La angustia de ser indie (IV)
Y me voy a centrar en Nixon. Como podía centrarme en J. de Los Planetas, o Señor Chinarro.
Nixon, Fran Fernández (de Australian Blonde, La Costa Brava y Nixon) es un total ejemplo de independencia. Nunca deja de sorprenderme que escuche todo y lea todo. Hace unas semanas decía lo que disfrutaba escuchando esta canción -pues sí, pese a quien pese divertida, eficaz y "buena", dentro de su carácter efímero, tanto como la mosca de un día- pero eso sí, siendo consciente, como él era, de que la estrofa era un plagio de este otro gran éxito de Robert Palmer. Es más fácil ser independiente con el respaldo de una importante cultura, tanto musical como literaria.
[El tema del plagio da para una ramificación. El plagio no debe ser confundido con influencia. El plagio es casi inevitable en el pop. El plagio debe ser natural. Si a uno lo pillan, ay, debe reconocerlo, no negarlo, porque es indudable el trasvase continuo de influencias, dado que el pop y el rock se construyen con unas bases armónicas muy cuadriculadas e invariables. Cualquier canción de cualquier grupo puede tocarse con unos conocimientos musicales muy básicos, dado que las ruedas de acordes son casi siempre las mismas. Es lo que tiene haber derivado, entre otros, del blues, un estilo basado en tres acordes que se repiten].
Te cito una frase de Fran muy ilustrativa a propósito de todo esto:
"¿Cómo sabe la gente cuando un grupo es independiente o no lo es? Bueno, porque lo dicen las revistas independientes, claro..."
La trayectoria musical de Fran Fernández, especialmente desde que está al frente de La Costa Brava se ha caracterizado, justamente, por su entereza independiente. Para llegar a la independencia hay que tener muchas herramientas, y una de ellas es la honradez, la fidelidad a uno mismo, como hemos dicho, a lo que le apetece hacer.
En el cuarto disco de La Costa Brava venía un tema que se llamaba "Adoro a las pijas de mi ciudad", compuesto por Fran. Esta canción fue uno de los hits del panorama indie del 2005 y, además, cuenta con esa afortunada cualidad, que persigue a algunas canciones, de seguir en boca de todo el mundo y creciendo con el paso del tiempo.
Lo curioso del tema es lo siguiente. Todo el mundo pensaba que era un tema irónico, pensado para reirse del mencionado colectivo; desde luego, como te he tratado de dejar claro, una cosa es querer ser indie, y otra llegar a serlo, por lo que te puedo asegurar que el público indie no imaginaba al principio, para nada, que el título era serio y literal. Yo, por otra parte, te puedo asegurar que tenía mis dudas. La canción contaba con un tufillo melancólico de admiración por lo inaprensible que me hacía dudar de esa presunta ironía.
En efecto, como Fran explicaba muchos, muchísimos, meses más tarde en su blog, y como le oí en alguna entrevista incluso en la radio, poniendo en evidencia a más de un listillo de Radio 3, no había ironía. La explicación era la siguiente, narrada por el propio protagonista: Nuestro músico era hijo de taxista y, por circunstancias, asistió a un colegio de pago, lo que le creó cierto trauma de clase. Por aquella época, además, estaba de moda una cierta manera de vestir. Como él mismo recordaba:
"Cuando yo iba al instituto, las pijas de mi ciudad llevaban jersey privata, falda, tacón y medias de rejilla...".
En aquella época no ligaba nada, claro, y menos aún con las pijas de una ciudad como Gijón, así que esa canción es todo un canto a una época pasada y superada de la vida que, a pesar de todo, se mira con ternura.
Dejando por sentado que este gran personaje al que he tomado como ejemplo y referente, dentro del ámbito español, del colectivo indie, es verdaderamente un indie, ataco la cuestión principal.
No está de moda entre los indies hacerse pajas con las pijas. Para nada. El hecho de que un referente del indie, como FF haya "salido del armario" en 2005 con una canción así no implica que se haya puesto de moda un tipo de mujer. Eso sí, en ciertos blogs la sexualidad de las pijas se ve de repente con más simpatía... ¿Moda? Probablemente, un poco, pero muy poco. ¿Borreguismo? También, desde luego.
Por lo que a mí me toca, siempre me gustaron las pijas. A veces lo negué, pero casi nunca. En el colegio, en el instituto, en la facultad... y, por supuesto, ahora. Mira, a veces hablo con mi padre de una mujer que pasa o que come al lado: "Pero es muy pija" -reponde él. Y yo le digo: "Es estupenda. Punto." Entonces él replica: "Sí, sí, la verdad es que está muy bien". Quiere decir que mi padre, que tiene el corazón colorado, tiene una cierta tendencia (aprehendida, desarrollada) a rechazar algo que le gusta. Eso es lo que no tiene sentido. Es el prejuicio.
En el vídeo de la oveja se da además, de manera involuntaria, un hecho singular, que es la formidable encarnación de un paradigma, algo que, para bien o para mal, nunca pasa desapercibido a los ojos del ser humano. Y explico esto. En la "Historia de la eternidad", Borges invitaba al lector a hablar con sus amigos del siguiente tema:
" Lo genérico puede ser más intenso que lo concreto. (...) De chico, veraneando en el norte de la provincia, la llanura redonda y los hombres que mateaban en la cocina me interesaron, pero mi felicidad fue terrible cuando supe que ese redondel era <pampa
En otras palabras, hay pocas cosas que produzcan tanta fascinación, sobre todo en el Hombre actual -y esto está totalmente ligado a los esquemas mentales proporcionados por el Romanticismo- como un arquetipo. Los arquetipos nos aproximan a una Verdad -por ende, a la Verdad- sobre la base del modelo, por eso nos apasionan y desconciertan tanto. Cada vez que nos encontramos ante cualquier encarnación que represente todas las cualidades de un movimiento, un grupo social, una época... un escalofrío recorre nuestra espalda. Imaginen lo que debió sentir Fanny McNamara cuando Warhol le susurró con voz aterciopelada: "You're a star!".
El (frecuente) problema se da al malversar el concepto arquetipo, cuando en realidad de lo que se habla es de etiqueta; entonces, bajo un falso tejido de atemporalidad subyace la más burda impostura con el atuendo proporcionado por su hermana pequeña: la moda. Los perjudicados pueden ser, por ejemplo, el etiquetado, cuando el rótulo es colocado desde la mala fe y, justamente, dejándose llevar por conclusiones débiles y construidas sobre parámetros tan prejuiciosos como efímeros, o bien, los destinatarios de dicho juicio etiquetador, que serán engañados por mor de la ansiosa búsqueda de referentes y modelos en la que nos embarcamos cada mañana.
Respecto al vídeo de La Oveja Naranja se dan varias circunstancias. Aparte del elemento más prosaico de que las chicas estén para follárselas a todas, cualquier persona queda, además, superada (en negativo o en positivo) ante la abrumadora presencia cualitativa y cuantitativa de un paradigma, de la incontestable fuerza del arquetipo. Dos, el tema es una perlita electropop. Ahora que estás en Barcelona, te será más fácil escuchar a Astrud, Chico y Chica... el propio McNamara tiene un tema que canturreo estos días porque mi cabeza lo mezcla, sin yo quererlo, con la oveja naranja.
No pongo la oveja naranja en mi despacho. Me parece machacón. Tampoco pondría a McNamara. Lo pondría en una fiesta, eso sí, sobre todo si fuera navideña. Es divertido. Es bailongo. Es insólito y, sobre todo, es inocente. No se hizo para salir en youtube. Se hizo por diversión, y se fraguó una singular pieza que ya veremos si se queda sólo en la blogosfera.
Besitos y perdón por el ladrillo.
Isaac Lobatón