03 marzo 2009

¡Vente a Barcelona, Pepe!

Sé que no voy a resultar el paradigma de la actualidad con esta entrada, pero en su momento me dio pereza y luego, cuando me animé, resultó ser tarde. El caso es que el otro día vi, en Bluesky Cinemas, Vicky, Cristina, Barcelona, la película que ha proporcionado la estatuilla (es que me gusta mucho esa palabra) de la AACC a Penélope Cruz.

Una vez vista, sigo sin entender nada. Claro que la mayoría de la gente respetable con la que he hablado opina que la película es más que normalita, pero precisamente por eso resulta aún más repugnante y cuestionable la hipocresía de unos medios de comunicación que no han cesado de ensalzar una cinta que, sin llegar al rango de medianía, es obvio que no figurará en ninguna antología con lo mejor de Woody Allen, así como la interpretación de una Penélope Cruz que, como casi siempre, resulta cansina, infantil, estridente, ininteligible y absolutamente vacua.

En primer lugar, hay que poner en solfa el carácter de postal que domina durante toda la película, haciendo inútil el trabajo del gran Javier Aguirresarobe en la fotografía.

Este predominio del escaparatismo se da en varios aspectos:

- Escénografía: La ciudad a la que pertenece el lobby -ya saben, Mediapro and Company- que ha propiciado el rodaje de Vicky, Cristina, Barcelona, adquiere tintes de irrealidad, tanto por el tratamiento físico como por la descripción que la voz en off va haciendo de la misma. Yo vi la versión en inglés, pero no me extrañaría que en castellano esas labores fueran a cargo del mismísimo Constantino Romero. El director opta por rodar en Oviedo -oye, que sí, que es más bonito que Algeciras; no lo pongo en duda- para dar un descanso de tanto azúcar de diseño al espectador, pero es igual, porque sumando Asturias y la capital catalana, llega un momento en el que uno no sabe muy bien si está viendo una película o un episodio de Lonely Planet.

- Vida social: Resulta que en Barcelona todo dios vive en Pedralbes, incluso los artistas más bohemios y de vida más turbulenta -sin drogas de por medio que se sepa, eso sí- que, aunque no tienen casa con piscina, pueden ir fardando con su Alfa-Romeo Spider de coleccionista. Si nos aburrimos de Barcelona, siempre podemos ir a Oviedo, en el aeroplano que me deja un colega (piloto yo) y alojarnos en el hotel donde lo hacen los galardonados con el Príncipe de Asturias. El resto del tiempo, lo pasamos de cenita en cenita, cata de vinos... ya saben, la buena vida.

- Professional development: A veces esos artistas bajan al Raval y hacen fotografías a las putas, pero éstas se muestran super-cómplices y super-de-acuerdo y super-colaborando. Además, aprovechan para tomar cervezas en bares castizos para, así, entrar un poco en contacto con el pueblo, mira tú, mientras toman una Estrella Dämm y hablan de cualquier cosa menos de política.

Podría seguir, pero no creo que merezca la pena; es claro que la película evidencia desde el primer minuto todas las debilidades que se le sospechaban, y es que daba la sensación de que Woody Allen se había mostrado abrumado ante la imposibilidad de evitar el compromiso creado por un comentario que, probablemente, fuera fruto de la cortesía:

- Oh, sí; claro que estaría bien rodar aquí alguna vez. ¡Me encanta Barcelona!

Después, al pobrecillo le dieron el Príncipe de Asturias...

- Oye, Budi, y ¿en Oviedo? ¿No te lo has planteao?
- Claro, claro... Oviedo también me gusta, ¿eh? No te vayas a creer que miento. Casi tanto como Barcelona.

Menos mal que Chavezs no le ha dado ningún premio, que si no tendría que haberse ido a Sevilla a rodar la luna de miel de Vicky y Doug.

¿Cuál es el resultado de tanto compromiso y de tanto compadreo? La sensación de que el mítico director ha llegado, ha rodado su peliculilla con las-dos-estrellas-locales-más-internacionales y... ha... tomado... el dinero... y... ha corrido... (lo sé...).

Si me queda alguna duda de que haya sido así, es debida a que yo no puedo pensar mal de ese hombrecillo, pero la película le ha quedado coja, básicamente por su falta de autenticidad, por su nula profundidad, más allá de cuatro o cinco conversaciones pseudoneuróticas, con intercambios de frases rápidos y con el fantasma de Freud sobrevolando... pues vaya una cosa... ¿automanierismo?

Todo es tan artificioso y tan de plexiglás que el protagonismo musical ha corrido a cargo de unos nuevos representantes de ese cajón desastre llamado Barcelona Sound, Giulia y los Tellarini, otro nombre más para la colección de clones piesnegristas que viene exportando desde hace una década la Ciudad Condal. Los chicos, que no tienen culpa de nada, le dieron el CD a Allen. Dejo a ustedes elegir lo que puedo pasar a continuación:

OPCIÓN A

W. A. - Me gusta. No está mal. Éstos mismos van a ser.
AYUDANTE - Bien.

OPCIÓN B

W. A. - ¡Uf! Qué coñazo, ¿no...?
A. - Sí... pero este tipo de grupos es muy representativo de la música que se hace aquí
W. A. - ¡Ah! Entonces no hay más que hablar. Éstos mismos van a ser.

¿Se puede salvar algo de la película? Sí. Todos los actores, si exceptuamos a P. Cruz rayan a gran nivel. Empezando por una muy creíble Scarlett Johansson, estupenda en su rol de incomprendida de sí misma, continuando por Javier Bardem, que vuelve a estar inmenso en uno de esos papeles que lo sitúan entre los pocos grandes que saben jugar con la ambigüedad de mantener un pie en la melancolía y otro en la comedia, y finalizando por Rebecca Hall, quien en un mundo ideal quizá habría bordado el papel de María Elena; no importa, la Hall, con sus ojos huidizos y una belleza también un tanto esquiva y en segundo plano, pasa por ser la protagonista pasiva de Vicky, Cristina Barcelona, el salvavidas real de una historia demasiado previsible, donde los estereotipos no nos hacen soñar con abandonar la vida real, sino más bien con permanecer en ella.

6 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Antes me daba igual, pero ahora necesito ver la película.La crónica lo merece.
Un beso y gracias por la rapidez
eva

04 marzo, 2009 08:38  
Blogger Isaac said...

:)

04 marzo, 2009 10:53  
Blogger vinosPOP said...

super-de-acuerdo en todo, aunque para quien conozca mínimamente Barcelona la película pueda resultar tanto o más cómica que las mejores comedias de Allen. Que así a priori parecería malo, pero yo es que me he reído un rato laaaaaargo con la peli

04 marzo, 2009 11:55  
Anonymous Anónimo said...

Yo no he visto la peli... aunque ya leyendo esto y otro tipo de cosas que he leido por otros lares... En fin, habrá que verla de todas formas.

Por cierto, si tienes la oportunidad de echarle un vistazo a una Sportlife deL mes de febrero... puedes ver una foto que no tiene desperdicio...

Foto de una carrera de cross, con dos corredores:
-Corredor 1: varón morenito pantalón rojo, camiseta color verde y dos franjas verdes muy estrechas. Dorsal nº 413, el nombre que aparece justo encima del nº, Hope; y justo encima del nombre viene el pais por el que participa, ETHIOPIA.

-Corredor 2: varón morenito también, de cara muy conocida..., pantalón azul, camiseta color rojo con dos franjas blancas muy estrechas también. Dorsal nº 410, arriba el nombre, Obama; y justo encima del nombre el país por el que participa, UTOPIA.

El montaje más divertido que he visto en mucho tiempo jajaja

04 marzo, 2009 16:33  
Blogger Señor Insustancial said...

Hola Isaac,

Estuvimos el sábado pasado en la grabación del vídeo de Nixon y el concierto...una pena que no coincidieramos por allí.

Un abrazo.

04 marzo, 2009 23:38  
Blogger Isaac said...

iván: Hojear revistas... esa vieja práctica de cuando se compraban periódicos :)

insustancial: Imposible para mí estar en Madrid ese finde, y encima el aforo...

05 marzo, 2009 11:09  

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