FREEk! Junio 3
No me gustaría terminar el repaso al FREEk! de junio sin hacer mención a la reedición de lujo, en una caja de cuatro CDs, de la discografía de Los Locos, acontecimiento que propuse a los muchachos para ese número.
Para quien no lo sepa, Los Locos era, sobre todo, el grupo de Paco Martínez, después conocido como Paco Loco, y Carlos Redondo, prematuramente fallecido hace tres años en un accidente de tráfico cuando andaba de gira con Felpeyu, el grupo de folk del que era componente en ese momento.
Creo que más allá de inflar la calidad del grupo (algo comprensible con quien fuese coétaneo de él), el interés de la caja radica en hacernos recordar una época en la que el pop-rock, especialmente el nacional, andaba aburridísimo. Los grupos se habían estancado en un esquema de canción (estrofra-estribillo-estrofa) repetido hasta la saciedad, todavía, supongo, asustados por las secuelas del rock sinfónico, y ello hacía que todo fuera demasiado uniforme desde mediados de los ochenta. Luego llegaron Sonic Youth y todo el rollo y se abrieron nuevos caminos. Y menos mal, porque la cosa empezaba a resultar soporífera.
Además, el patrón lírico perseguía igualmente un cierto virtuosismo que, a veces, resultaba tan empalagoso como vacuo.
Es en esas coordenadas donde se halla la obra de Los Locos; un grupo de impacto regional que, a pesar de contar con un puñado de muy buenas canciones, desarrolló su carrera en un momento en el que las ideas andaban bastante agotadas, lo que les permitió situarse al borde de la dignidad, pero no mucho más allá. Pedirle a alguien que innove y que explore nuevos ámbitos sónicos sería demasiado; por eso, la carrera de Los Locos está más que justificada gracias a, sobre todo, su primer disco, ese que recuerda tanto a Mamá y a Los Secretos más "oscuretes", y que contiene perlas como "Estás en New York" (¿Se han fijado que antes se decía New y no Nueva?), "Recuerda Marrakech" y, especialmente, "Así cayeron los dados", un temazo con aires funky, deudor de Stevie Wonder y con una memorable línea de bajo.
Así pues, interesante, pero no imprescindible. Dejo, pues, el textito que hice para la revista:
Sí, a principios de los ochenta se empezó a hablar de discográficas independientes, pero ni se intuía lo que era el indie. Paco Loco fue antes Paco Martínez y, junto a él y a la misma altura, Carlos Redondo a la voz y al bajo, y Boni Pérez en las letras, conformaban la entente que lideró Los Locos, banda que abanderó el pop asturiano antes de la consabida proliferación de etiquetas a principios de los noventa. Eran tiempos donde a los grupos se los llamaba grupos, y no bandas, mientras que los conciertos eran eso, conciertos, en vez de bolos. A través de esta reedición de lujo, muchos nos hemos aproximado a Los Locos por primera vez, dando con hallazgos como “Estás en New York”, “Así cayeron los dados” o divertidos guiños a grupos del momento como FYC (“Un zumbido de amor”) que satisfarán tanto a los nostálgicos de la inocencia como a los más inquietos y curiosos.
Pico a continuación el texto de la crítica del disco de Camera Obscura aparecida en el RDL de mayo y escrita por David S. Mordoh. Me ha encantado, y espero que me disculpen por reproducir sin autorización, pero es que...
¿Te gusta la miel? Yo cada día desayuno con un poco de miel sobre dos tostadas (además de otras cosas: tengo buen saque matinal). Me endulza la mañana, aunque a veces anule el dulzor más comedido de otros alimentos inmediatamente posteriores. Entiendo sin embargo que a otros empalague. Cuestión de gustos.
Con Camera Obscura me ocurre algo parecido. Si publicasen un álbum al mes, los compraría igualmente. Sé además que su fórmula es siempre la misma y que, aplicada en sus tres variantes, engloba todo su repertorio habido y por haber. Que es la misma fórmula utilizada por Belle & Sebastian, su grupo amigo y espejo, hasta "The Boy with the Arab Strap". Pop cándido, con esa ternura triste infalible del inacabable panal escocés en primer plano, sin trampas ni complejos, unas veces más trotón y otras más lánguido, pero siempre profusamente arreglado con cuerdas y vientos para realzar esta voz tan cercana de Tracyanne Campbell.
Siempre las nuevas canciones suenan como otras de discos previos, pero siempre también consiguen reconfortarme y cambiar para bien el humor de mi jornada. Por eso las necesito tan a menudo. Como la miel que desayuno por la mañana. Y tal vez por ello terminen el nuevo álbum con una canción llamada "Honey in the sun". Ya huele a verano. ¿Te gusta la miel?
Para quien no lo sepa, Los Locos era, sobre todo, el grupo de Paco Martínez, después conocido como Paco Loco, y Carlos Redondo, prematuramente fallecido hace tres años en un accidente de tráfico cuando andaba de gira con Felpeyu, el grupo de folk del que era componente en ese momento.
Creo que más allá de inflar la calidad del grupo (algo comprensible con quien fuese coétaneo de él), el interés de la caja radica en hacernos recordar una época en la que el pop-rock, especialmente el nacional, andaba aburridísimo. Los grupos se habían estancado en un esquema de canción (estrofra-estribillo-estrofa) repetido hasta la saciedad, todavía, supongo, asustados por las secuelas del rock sinfónico, y ello hacía que todo fuera demasiado uniforme desde mediados de los ochenta. Luego llegaron Sonic Youth y todo el rollo y se abrieron nuevos caminos. Y menos mal, porque la cosa empezaba a resultar soporífera.
Además, el patrón lírico perseguía igualmente un cierto virtuosismo que, a veces, resultaba tan empalagoso como vacuo.
Es en esas coordenadas donde se halla la obra de Los Locos; un grupo de impacto regional que, a pesar de contar con un puñado de muy buenas canciones, desarrolló su carrera en un momento en el que las ideas andaban bastante agotadas, lo que les permitió situarse al borde de la dignidad, pero no mucho más allá. Pedirle a alguien que innove y que explore nuevos ámbitos sónicos sería demasiado; por eso, la carrera de Los Locos está más que justificada gracias a, sobre todo, su primer disco, ese que recuerda tanto a Mamá y a Los Secretos más "oscuretes", y que contiene perlas como "Estás en New York" (¿Se han fijado que antes se decía New y no Nueva?), "Recuerda Marrakech" y, especialmente, "Así cayeron los dados", un temazo con aires funky, deudor de Stevie Wonder y con una memorable línea de bajo.
Así pues, interesante, pero no imprescindible. Dejo, pues, el textito que hice para la revista:
Sí, a principios de los ochenta se empezó a hablar de discográficas independientes, pero ni se intuía lo que era el indie. Paco Loco fue antes Paco Martínez y, junto a él y a la misma altura, Carlos Redondo a la voz y al bajo, y Boni Pérez en las letras, conformaban la entente que lideró Los Locos, banda que abanderó el pop asturiano antes de la consabida proliferación de etiquetas a principios de los noventa. Eran tiempos donde a los grupos se los llamaba grupos, y no bandas, mientras que los conciertos eran eso, conciertos, en vez de bolos. A través de esta reedición de lujo, muchos nos hemos aproximado a Los Locos por primera vez, dando con hallazgos como “Estás en New York”, “Así cayeron los dados” o divertidos guiños a grupos del momento como FYC (“Un zumbido de amor”) que satisfarán tanto a los nostálgicos de la inocencia como a los más inquietos y curiosos.
Pico a continuación el texto de la crítica del disco de Camera Obscura aparecida en el RDL de mayo y escrita por David S. Mordoh. Me ha encantado, y espero que me disculpen por reproducir sin autorización, pero es que...
¿Te gusta la miel? Yo cada día desayuno con un poco de miel sobre dos tostadas (además de otras cosas: tengo buen saque matinal). Me endulza la mañana, aunque a veces anule el dulzor más comedido de otros alimentos inmediatamente posteriores. Entiendo sin embargo que a otros empalague. Cuestión de gustos.
Con Camera Obscura me ocurre algo parecido. Si publicasen un álbum al mes, los compraría igualmente. Sé además que su fórmula es siempre la misma y que, aplicada en sus tres variantes, engloba todo su repertorio habido y por haber. Que es la misma fórmula utilizada por Belle & Sebastian, su grupo amigo y espejo, hasta "The Boy with the Arab Strap". Pop cándido, con esa ternura triste infalible del inacabable panal escocés en primer plano, sin trampas ni complejos, unas veces más trotón y otras más lánguido, pero siempre profusamente arreglado con cuerdas y vientos para realzar esta voz tan cercana de Tracyanne Campbell.
Siempre las nuevas canciones suenan como otras de discos previos, pero siempre también consiguen reconfortarme y cambiar para bien el humor de mi jornada. Por eso las necesito tan a menudo. Como la miel que desayuno por la mañana. Y tal vez por ello terminen el nuevo álbum con una canción llamada "Honey in the sun". Ya huele a verano. ¿Te gusta la miel?