23 marzo 2009

Francisco Nixon (I): El perro es mío

Muchas veces uno siente una especie de angustia existencial cuando se enfrenta a la canción pop pura y simple. Hay demasiados grupos. Y no hablo de ahora, sino de todos los que han ido acumulándose en los últimos cuarenta o cincuenta años. Basándonos sólo en la procedencia, marea pensar en españoles, ingleses, alemanes, franceses, estadounidenses, argentinos, italianos... el pop alternativo japonés del que habla Guille Milkyway... Me produce vértigo pensar en todas las canciones que pasan por nuestro lado sin que reparemos en ellas, pero también en todos esos discos que ya nunca más volveremos a escuchar sin tan siquiera saberlo y que andan coleccionando polvo en nuestras estanterías. Es el miedo al infinito.

Me producen vértigo muchas otras cosas relacionadas con aquéllas, como que cada vez va a ser más complicado formarse un criterio, no ya musical, sino cinematográfico, literario... Artístico, vaya. Si nos ceñimos al pop-rock, lógicamente los periodistas musicales que ahora rondan los cincuenta o sesenta años vieron surgir una serie de movimientos musicales importantísimos (psicodelia, rock progresivo, punk, New Wave, Madchester) mientras iban madurando. Los que ahora tenemos en torno a treinta, tenemos que recuperar todo el legado musical desde los años cincuenta. ¿Es contemplable que dentro de diez años algún chiquillo, que ahora cuente quince años, pueda abarcar la historia del pop desde entonces hasta el año 2020, teniendo en cuenta todo lo que ya hay y todo lo que puede venir, y considerando que hay más grupos que nunca?

En estas condiciones, cuando llega a mis manos un disco que no aporta matices evolutivos al estereotipo de la canción pop, me pregunto para qué sirve. O más bien me pregunto si le va a servir a alguien. Entonces me angustio porque pienso que no, que tal disco es inútil y que un interesante trabajo va a quedar relegado al olvido, entre otras cosas porque no es posmoderno (o lo que se entiende por posmoderno, mejor dicho), ruidista ni cuenta con aportes afros.

La primera vez que escuché, bajo recomendación, a La Costa Brava, pensé: "Bueno, sí otro de esos grupitos indies nuestros..." -y ahí lo dejé. Luego, me empecé a enganchar al grupo con "Treinta y tres". Para bien o para mal, yo
empecé a escribir gracias a La Costa Brava. Digamos que esa gente de Zaragoza y el muchacho elocuente de Gijón cambiaron mis prismas vitales. Estoy convencido que, desde que lo escucho, soy una persona algo más amable, tanto con amiguetes, como novietas, como, en general, la afición. En realidad, sí, pienso que soy mejor persona, pero es que no soy el único... Todos los costabravistas pensamos así. Siempre tuvo algo de secta esto, pero sea lo que sea, lo que no puedo negar es que cualquier lanzamiento que provenga de las huestes costabravistas supone un acontecimiento para mí, especialmente si hablamos de Francisco Nixon, por eso esta semana fantástica dedicada a su disco, donde incluiré reseña y entrevista.

Hoy (mañana se me ocurrirá otra clasificación) pienso que existen tres tipos de canciones pop: las que te cambian la vida, las que no pasan de correctas pero no molestan a nadie y, finalmente, las que no dan la talla. Lo más peliagudo es cuando un artista o grupo se queda estancado en el segundo nivel, en la planicie. Es algo que se achaca a grandes como Bart Davenport o Ron Sexsmith. Me molesta bastante cuando leo alguna reseña o crónica cuyo autor se dedica a señalar que tal o cual artista ni turba ni disturba; me parece que es un lugar común del que se abusa con frecuencia y, en esas condiciones, se convierte en un gesto de desprecio.

Francisco Nixon, como ejemplo de profesional cantaupop, puede destacar en cualquiera de los tres niveles -aunque nos ahorraremos los (escasos) ejemplos del modelo C-, pero parece que él guarde algunas dudas sobre su capacidad para alcanzar nuevamente ese primer nivel de trascendencia. Esta y otras muchas cosas explica en la entrevista que iré subiendo a lo largo de la semana, dedicada a este músico tan especial para mí.

3 Comments:

Blogger diego-j.c. said...

estaré atento para leer esa entrevista.
porque estoy de acuerdo en que muchos recuerdos de esas canciones y de los conciertos a los que he podido ir tanto de la costa brava como de fran con richi están marcados a fuego en la parte esa del cerebro que guarda cuidadosamente todo lo emocional, lo que se cuela dentro de verdad.
saludos!

23 marzo, 2009 13:19  
Anonymous Anónimo said...

Qué delicia de post, Isaac. No conocía el comienzo del blog y confieso q me ha parecido de lo más tierna la voltereta. Coincido contigo en lo q el costabravismo ha significado en la vida de muchos de nosotros- cierto lo de la secta- y añado q además ha mí me ha regalado buenas lecturas y buenos amigos.
Espero dos cosas con auténtica impaciencia (y como sucedáneo de mi viaje frustrado a madrid el 28, para acompañarles en la Sala Sol): -la entrevista q anuncias
- el pedido que me tiene q traer el disco de Siesta.
Va a ser una semana muy dulce.
Besos,
eva
ps: como fan de Richi, me ha encantado releer lo de su ilusión al incorporarse a la Costa Brava. El paso del tiempo ha hecho que esas ganas, unidas al talento tuvieran como resultado canciones tn brillantes como "Notre Dame" o "Museo Británico". Ahí tienes la evolución del songwriter.Un abrazo, again.

23 marzo, 2009 16:12  
Blogger Isaac said...

Diego: Somos una secta. Deberíamos comprarnos una capucha o algo.

Eva: Yo no me he releído, qué vergüenza... pero bueno... uno debe cargar con su pasado... Gracias!

23 marzo, 2009 17:35  

Publicar un comentario

<< Home