11 noviembre 2009

La Stasi somos todos

El otro día, hablando con alguien sobre este blog, le decía que yo no fui el primero en preguntar ni en pedir explicaciones, sino que más bien me he pasado la vida dándolas.

Supongo que es algo que le ocurre a todo el mundo en mayor o menor medida. Expresas tu gusto o tu inclinación por algo y rara es la ocasión en la que no tienes al lado a cualquier energúmeno que se encarga de cortarte el punto. El aguafiestas puede hacer que te preguntes por qué abriste la boca de mil modos diferentes: el que primero se les vendrá a ustedes a la cabeza es el bombardeo con criterios pedantes, pero convendrán conmigo que más de una vez les han cortado el rollo con la más banal y simplista de las argumentaciones o, lo peor, largándote un discurso de obviedades cargado de razón cuando tú lo que querías no era precisamente llevar razón ni dejarla de llevar, sino expresar una emoción. Llevar razón... ese hecho tan sumamente sobrevalorado al final de una década marcada por la perversión del debate y la discusión perpetrada por los Grandes Hermanos y sus derivados...

No sé cuál de las tres posibilidades encierra mayor mediocridad, pero yo me quedaría con la tercera. En efecto, no hay nada más triste y descorazonador que una persona que no es capaz de distinguir una emoción de un análisis frío.


Muchas veces pienso que es algo colectivo e identitario, que es cosa de este país,
de una democracia inmadura, etc, etc, y que cuanto más provinciana es la ciudad donde vives, peor. Luego reparo en que no; lo hago siempre que recuerdo una de las primeras veces que tuve que dar explicaciones o que vi que la peña, en bloque, me hacía preguntas por mis emociones. No quiero repetirme, pero bueno, fue con seis años, una tarde que llevé al colegio una camiseta del Barça -sin ser del Barça, porque yo no era de nadie- cuando ignoraba que, si te gusta el fútbol, has de ser, por cojones, de un equipo. Y si, cuando tu equipo pierde dos partidos, eres de los que habla de crisis institucional y pides que dimitan del presidente al conserje, imagino que mucho mejor, mucho más fiel.

Lo peor es cuando insistes en algo, en algo que te gusta, y tienes la mala suerte de que la persona que te censuró en la anterior ocasión renueva el cargo unilateralmente para recordarte que no te enteras de nada. Muchos dicen que el Facebook debería añadir un botón de "No me gusta". Creo que hay un grupo y todo para reivindicar la petición. Pues yo no quiero que lo añadan, que bastante negatividad hay ya en el mundo. Si no te gusta, pues no picas en "Me gusta" y ya. ¿Qué necesidad es esa tan imperiosa de dejar claro lo que no gusta? A mí me parece un impulso patético (¡Eh! ¡Esto no es prejuzgar negativamente!) pero allá cada cual (¿lo ven?).
En el ideario de Tentari figuraba al principio el objetivo de no hablar de nada que nos irritase (no hablo como Jorge Lorenzo, es que antes éramos más), algo que se mantiene y que casi siempre se ha logrado.

Así que he llegado a una conclusión: Siempre indentifiqué a mi propia vanidad como la razón última de la existencia de este blog. Ahora no estoy tan seguro. Creo que detrás de cuatro años de actividad y doscientas sesenta y ocho entradas subyace otra cosa muy diferente: Sin darme cuenta, me he dedicado a dar toda clase de explicaciones a aquellos que, día a día, van preguntándote por qué has tomado esa bifurcación, por qué te paras a mirar un pedrusco o te detienes a descansar o a charlar con un paisano. Siempre en el camino de la estética, de ámbitos relacionados con el mundo pop, nada vital ni trascendente, desde luego, no se confundan...


Y es que hay quienes no pretendemos estar en el camino correcto, sino disfrutar de las emociones, aún a costa de que el Papa nos llame relativistas.

2 Comments:

Anonymous Groucho said...

Cómo comparto tu opinión compañero... Sin querer buscar protagonismo donde no lo debo tener querría preguntarte algo: ¿No creer que la sinceridad está supervalorada? No me refiero a decir la verdad sino a cuando te dan una opinión a la que te gustaría replicar "pero si no te he preguntado". En fin, es que pienso mucho en ésto. Y en el exceso de información, frases como "me voy a mear, ahora vuelvo" que ni me interesa ni me aportan nada.

12 noviembre, 2009 08:21  
Blogger Isaac said...

La pirámide de Maslow se ha quedado anticuada. Hay que buscar otra cosa. La gente se aburre.

12 noviembre, 2009 10:20  

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