedaría a la derecha de la imagen- y, desde luego, nuestro propio muelle. Ya no es posible, entre otras cosas porque en estos momentos se erige un nuevo mamotreto, justo el que aparece encima del círculo amarillo. No parece muy grande, pero créanmne, lo tapa todo.

Hablemos de la gran mentira, del gran subterfugio, del único argumento que ha ofrecido el ayuntamiento, hasta hace poco, para defender el derribo de la aduana: Si no se prescindía de ella, el ciudadano se perdería la visión de la fachada de la estación de (el estudio de) Eiffel, que, ays, se ha recuperado para disfrute de todos los gaditanos:

Falso: La aduana tiene un cuerpo trasero perfectamente derribable, un apéndice que se añadió para almacenes; elminado éste, la visión de la fachada de la vieja terminal sería factible.

Torticero: En la vieja estación hay proyectado un centro comercial que debe ser visto desde todos los sitios; cada vez que un gran crucero atracare, no sería difícil que algún miembro de esa horda de arios que suele pasear por aquí, dejando mucho menos dinero del que pretenden hacernos creer (ya no hay que ser Onassis para hacer un crucero), vislumbrara desde su balcón el centro comercial, dicho lo cual, esto me parece de lo más comprensible. Respeto a quien me diga que hay que derribar la aduana para que el centro comercial se vea grande, bien grande, pero que me lo expresen claramente, sin ponerse en evidencia con hipócritas argumentos de estética de café con leche.

En cualquier caso, aprovecho para preguntarme si mi futuro en Cádiz pasa, básicamente, por abrir un comercio para así poder llevar a cabo transacciones comerciales con otros comerciantes de la ciudad y ellos, o yo, comerciar con comercios de otras ciudades comerciales. ¿Por qué no pasamos directamente al trueque?

Independientemente del valor en sí del edificio, que abordaré mañana, hay que poner en evidencia un hecho, y es que habría que construir una nueva aduana; como cuando Nerón quemó Roma para hacerla de nuevo. Mola, sobre todo teniendo en cuenta que tan solo la demolición del actual inmueble comportaría un inmoral despilfarro de cinco mil millones de pesetas.

La Aduana I - Contexto


Desde que llegué a Cádiz hace dos años, cada poco encuentro en la portada del Diario una mención a tres o cuatro columnas sobre el asunto del derribo de la Aduana. Hace año y medio o así decidí ir a un par de reuniones de la plataforma creada contra su desaparición; tras la primera de ellas, opté por comprometerme de una manera más o menos activa dentro de mis posibilidades. Empecé a recoger firmas -me aburrí prontísimo de dar la chapa a la gente- y decidí escribir un post -nunca lo llegué a hacer hasta hoy.

Lo hice porque comprobé que, cosa rara, el colectivo de personas que se manifestaban en contra del derribo de la vieja aduana no andaba politizado; se trataba de un grupo heterogéneo de intelectuales independientes que, sencillamente, trataban de buscar respuestas convincentes del municipio a un asunto que les inquietaba; interacción, diálogo y participación, vaya, esas cositas de las que sólo se habla en campañas electorales y cada vez que hay una edición de "Tengo una pregunta para Zp".

El post no lo escribí nunca porque, a medida que pasaba el tiempo, me iba invadiendo la pereza. Pereza porque en Cádiz, como en toda Andalucía, casi sólo existe el conmigo o el contra mí, porque la plataforma era tildada de anti-gaditana, porque desde la gaceta oficial se atacaba (y se ataca) de una manera pretendidamente sutil pero muy ordinaria a la postre, a todo el que osara cuestionar o, sencillamente, proponer alternativas a los pretenciosos planes urbanísticos del gobierno municipal. Pereza también porque, acostumbrado a la prepotencia del gobierno vitalicio del SOE en la junta, uno espera más flexibilidad por parte de aquellos que llevan años postulándose como alternativa y no una nueva imposición de pensamiento único.

A menudo, desde muchos sectores se tiende a tildar a los arquitectos de listillos; muchas personas los juzgan como gremio por la conducta de algunos profesionales que, es cierto, actuan con la soberbia del iluminado, del que desde una posición muy elevada no duda en imponer al cliente una solución a sus presuntas necesidades por más que aquélla no case con sus deseos.

Lo mejor para empezar es hacerlo por el principio, pero, como no sé identificarlo con exactitud, iniciaré esta serie de entradas aclarando un par de conceptos básicos; como que Cádiz, a pesar de contar con una sola estrella en la Guía Verde de Michelín -cosa que de pequeño me molestaba muchísimo- se caracteriza por la envidiable unidad estilística de la arquitectura de su casco histórico; esto es gracias, sobre todo, al predominio de un perfil al que, a grandes rasgos, se le puede colgar la etiqueta de Neoclásico.

Si se hace un recorrido imaginario de ida y vuelta por el perímetro del casco histórico, partiendo desde las Puertas de Tierra, podrá comprobarse lo que digo: las propias murallas, la Carcel Real, la zona superior de la Catedral Nueva, el antiguo Hospicio, el Centro de Arqueología Subacuática (antiguo Balneario de la Palma), los edificios de la Universidad (antiguos cuarteles), el antiguo Gobierno Militar (no acabo de tener claro lo que es en la actualidad ni lo que pretende ser), el Palacio Provincial de Diputación (antigua Aduana, he aquí parte de la cuestión), el Ayuntamiento, la Comandancia de Marina, la Aduana (el edificio que nos ocupa) y la Audiencia Provincial. A este conjunto de arquitectura civil hay que sumar el conformado por las propias viviendas, en total consonancia estética salvo contados y flagrantes casos, así como el de algunos edificios que, sin cumplir plenamente con un parámetro neoclásico pleno, como la Iglesia del Carmen, o sin cumplirlo en absoluto, como el Palacio de Congresos (antigua Fábrica de Tabacos) o la Escuela de Náutica (otro inmueble amenazado) se hallan perfectamente integrados en el perfil urbano. He optado por hablar del perímetro, pero podría deslizarme hacia el interior, aunque convendrán conmigo que ya es suficiente.

Para situarse, visitar el álbum que he creado en Picasa.

26 enero 2009

Pet-ernidad responsable

Nunca me había planteado que un animal doméstico te entrega, sin saberlo, toda la responsabilidad sobre su vida. Bueno, sí que me lo había planteado cada vez que llegaba a mí alguna de esas estadísticas donde alguien se encarga de cuantificar el número de anormales que abandonan a su perrito o gatito en cualquier carretera secundaria, pero nunca como ahora.

También tenía claro que esos viejos camaradas difícilmente podrían sobrevivir a un abandono, básicamente por el desconcierto brutal que les produce el mismo, pero también porque, acostumbrados a delegar, lo normal es que su grado de idiotización llegue a tal punto que no sepan valerse por sí mismos. Esto, por lo poco que sé, es más acusado en el caso de los perros, mucho más sensibles a un trauma así que los gatos; aún así, todo es relativo, ya que creo que un gato alienado es mucho más vulnerable que un perro en las mismas condiciones.

Con el paso de los años, el gato doméstico, ya totalmente entregado al hombre de por sí, acaba reprimiendo cualquier instinto salvaje en aras de ganarse nuestra total confianza; eso le permitirá acceder a otros bienes mucho más preciados que el placer ancestral de dar un añarazo o un mordisco: el plato de comida permanentemente accesible, la caricia en el mentón o el cogote, lugares donde su lengua no llega y, sobre todo, el acceso VIP a cualquier fuente de calorcito, desde unas pantorrillas orientadas hacia la espalda del sofá hasta un sobaco imprudentemente cerrado a medias.

Todos ganamos, él y nosotros. El gato es un animal único, en tanto en cuanto se convierte en un reflejo absolutamente fidedigno de su dueño y... bueno, no voy a abundar en ello porque no es la intención de este post. Esto es así, y cualquier rasgo que vean en un felino doméstico no duden nunca que es el que su propietario hace valer en la intimidad.

Retomo, pues, la primera frase: Nunca me había planteado que un animal doméstico te entrega, sin saberlo, toda la responsabilidad sobre su vida... y sobre su muerte. Aquí no cabe el debate. ¿Dejar actuar a la naturaleza? Pero si en la relación gato-humano no hay naturaleza... A poco que se lo hagas pasar mal, eres un cabrón y punto, pero qué difícil es...

Adiós, gatita Cleo. A veces, tenías más malas pulgas... pero qué glamour...

19 enero 2009

Freek Party

Esta mañana he estado con Salvador Catalán, que ha tenido a bien volverme a invitar al concurso de maquetas que organiza la Universidad de Cádiz. Los ganadores han sido Los Lantánidos, grupo guitarrero con querencia nueva olera.

Cambiando de tema, el otro día vi la edición impresa del FREEK! y me di cuenta de que, aparte de los dos o tres discos que hice, mi sección sí que salió este mes de enero; parece ser que tuvieron problemas con la web y no pudieron actualizar al cien por cien, así que lo que voy a hacer es copiarla y pegarla aquí.

Ya adelanto que es una columna mensual destinada a rescatar todo aquel grupo, película, o simple personaje de la cultura pop al que, en algún momento de nuestra vida, hayamos negado como negó San Pedro. Creo que las élites culturales siguen disfrazándose, negando muchos nombres que, ay, cuando menos te lo esperas, alguien reivindica, y es entonces cuando ya no hay marcha atrás y haces el ridículo de verdad. También sucede lo contrario, que muy pocos se atreven a criticar lo que consagran esos mismos lobbies culturales. Por eso, lo mejor es ser uno mismo de una vez por todas.

La primera columna no está dedicada a nada en concreto, sino a explicar de qué va esto, dejando a la vez claro que uno no ha propuesto esta sección para sentirse más guay, sino para animar a la gente a ser natural. Si es bueno, es natural, como dicen
aquellos chicos felices. La primera sorpresa vendrá en febrero, aunque todavía no tengo claro el tema...

Dicho lo cual, invito a todos los visitantes madrileños de tentari a pasar por el TABOO este jueves, donde celebraremos el número 50 de la revista FREEK! Estarán
Leda3 en concierto, pero sobre todo estaremos nosotros para pasarlo bien, tomar unas copas y bailar hasta que nos echen.

P.D. ¡Ah! La columna se llamará Ni crimen ni castigo.



UNA NUEVA PRENSA MUSICAL

No, no se equivoquen. No se trata de epatar ni de ser fiel a ninguna pose. El objetivo no es molestar; tampoco llamar la atención. Más bien se trata de despojarse de la vergüenza, de olvidarse del qué dirán. Aunque eso no lo vamos a contrarrestar con un orgullo desaforado, sino con la naturalidad del que no tiene por qué dar explicaciones a nadie. Y es que es hora de asumirlo: el Posmodernismo ha muerto. Lo hizo el día en que sus extravagancias se volvieron previsibles. Cada uno debería guardar en su cabecita su propia fecha. La mía es clara: La posmodernidad acabó el día que Alaska y su séquito reivindicaron a Camela. Ahora bien, no me pidan que les diga dónde estamos ahora. En todo caso, pregúntenme si alguna vez he negado algún grupo, artista o película por pudor… o si lo he reconocido… ¡Ha llegado la hora de rescatar de nuestra cámara de los horrores a quien sólo fue destinado allá en aras de una presunta reputación cultural! Desde el próximo mes, pondremos a prueba su paciencia y su pudor.

13 enero 2009

Escuchas legales

No sé dónde puede acabar la carrera tecnológica en la que se halla inmersa la música. Desde luego, cada día que pasa me resulta más ridícula, que no ilegítima, la conducta de la SGAE y de la casi totalidad de la industria, quienes lejos de diseñar estrategias eficaces que posibiliten a los receptores retomar esa vieja idea de que el que usa un servicio ha de pagar por él, se hallan estancados en un escenario irreal, moviéndose a la velocidad de la ameba y con muy poca disposición para aceptar que su papel ha cambiado de manera irreversible.

Desde hace casi treinta años, otra industria paralela, la de los soportes de reproducción, ha asumido un sanguinario papel al anunciar sucesivamente la muerte del vinilo, de la cinta, del mini-disc, del CD... ¿qué será lo próximo? ¿Morirá el MP3? ¿Morirá el i-pod?

Algo así pensé ayer tarde cuando M me dio a conocer Spotify, una plataforma de música on-line con un catálogo de susto. Un i-tunes virtual -y gratuito- donde usted escribe el artista que le apetece escuchar y, casi con total seguridad, aparecerá de una manera muy similar a como lo hace en la biblioteca del popular programa de apple. La ventaja competitiva de Spotify es que permite escuchar discos completos a gusto del usuario.

Usarlo es tan sencillo como descargarse el software correspondiente, disponible tanto para Windows como para Mac, previo registro a través de este formulario.

A veces pienso que la vida moderna nos hace señales para que abandonemos todo impulso acumulativo. Honradamente, ¿qué sentido cobrará mantener carpetas y carpetas de música en el disco duro cuando tengamos acceso permanente on-line a inabarcables servidores virtuales? G se preguntaba ayer quién estaría tras semejante iniciativa, que era para echarse a temblar. Puede, puede...

09 enero 2009

Renovación de enlaces

Anuncio que se han producido cambios en el listado de recomendaciones de la derecha. Esta vez no sólo añado enlaces, sino que he suprimido algunos. Con todo el dolor de mi corazón, he eliminado a Iván Payá, ya que ha decidido cesar las actividades de su blog; también he suprimido otras bitácoras que permanecen inactivas desde hace demasiado tiempo. Me gusta que la gente que pase por aquí y se molesta en pinchar sobre un link vaya realmente a un sitio que merezca la pena y que esté vivo, por lo que no tendré inconveniente en, una vez recuperada la actividad, volver a enlazarlos.

En cambio, sumo al listado el blog de Vinos Pop, que escribe no sólo bien, sino con una soltura y sinceridad envidiables. Lo justo, lo necesario. Estupendo blog, sin pretensiones, natural, singular, creíble... Como debe de ser. Personalmente, me da envidia. Para mí, el blog revelación de 2008.

Y otro que empieza en esto (en los blogs) pero que no tiene nada que demostrar, es el maestro Salvador Catalán, que pone a disposición de ustedes su avasallador conocimiento musical; avasallador sólo en cantidad y selección de contenidos, porque Salvi se ha guardado siempre de la tentación de ascender al púlpito donde parecen cómodos muchos otros, prefiriendo alimentar su bonhomía y una humildad casi intolerable.

08 enero 2009

FREEK! 50


Ya está disponible el número 50 de la revista FREEK! en su web. Allá podrán encontrar mis aportaciones a tan redonda cifra: de momento, dos reseñas, la de Women, dedicada esta vez a Vinospop, y la centrada en Another World, el EP con el que Antony Hegarty saludó al otoño y anticipó su ahora inminente tercer álbum.