09 septiembre 2008

Adiós, Sandevid

He empezado septiembre muy liado y no he tenido tiempo de actualizar.

Mañana me voy a Zaragoza a ver el concierto de despedida de La Costa Brava. Iré como el mochilero que nunca fui, ya que no creo que duerma ni nada, empalmando la noche con el tren de vuelta a Cádiz. A la vejez, viruelas.

Me gustaría recuperar tres flashes del verano; un trío de breves de carácter negativo para contribuir en lo que pueda a incrementar los efectos de su pequeño-burgués síndrome pos-vacacional.

El primero es el drama que supone la consolidación del tinto de verano enlatado Sandevid. La nefasta proliferación de este líquido ha ocasionado que beba mucha más cerveza de la que tenía prevista.

El éxito de este producto es algo que no alcanzo a comprender. El tinto de verano es algo nuestro; una bebida absolutamente singular, tan refrescante como ligera. Un buen tinto de verano ha de llevar gaseosa (no importa que no sea de La Casera; para ahorrar en este y otros víveres, es imprescindible el
listado de marcas blancas) y una botella de tinto de mesa, a ser posible ELEGIDO, como Neo, aunque también vale el viejo Don Simón o el no menos inmortal Cumbres de Gredos; a ello se ha de añadir una rodajita de limón. Sólo una, y no muy grande. Queremos hacer tinto de verano, no sangría.

Una de las muestras de cómo están logrando idiotizar nuestro paladar es la sustitución de Casera Blanca por Fanta de Limón. La peña necesita sabores extra dulces, hasta tal punto que el infame bebedizo se comercializó antes en su versión alimonada que en la ordinaria, aunque esta última sabe igual de dulzona y pesada que la anterior. Hay infinidad de ejemplos de bebidas con añadido extra de limón, como esa Coca-Cola que durante un tiempo anunció un doble de Otegui.

Se me escapa el grado de pereza que puede conducir a dejar de fabricarse uno mismo el tinto de verano. ¿Tan alto como para comprar esa cosa envasada llena de aditivos? ¿No nos quejábamos cuando pedíamos tinto de verano en los chiringuitos y éste era de grifo? ¿Se ahorra algo?

Querido anfitrión, ahora ya lo sabes (y tú también, amigo, y tú, y tú, y tú).

No sé a qué viene este ejercicio de sinceridad, pero lo que sí sé es que la próxima vez no podré disimular...

La verdad es que es un poco cansado luchar por causas perdidas de este tipo. Siempre estás expuesto a que te tilden unas veces de extravagante, otras de antiguo, las de más allá de quisquilloso, siempre, de pesado... Una vez me dijeron que me olvidara de la tónica Schweppes. Bien, ahora está en todos sitios, a base de que cargantes como yo la hayan exigido para su gin-tonic. Hace quince años mis amigos me daban un coñazo de espanto por mi obsesión con seguir comprando vinilos; me pregunto cuántos de ellos siguen comprando CDs, pero yo hoy he comprado tres vinilos. También decían que las cocinas de gas iban a desaparecer por las vitrocerámicas y ahora hasta las venden en IKEA. Después lo llaman a uno anticuado, sí...

Lo que no desaparece ni a tiros son... los
CROC'S (segundo ítem), el cocodrilo de nuestro tiempo. Como bien saben sus ojos, no sólo han hecho fortuna como calzado de médicos y enfermeros, no, sino como zapato cotidiano de centenares de personas, algunas incluso muy queridas por mí. Se ve que es que íbamos muy incómodos, demasiado constreñidos por zapatos ortodoxos...

Claro que puedo entender que haya quien los use por necesidad y hasta por comodidad. Lo que no me entra en la cabeza es que un elemento objetivamente feo sea objeto de sistemáticas imitaciones que, no sólo no mejoran su aspecto, sino que anulan sus presuntas virtudes. ¿Qué sentido tiene calzar una falsificación de este zapato? ¿Alguien me lo puede explicar?

Con estas cositas buenas que vamos añadiendo a la historia del (mal) gusto quedan seriamente amenazados interrogantes clásicos -tercer ítem- como el de la radio chicharrera emitiendo sonidos ininteligibles colgada de una sombrilla. La única finalidad posible de este aparato consiste en poner su granito de arena a ese murmullo de fondo playero tan de aquí. Tampoco he comprendido nunca lo de la radio. Ni la oye su propietario, ni muchísimo menos nadie que le rodee. El bingo puede molestar, pero tiene una finalidad. La sandía, no digamos. Los niños y perros, en fin, sus padres y dueños a veces son felices. Pero, ¿la radio? ¿Para qué sirve?

¡Feliz otoño con Fleet Foxes!

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Buen viaje, con dos cojones, a recorrerse España en un día, la ocasión lo merece.

Por cierto, fantástico lo de las marcas blancas.

11 septiembre, 2008 00:59  
Blogger Isaac said...

Me muero de sueño ahora, claro...

11 septiembre, 2008 18:09  
Blogger evamaring said...

No sé cómo habrás llegado hoy, ni si te habrán quedado fuerzas para escribir la crónica durante el viaje, pero espero que te hayas llevado en tu súpermochila el recuerdo de haber compartido con LCB- y con otros fans, como yo- una noche que nadie desearíamos haber vivido pero que fue inolvidable. No quiero ponerme cursi pero llevo un día muy tonto: fue un placer conocerte, Isaac.
Descansa mucho!!!
besos
eva,
bueno o If

11 septiembre, 2008 18:12  
Blogger Isaac said...

Hola, Eva
Desde luego que no he escrito nada durante el viaje. Tal como me senté, no recuerdo nada más. Luego, en el tren de Madrid a Cádiz, abrí los ojos un momento en Córdoba y luego pasado Sevilla.

Fue una noche estupenda. Hombre, cruzar España solo y acabar con tanta gente pues... qué quieres que te diga... Mola.

Gracias por rescatarme cuando me despistaba totalmente!

11 septiembre, 2008 19:29  

Publicar un comentario

<< Home