31 julio 2010
25 julio 2010
Contempopranea 2010: La seducción de la petulancia
Me preocupa. Cada vez me es más frecuente sentirme incómodo al no verme formando parte de determinados entusiasmos colectivos, de no sumarme a la euforia general en lo tocante a la renovada escena independiente nacional. Y es que es descorazonador que un festival transcurra, grupo a grupo, día a día, sin que prácticamente ninguno de ellos logre hacerte mover un músculo de la cara. Cuando, al final de la jornada, compruebas que con lo que mejor lo pasas es con la batería de éxitos que pinchan los djs, ya no te queda duda de que algo está fallando. Al menos, para ti. O en ti.
Podría ser porque el balance general de esta edición del Contempopranea se asemeja bastante al juego del Real Madrid. Es decir, hablamos de eficacia, pegada, calidad, solvencia, pero no de chispa, de emociones, de pasiones... Jamás de sorpresa. A los líderes de la generación que ahora descolla les falta, sobre todo, sentido del humor, pero también una pizca de cinismo y altas dosis de independencia de la de verdad; y les sobran varios kilos de petulancia, actitud mal entendida y seriedad plomiza.
Estos condicionantes transforman muchos de los conciertos en tediosas experiencias, donde las canciones franquicia quedan diluidas entre el resto de un repertorio que, si sobresale por algo es por su planicie, la ausencia de aristas y el total ostracismo al que se ve sometida la piedra angular del pop: la frescura.
Lo malo es que cuando no nos abruman con el exceso de solemnidad, lo que parecen es tomarnos directamente por imbéciles. Sucede con otro sector de bandas que quisieron ser innovadoras, importantes, históricas, pero que, siendo conscientes de sus limitaciones, trataron de asaltar el circuito mainstream con resultados dudosos. Pop de consumo masivo (nada que objetar, por supuesto) envasado y etiquetado como indie (ahí sí, que engañen a otro), término que, hace ya tiempo, empezó a resultar molesto por su malversación.
¿Nombres? Échenle un vistazo al cartel de este año, pero saquen de ese grupo a unos honestos Hola a Todo el Mundo, Anni B. Sweet y Underwater Tea Party, a los demoledores Delorean y los eternos Tachenko, y también a unos Planetas que, no por vagos y carentes de tensión, se pueden incluir dentro de la sobrevalorada camada que campa por nuestros escenarios abanderando esta suerte de falsa revolución creativa musical.
Pero bueno, retomando lo que decía al principio, me siento raro, porque a la gente parece gustarle, y entonces pienso que quizá el petulante sea yo. Al fin y al cabo, dicen que un millón de españoles no pueden estar equivocados. Y ahí es donde vuelvo otra vez al bucle. Es que no sé muy bien si estos grupos (los meto a todos en el mismo saco) son sencillamente comerciales o, simplemente, malos. Como sabemos, no es necesariamente lo mismo.
Los Planetas, por su parte, arriesgaron muchísimo con un set en el que predominaron los medios tiempos y que fue desarrollado en torno a sus dos últimos trabajos, combinando los afortunados hallazgos de "Señora de las alturas" o "Ya no me asomo a la reja" con otros títulos históricos, pero no demasiado explotados en sus directos, como "Rey Sombra" o "El artista madridista", si bien se echaron de menos "Romance de Juan de Osuna" y "No sé cómo te atreves", dos de los temas (singles para más inri) más afortunados de la discografía de los granadinos. Valiente decisión, no obstante, la de una banda que puede presumir de disfrutar de unos seguidores que han sabido valorar y comprender el punto de inflexión de "La leyenda del espacio" y su continuación en "Una ópera egipcia", pero que resultó un desastre en términos puramente musicales por culpa del desbarajuste rítmico predominante desde el minuto uno de su concierto. En cuanto a la actitud de J, ausente, desnortado y sobrado, no merece más comentario por obvia. No son buenas señales para un grupo que alcanzó la plenitud en su gira de 2007, un tour aquel que rezumaba tensión, trabajo, compromiso y ganas de agradar. Todo lo contrario del sábado, con el piloto automático activado y boicoteando la natural química existente entre los granadinos y el público de Alburquerque.
- Maga son El Barrio del indie.
- La Habitación Roja, los Ketama.
- Y J es Mágico González...
P.D. ¡Ah! Se me olvidaba... La selección española de fútbol ya es oficialmente pop. La han consagrado Los Planetas poniendo imágenes de partidos históricos (España-Malta entre ellos) como fondo para "Un buen día", así que ya saben, todos los que alguna vez quisieron ir a un festival con la elástica roja y no se atrevieron ya pueden hacerlo, que ya no está mal visto.
Podría ser porque el balance general de esta edición del Contempopranea se asemeja bastante al juego del Real Madrid. Es decir, hablamos de eficacia, pegada, calidad, solvencia, pero no de chispa, de emociones, de pasiones... Jamás de sorpresa. A los líderes de la generación que ahora descolla les falta, sobre todo, sentido del humor, pero también una pizca de cinismo y altas dosis de independencia de la de verdad; y les sobran varios kilos de petulancia, actitud mal entendida y seriedad plomiza.
Estos condicionantes transforman muchos de los conciertos en tediosas experiencias, donde las canciones franquicia quedan diluidas entre el resto de un repertorio que, si sobresale por algo es por su planicie, la ausencia de aristas y el total ostracismo al que se ve sometida la piedra angular del pop: la frescura.
Lo malo es que cuando no nos abruman con el exceso de solemnidad, lo que parecen es tomarnos directamente por imbéciles. Sucede con otro sector de bandas que quisieron ser innovadoras, importantes, históricas, pero que, siendo conscientes de sus limitaciones, trataron de asaltar el circuito mainstream con resultados dudosos. Pop de consumo masivo (nada que objetar, por supuesto) envasado y etiquetado como indie (ahí sí, que engañen a otro), término que, hace ya tiempo, empezó a resultar molesto por su malversación.
¿Nombres? Échenle un vistazo al cartel de este año, pero saquen de ese grupo a unos honestos Hola a Todo el Mundo, Anni B. Sweet y Underwater Tea Party, a los demoledores Delorean y los eternos Tachenko, y también a unos Planetas que, no por vagos y carentes de tensión, se pueden incluir dentro de la sobrevalorada camada que campa por nuestros escenarios abanderando esta suerte de falsa revolución creativa musical.
Pero bueno, retomando lo que decía al principio, me siento raro, porque a la gente parece gustarle, y entonces pienso que quizá el petulante sea yo. Al fin y al cabo, dicen que un millón de españoles no pueden estar equivocados. Y ahí es donde vuelvo otra vez al bucle. Es que no sé muy bien si estos grupos (los meto a todos en el mismo saco) son sencillamente comerciales o, simplemente, malos. Como sabemos, no es necesariamente lo mismo.
Los Planetas, por su parte, arriesgaron muchísimo con un set en el que predominaron los medios tiempos y que fue desarrollado en torno a sus dos últimos trabajos, combinando los afortunados hallazgos de "Señora de las alturas" o "Ya no me asomo a la reja" con otros títulos históricos, pero no demasiado explotados en sus directos, como "Rey Sombra" o "El artista madridista", si bien se echaron de menos "Romance de Juan de Osuna" y "No sé cómo te atreves", dos de los temas (singles para más inri) más afortunados de la discografía de los granadinos. Valiente decisión, no obstante, la de una banda que puede presumir de disfrutar de unos seguidores que han sabido valorar y comprender el punto de inflexión de "La leyenda del espacio" y su continuación en "Una ópera egipcia", pero que resultó un desastre en términos puramente musicales por culpa del desbarajuste rítmico predominante desde el minuto uno de su concierto. En cuanto a la actitud de J, ausente, desnortado y sobrado, no merece más comentario por obvia. No son buenas señales para un grupo que alcanzó la plenitud en su gira de 2007, un tour aquel que rezumaba tensión, trabajo, compromiso y ganas de agradar. Todo lo contrario del sábado, con el piloto automático activado y boicoteando la natural química existente entre los granadinos y el público de Alburquerque.
- Maga son El Barrio del indie.
- La Habitación Roja, los Ketama.
- Y J es Mágico González...
P.D. ¡Ah! Se me olvidaba... La selección española de fútbol ya es oficialmente pop. La han consagrado Los Planetas poniendo imágenes de partidos históricos (España-Malta entre ellos) como fondo para "Un buen día", así que ya saben, todos los que alguna vez quisieron ir a un festival con la elástica roja y no se atrevieron ya pueden hacerlo, que ya no está mal visto.
Etiquetas: escena indie sobrevalorados petulantes pretenciosos actitud
17 julio 2010
FREEk! Julio: Algora y algo más
Un disco muy bonito: Anne Arbor
Y una entrevista con mala leche a Nitoniko.
Al final, España ganó el Mundial. En el bar donde veíamos los partidos no invitaron ni a una mísera copa. Pensé en lo que hubiera hecho Algora en el suyo de haber ganado España, acordándome de hace dos años, cuando Fran Fernández nos contaba cómo Sergio vivía el éxito europeo.
Escribí el texto de abajo después de la derrota ante Suiza, pero ayer, no sé muy bien por qué, celebré haber dedicado a Algora el NCNC de julio. De repente, me he dado cuenta de que Perruca tenía razón, de que la vida no sigue igual; de que incluso los que no éramos amigos suyos ni lo conocíamos personalmente lo echamos de menos; de que es muy difícil mantenerse fiel al costabravismo sin su fuerza impulsora, ocasionando esto que cada segundo nos mate David, aunque seamos verdaderos gigantes.
La vida es algo más cutre sin gente como él. No es exagerado afirmar que el ritmo del mundo está dominado demasiadas veces por el miedo, el fatalismo, la ofuscación y la ausencia de soltura y apertura de mente ante la grandeza que puede proporcionarnos el imprevisible devenir cotidiano. Sé que esto suena a secta, por eso no voy a profundizar más, que parezco de Nueva Acrópolis, pero es la verdad. Sergio Algora nos enseñó a afrontar la vida de otra manera, lo que le costó dejar de ser tomado en serio por gran parte de la crítica y la afición. Debe molar más hacer canciones diciendo que nunca ganeremos el mundial y dedicar discos a Tassotti. Debe molar más ser un loser, empeñarse en ser un coñazo, ser serio y hacer canciones para trascender o epatar. Lo que de verdad mola es cuando uno de estos capullos advenedizos se descojona de que reivindiques a Julio Iglesias y, dos años más tarde, le encuentres diciendo que "Julio Iglesias es muy grande", expresión insustituible que vale para todo. No, no me ha pasado; es sólo un ejemplo hipotético.
Esto es lo que hay. En nuestra mano está que los malos no venzan. Que no gane nunca Holanda. Que si perdemos, sea ante Alemania. Sin Sergio, a veces nos desviamos del camino y cometemos el estúpido error de arrugarnos ante el menor problema, pero siempre dije que nos quedaba Fran Nixon; y nos sigue quedando. Menos mal.
¡CHAMPÁN PARA TODOS!
Hace dos años, Sergio Algora celebraba los buenos resultados de la Eurocopa tocando el acordeón por las calles de Zaragoza. El equipo de Luis Aragonés ganaba partidos y avanzaba rondas con un juego alegre y despreocupado, más propio del patio de un colegio que de millonarios profesionales de vuelta de todo. Al volver a mirar aquella imagen de Algora sosteniendo el instrumento tras su fallecimiento días después, pensaba que no podía haber mejor metáfora ni paralelismo vital. España había ganado gustándose, sí, pero con una cierta rebeldía, la que ponen en práctica los niños grandes, las personas que creen que las mejores obras se materializan desde la inocencia y a la ausencia de prejuicios; de tomarse muy en serio que no hay que tomarse la vida en serio. Se hablaba de fútbol champán, el alimento, según cuentan los que lo conocieron, preferido de Sergio; dicen que de vez en cuando perdía la cabeza en su bar e invitaba a diestro y siniestro: “¡Champán para todos!”. Cuando escribo esto, España se juega su futuro ninguneada por cierta prensa y gran parte de la afición, como le ocurrió a Algora en los últimos años de su carrera. Sí, debe ser que, en el fútbol, el arte y la vida, es mejor guardarse las espaldas y comportarse como un triste. Va a ser eso. Tiene más credibilidad.
Y una entrevista con mala leche a Nitoniko.
Al final, España ganó el Mundial. En el bar donde veíamos los partidos no invitaron ni a una mísera copa. Pensé en lo que hubiera hecho Algora en el suyo de haber ganado España, acordándome de hace dos años, cuando Fran Fernández nos contaba cómo Sergio vivía el éxito europeo.
Escribí el texto de abajo después de la derrota ante Suiza, pero ayer, no sé muy bien por qué, celebré haber dedicado a Algora el NCNC de julio. De repente, me he dado cuenta de que Perruca tenía razón, de que la vida no sigue igual; de que incluso los que no éramos amigos suyos ni lo conocíamos personalmente lo echamos de menos; de que es muy difícil mantenerse fiel al costabravismo sin su fuerza impulsora, ocasionando esto que cada segundo nos mate David, aunque seamos verdaderos gigantes.
La vida es algo más cutre sin gente como él. No es exagerado afirmar que el ritmo del mundo está dominado demasiadas veces por el miedo, el fatalismo, la ofuscación y la ausencia de soltura y apertura de mente ante la grandeza que puede proporcionarnos el imprevisible devenir cotidiano. Sé que esto suena a secta, por eso no voy a profundizar más, que parezco de Nueva Acrópolis, pero es la verdad. Sergio Algora nos enseñó a afrontar la vida de otra manera, lo que le costó dejar de ser tomado en serio por gran parte de la crítica y la afición. Debe molar más hacer canciones diciendo que nunca ganeremos el mundial y dedicar discos a Tassotti. Debe molar más ser un loser, empeñarse en ser un coñazo, ser serio y hacer canciones para trascender o epatar. Lo que de verdad mola es cuando uno de estos capullos advenedizos se descojona de que reivindiques a Julio Iglesias y, dos años más tarde, le encuentres diciendo que "Julio Iglesias es muy grande", expresión insustituible que vale para todo. No, no me ha pasado; es sólo un ejemplo hipotético.
Esto es lo que hay. En nuestra mano está que los malos no venzan. Que no gane nunca Holanda. Que si perdemos, sea ante Alemania. Sin Sergio, a veces nos desviamos del camino y cometemos el estúpido error de arrugarnos ante el menor problema, pero siempre dije que nos quedaba Fran Nixon; y nos sigue quedando. Menos mal.
¡CHAMPÁN PARA TODOS!
Hace dos años, Sergio Algora celebraba los buenos resultados de la Eurocopa tocando el acordeón por las calles de Zaragoza. El equipo de Luis Aragonés ganaba partidos y avanzaba rondas con un juego alegre y despreocupado, más propio del patio de un colegio que de millonarios profesionales de vuelta de todo. Al volver a mirar aquella imagen de Algora sosteniendo el instrumento tras su fallecimiento días después, pensaba que no podía haber mejor metáfora ni paralelismo vital. España había ganado gustándose, sí, pero con una cierta rebeldía, la que ponen en práctica los niños grandes, las personas que creen que las mejores obras se materializan desde la inocencia y a la ausencia de prejuicios; de tomarse muy en serio que no hay que tomarse la vida en serio. Se hablaba de fútbol champán, el alimento, según cuentan los que lo conocieron, preferido de Sergio; dicen que de vez en cuando perdía la cabeza en su bar e invitaba a diestro y siniestro: “¡Champán para todos!”. Cuando escribo esto, España se juega su futuro ninguneada por cierta prensa y gran parte de la afición, como le ocurrió a Algora en los últimos años de su carrera. Sí, debe ser que, en el fútbol, el arte y la vida, es mejor guardarse las espaldas y comportarse como un triste. Va a ser eso. Tiene más credibilidad.
Etiquetas: algora costabravismo
14 julio 2010
Mundial 2010: Nadie juega como España
Han pasado tres días y parece que, poco a poco, todo vuelve a la normalidad. Ahora sabemos lo que se siente al ganar un Mundial. El domingo, las emociones fueron de órdago, pero la vida sigue (igual). O no tanto; yo he empezado a salir a correr por las tardes, ya que este mes me ha dejado exahusto con tanto tabaco, tantos gin tonics y tantas comidas a deshora. Así le doy salida a las calzonas azulinas que me compré antes de que empezara el Mundial. Lo que está claro es que hoy da comienzo el Debate sobre el Estado de la Nación y el país recobra su (cansino) ritmo habitual.
Trataré de dejar mi opinión sobre el papel de España en el Mundial. Setenta y dos horas más tarde, cuesta un poco más, pero después de todo no creo que me permitieran otro post tan emocional como el anterior.
Los Mejores
- No cabe duda de que España ha demostrado ser el mejor equipo del campeonato. Es un hecho por el que hay que felicitarse. Finalizado el torneo, no parece imaginable el escenario de una derrota del combinado de Del Bosque ni ante Brasil, ni mucho menos, ante Argentina. No en este último mes al menos. Una sensación de superioridad así no la recuerdo desde el Eurobasket ganado por la última Yugoslavia en el 91.
- Nunca sabremos si este mundial nos ha dejado la sensación de que el nivel futbolístico ha estado realmente bajo por el hecho de que España fue capaz de ganarlo o porque realmente las expectativas de juego generales no se han visto cumplidas. El balón fue, indiscutiblemente, un veneno, y el estado de los terrenos de juego, una rémora.
La Defensa
- Al margen de la supremacía de Piqué, había ciertas dudas sobre la solidez defensiva de España. Es cierto que el equipo sólo ha recibido dos goles, ambos tras dos desafortunados rebotes, pero también que, en determinados momentos, no ofreció sensación de fiabilidad al contrarrestar los numerosos contragolpes propiciados por su apuesta por la posesión de la pelota. Ni Busquets, ni Xabi Alonso, ni Piqué, ni nadie (bueno, quizá Xavi sí) son espíritus puros. Pueden cometer fallos que ocasionen sustos. Las dos acometidas de Robben son un ejemplo de ello, pero también conviene recordar que el gol de Suiza vino tras la pérdida de un balón por Iniesta en la medular. Mi lectura, no obstante, es que ningún sistema es perfecto, y que España ha sabido explotar lo que mejor sabe hacer para alzarse con el triunfo final. Si contamos los despistes defensivos a lo largo del campeonato, creo que éstos no llegan a diez. No es mucho, sobre todo si tenemos en cuenta algo que en este país se tiende a olvidar: los otros también juegan.
La Media
Cuando uno llega a una terraza de verano y todas las mesas están vacías, hace como los perros y los gatos antes de acostarse, dar varias vueltas abrumado por el exceso de oferta. Con el centro del campo de España ocurre lo mismo. Todo es discutible, todo es mejorable, todo es empeorable. Las alternativas dan para cubrir cualquier esquema de juego, para tener preparados dos equipos titulares. Uno no sabe muy bien si Capdevila -qué mundial ha completado sin hacer ruido- es centrocampista o defensa. Lo mismo sucede con Piqué o, incluso, con Villa o Iniesta, teóricos delanteros. Las ayudas de todos en este área constituyen el decisivo sustento sobre el que se construye el entramado defensivo español, que no es otro que la posesión de la pelota. Recordémoslo otra vez, que hay quien no se entera, y mira que es sencillo: si ellos no la tienen, es imposible que marquen.
La Delantera
Aunque ha mostrado mucha más efectividad con un ariete que le abra espacios, Villa no ha dejado de ser una pesadilla constante para todas las defensas a las que se ha enfrentado. Su repertorio de remates se ajusta tanto a la posición de 9, como a las de 7, 8 ó 10. Fernando Torres ha intimidado con su sola presencia. No me cuento entre los fans de este futbolista, pero es indudable que entre las zagas contrarias ha provocado el pánico cada vez que daba una zancada. Sólo así se explica la extemporánea salida del meta chileno en aquel partido que se había puesto tan incómodo para los nuestros. Si se recupera y aprende a valorar su aportación al grupo, volverá a ser determinante.
Del Bosque y El Banquillo
Quizá el factor que ha inclinado la balanza del lado de España. Del Bosque se ha mostrado extraordinariamente acertado en los cambios, de la misma manera que con ellos logró provocar el desconcierto entre aficionados, prensa y, desde luego, entrenadores rivales. La entrada de Llorente ante Portugal es el mejor ejemplo de ello, pero la asombrosa profundidad del elenco de suplentes proporcionaba al equipo un incalculable valor de sorpresa. Como muestra, recordar que el gol de la final se inicia con un robo de Navas en la frontal del área, quien, tras un eslálom de 55 metros, cede a Xavi, éste otra vez a Navas, que encuentra a Torres para que trate de combinar con Iniesta; el balón llega a Cesc, que encuentra el pase final. Es decir, los tres reservas actuaron decisivamente en la jugada del gol de la victoria.
El Estilo
- El estilo de España no es (sólo) el del Barcelona. Es una falacia simplista y malintencionada. España dio un giro a su juego cuando Miguel Muñoz dio el mando del equipo a los chicos de la Quinta del Buitre. Cuando yo era pequeño, en mi colegio no se jugaba al pelotazo, sino que pretendíamos jugar al primer toque; los buenos de la clase siempre hablaban de tocar, tocar, tocar. En Cádiz, aparte de Mágico González, el ídolo era Pepe Mejías. Es algo que forma parte de la manera de entender el fútbol en un país donde, hasta hace muy poco, se jugaba mucho en la calle, haciendo paredes con las propias paredes, y donde, no lo olvidemos, la influencia de un futbito archigalardonado es enorme. Camacho contrató al seleccionador de fútbol sala en una decisión que creó mucha controversia, y hasta en los tiempos de Clemente, y pese a él, España jugaba grandes partidos a partir de buscar espacios tras mucho mover la pelota. Además, España acostumbra a ser una potencia también en fútbol playa. Hablamos de técnica, pero también de mucha administración del fondo físico, ya que tanto el futbito como el fútbol playa son disciplinas que comportan un tremendo desgaste.
Algunas de las reivindicaciones que parten de Cataluña están destinadas únicamente a molestar y a patalear; de la misma manera que, de haber ganado con otro estilo y otros jugadores no mostrarían identificación alguna con el triunfo. La reivindicación nacional de Iniesta es cínica y mezquina, y la de Villa, de sinvergüenzas, claro.
Hay que añadir, finalmente, que ningún equipo juega ni ha jugado como España. Eso no es ni bueno ni malo, puesto que el sistema tiene detractores, pero qué bonito resulta tener personalidad propia cuando se trata de referirse a este viejo juego.
El Espíritu
En otros tiempos, el equipo se habría desestabilizado por culpa del absentismo arbitral ante Paraguay, Chile u Holanda. Esta última selección sí logró algo tan importante como intimidar, cortarle el rollo a la línea de creación por momentos, pero nunca poner en jaque la cabeza de unos jugadores con una competitividad que parece a prueba de bombas. El empujoncito de Iniesta a Van Bommel después de que éste le aplastara salvajemente el tobillo sin tan siquiera verse sancionado con una falta, habla a las claras de la tendencia a la templanza de este colectivo.
Holanda
- Del fútbol de Holanda ya dije lo que pensaba en su día. Que un equipo con aspiraciones para ser campeón del mundo construya su juego sobre la base de pasecitos largos a la estrella del equipo para que ésta se busque la vida, me parece vergonzoso. Lo que desconocía era que un país que tendemos a admirar tanto posea esa capacidad para fabricar victimismo y vislumbrar conspiraciones. ¿Les suena? De las patadas no voy a hablar.
Historia Global
- Somos sextos, a sólo un punto de Inglaterra. Es un puesto magnífico.
Anécdota
Exceptuando el primer gol de Villa a Honduras, todos los demás se han producido en la portería que quedaba a la izquierda de nuestras cabezas de telespectadores.
Battiston
- Podría volver a pasar. Vista la patada a Xabi Alonso, así como muchos otros lances escalofriantes, cuesta creer que la FIFA no acometa la tarea de salvaguardar la salud, y hasta la vida, de los jugadores. Vergüenza.
LA FRASE: "si hay que sufrir, sufriremos, pero cuanto menos protagonista sea el portero en la final, mejor." Iker Casillas, antes del partido. Pues lo fuiste, amigo, y a todos los que soñamos con estar en tu lugar alguna vez, nos hiciste muy felices.
Gracias a todos los que han seguido el blog este último mes. Ha sido muy agradable comprobar que esto no es sólo un ejercicio de onanismo.
P.S. Para el próximo post, y dado que todo el mundo ha prometido algo por ganar el Mundial, yo me comprometo a aplicar la normativa esa de la RAE con las tildes. No le dieron ninguna publicidad (tiene dos años ya) y no soporto trastocar un aprendizaje que llevo incrustado en la cabeza desde 5º de EGB, pero yo soy muy académico y las normas están para cumplirlas.
Etiquetas: campeones del mundo sudafrica
08 julio 2010
Mundial 2010: Para nosotros
Se llamaba, o se llama, Pepe. Pepe Rojas, concretamente. Un día cualquiera, sin venir a cuento, sin partido de por medio ni nada, se presentó en clase con algo realmente difícil de ver: el equipo (nadie le llamaba equipación) completo de "el España". Con botas y todo.
Pepe era estúpido. O no. Lo que pasa es que yo todavía no había aprendido la palabra "repelente", que definía mejor a Pepe. Eso es. Repelente. Un niño bastante feo y con cara de flan que solía ufanarse de las mercaderías que le proporcionaba el bazar turístico de su familia; aquella mañana acaparaba todas las miradas gracias a su equipo de "el España", a pesar de que todos sabíamos que procedía de aquella especie de tienda "de Ceuta". Recuerdo un silencio sepulcral en esa clase teñida de verde. Respeto, admiración... envidia. ¡Y eso que aquella camiseta, aquellas calzonas y aquellas medias no eran Adidas! No recuerdo en mi infancia haber visto ninguna equipación de España original. El que quería una camiseta de fútbol iba, más que a una tienda de deportes, a una de disfraces. Las elásticas -por decir algo- no tenían escudo; había que comprarlo aparte y después coserlo. Imagino que no fue así, pero yo tengo la sensación de que Pepe, aún sin escudo, se pasó la mañana entera en mitad de la clase, tal era el estupor general. Todo el mundo quería ser Pepe, con su puta madre.
Hace un par de años entré en la tienda a mirar si estaba o, más bien, a comprobar si, aún estando, sería capaz de reconocerle. Creí hacerlo, pero no me acerqué, tercio por no estar seguro, tercio porque él tenía mucho trajín, tercio por no quedarme planchado recibiendo la clásica respuesta "pues yo no me acuerdo de ti". Y es que hace veintiseis o veintisiete años (hablo de esa época; hagan cuentas) el negocio estaba en un buen sitio, pero resulta que ese mismo sitio ahora es mucho mejor. Justo al ladito del hotel de Ana Torroja, en el corazón de Tarifa. No vi que vendieran equipos de fútbol, pero ahí estaba él, despachando botes de Delial, chanclas baratas y cosas así.
Me gustaría ver al repelente Pepe y darle un abrazo. No conservo amigos con quien compartiera la gesta de Malta, y puede que Pepe, de todos los pardillos que me rodeaban en aquel 1º A a la mañana siguiente de aquella proeza, fuera el único, junto conmigo, que no se acostó al descanso, cuando el marcador señalaba un raquítico 3-1. "-¿Como que no os dejaron verlo? ¿Como que os mandaron a dormir?", repetía yo una y otra vez al día siguiente. No entendía nada.
Una tarde, después de clase, y paseando por mi madre con Tarifa, vi a Pepe. Esta vez iba acompañado por otros dos chavales de mi clase; Raúl (creo), el clásico chulito rubio con flequillo, y Jesús, un tipo gordito y mofletudo nada envidiable tampoco. Los tres, no obstante, iban con su equipo "del España". Me falla un nombre, porque recuerdo al rubito diciendo algo así como "este es Alejandro, pero siempre le decimos Alexanco". Yo me quedé sin palabras. Quería ese equipo. Mi madre protestó y se preguntó qué hacían esos niños vestidos "del España", en lugar de llevar la camiseta del Cádiz, que era la que me habían traído los Reyes. Pero a mí el Cádiz me daba igual; desde Tarifa me quedaba lejos y, sí, estaba en Primera aquel año, pero yo ni sabía muy bien lo que era Primera ni aún había aprendido a amarlo. En cambio, "al España", sí.
Somos muchos los que tenemos como primer recuerdo futbolístico nítido la goleada a Malta. Antes, puedo intuir retazos desenfocados de decepción. La voz de mi abuelo recurrente ("No son malos los españoles..."), un hombre con el pelo negro, guapo, que se movía espasmódicamente en el área pequeña con una camiseta verde y negra, una voz monótona y grave que salía de la televisión y una especie de desilusión global y resignada. Era el Mundial 82. Mi cabeza conserva sólo algunas sensaciones e imágenes sueltas, que no es poco, pero no es suficiente.
Ruego me disculpen, pero este post es un homenaje a todos los que, a desde aquel partido, comprendimos que algo grande estaba por llegar; que, aunque no sea importante, aun cuando no nos vaya a cambiar la vida ni mucho ni poco, sino más bien nada, sólo la selección española podría proporcionarnos las mayores dosis de éxtasis futbolístico y deportivo; para los que seguimos citas tan decepcionantes como la Eurocopa del 88 (aún no he encontrado a nadie con quien compartir cómo arranque de un suplemento del diario una foto de 1x1 cm de la cabeza de Vialli y la quemé en la terraza con un mechero), la no clasificación para la Eurocopa del 92, los tediosos amistosos y partidos de clasificación, la exasperante era Clemente, al que sólo defendíamos aquellos que, sencillamente, queríamos ganar lo antes posible, sin esperar a un cambio de ciclo ni de nada. Ganar. Ganar. En la próxima. Siempre esperando. Siempre al límite. Siempre mediatizados por la injusticia y la falta de competitividad.
No seré yo quién expulse a nadie de este foro, pero no se den por aludidos los que se suben al carro ahora. Esto es nuestro, de los que nunca perdimos la esperanza, de los que cuando los demás hablaban del despido de Toshack tratábamos, sin éxito, de cambiar de tema proponiendo como seleccionador a Irureta. Es de gente que ya no está, que se fue sin que este equipo le proporcionara una alegría, no vitalmente necesaria, pero oye, qué bien les habría venido, como mi abuelo, como el padre de J. como A., al que le dio tiempo a disfrutar del triunfo hace dos años en Viena. Es también de gente que no puede volcarse en la pantalla como quisiera, como dos o tres personas a las que quiero bien.
Espera Holanda. No importa ganar, pero si ganamos mejor. De eso hablaré otro día. Hoy tocaba otra cosa.
Decía que habíamos dejado a Raúl (o Alejandro), Pepe y Jesús atrás. Mi madre cuestionándose por qué no llevaban camisetas del Cádiz. En esas protesté. Meses más tarde, mi abuelo adquirió un par de escudos en Sports Play, esa añorada tienda de deportes de Corneta Soto Guerrero. Uno era de plástico, muy cutre, la verdad; el otro era bordado, chulísimo. Mi abuela lo cosió en la camiseta roja. Mi equipo no había tardado demasiado en llegar. Supongo que fue adquirido en la tienda de Pepe. Aún lo conservo. Y no lo cambiaría ni por ningún miserable Fred Perry. Puede que ni por un beso de la flaca, oigan. Y es que el fútbol, señores, es así.
Etiquetas: españa malta maceda santillana señor épica tarifa
04 julio 2010
Mundial 2010: La lengua del éxito. Historia, vértigo, riesgo, envidia, miedo
Historia
- España es la primera campeona de Europa que accede a las semifinales de un mundial desde que lo lograra la Francia de Platini, Luis Fernández, Tigana y Stopyra en México 86. Aquel equipo, que con un fútbol alegre y dinámico dio una lección a Brasil en cuartos, fue apeado por una Alemania tan gris como eficiente. Un clásico.
Vértigo
- Es triste reconocerlo, pero éste fue originado más por el arbitraje del guatemalteco Batres que por aspectos puramente futbolísticos. Aunque hay que decir que el gol de Paraguay estuvo bien anulado y el penalti de Piqué correctamente sancionado (los sudamericanos pedían roja...) me temo que el fuera de juego de la jugada del tanto paraguayo se lo señalaran a Valdez y no a Cardozo, que aunque en fuera de juego posicional, mantuvo una relación indirecta con la jugada.
Tanto da, porque los estridentres errores de Batres no finalizaron ahí, siendo mucho más grave su lectura del reglamento en el penalty provocado por Villa, con el subsiguiente exceso que constituyó la repetición de la pena máxima y el absentismo de juez y auxiliar en el rechace cazado por Cesc. En dos minutos, Paraguay podía haberse quedado con nueve, o bien, con diez y perdiendo, pero acaso con el lío de los videomarcadores Batres se percató de que en el lanzamiento detenido por Casillas habían penetrado en el área hasta cuatro jugadores españoles. Nunca lo sabremos. Como no sabremos si quizá fue más decisivo para la suerte del partido el que nunca se ocupara de poner límites al juego duro de los sudamericanos en el centro del campo, algo particularmente frustrante para las líneas de creación de la selección española.
- Si hubo dos jugadores que, con sólo tocar la pelota, proporcionaban la sensación de que algo grande podía pasar, la certeza de que el partido iba a cambiar, éstos fueron Villa e Iniesta. Lo del asturiano habla del crecimiento de nuestro fútbol, que, por primera vez, presenta un candidato con opciones serias de finalizar como máximo goleador del mundial. También destacó Pedro, que en los pocos minutos de los que dispuso encontró muchos huecos para explotar su electricidad en la desquiciada defensa paraguaya.
Riesgo
- Empieza a preocupar entre crítica y afición el hecho de que Torres no pueda ser relevado antes del minuto 60. Crece la sensación de que se regalan dos tercios de partido, apostando por una recuperación física -y, sobre todo, anímica- que, parece, ya no llegará. Personalmente, tengo la firme convicción de que Torres no será titular en el próximo partido; Del Bosque es muy cuidadoso con los matices, y del delantero del Liverpool sólo ha afirmado que cuenta con él, pero que "no tiene garantizada la titularidad". Aún así, yo tengo mis dudas, porque justamente Alemania es un equipo que le puede ofrecer más huecos, una selección ante la cual el madrileño podría disfrutar de las alternativas de pase largo que le puede ofrecer Xabi Alonso.
Envidia
- Maradona tenía miedo de enfrentarse a España. Y, muy probablemente,
- La opinión española en general, y el cazurro planeta futbolístico en particular, se la tenían jurada a Casillas por tener una novia guapa.
Miedo
- El equipo de Vicente del Bosque ha derribado la muralla de los cuartos en un mundial. Ya decíamos el otro día que no bastaba con haber ganado la Eurocopa, que una Copa del Mundo cuenta con su propio estrés. El sábado, la selección estuvo a punto de sumar una nueva frustración a su historial por culpa de la ansiedad. Por suerte, la calidad de este equipo tiene, por primera vez, un tamaño mayor que el de sus fantasmas.
- Ahora Alemania y España hablan el mismo lenguaje futbolístico, aquel que prioriza el talento y la creatividad sobre la destrucción y los densos entramados defensivos. Derribados los complejos, y con el exitoso antecedente de la final de Viena, unido a la baja de Müller, creo que veremos por fin la mejor cara de la selección española. Será un bonito partido y, pase quien pase, la finalísima contará con un equipo al que el fútbol le deberá un título.
Epílogo
- Historia, vértigo, riesgo, envidia, miedo. Sin estas cosas no hay vida. Como en el amor. Como, supongo, les pasará a Casillas y Carbonero, a quienes, por supuesto, está dedicado este post.
P.S. Es que tampoco sé qué más decir...
Etiquetas: como la vida misma casillas carbonero amor
02 julio 2010
Mundial 2010: ¿¿Favoritos?? Joder...
Holanda 2 - Brasil 1
Inverosímil que el sólido bloque de Dunga se haya dejado sorprender por esa pandilla de medianías que arrastra la histórica camiseta naranja de Holanda. Sobre un terreno de juego en un estado tan lamentable como no se recuerda desde la final del 78, a Holanda le ha sido suficiente con su cortísimo repertorio para desquiciar al once brasileño. ¿Porque qué son los tristes herederos de la Naranja Mecánica sino una gris banda de corifeos al servicio de Robben y Sneijder?
Es el equipo de Países Bajos un conjunto que se limita a explotar las cualidades del jugador del Bayern, un tipo ciertamente habilidoso, pero poco más. Bueno, sí que es algo más; probablemente lo que sea es -gracias a la prensa madrileña- el jugador con el talento más inflado de los últimos tiempos, y eso limitándose a hacer una y otra vez la misma jugada, algo que, en el primer tiempo, supo contrarrestar sin problemas la zaga carioca. Lo de Sneijder es aún más desquiciante; se trata de un excepcional sacador de faltas y un tipo con un notable disparo desde fuera del área. Fin. Holanda, insisto, no tiene nada más (entre otras cosas porque no quiere) y observando las limitaciones mostradas por los tulipanes a lo largo del primer tiempo y el incontestable control ejercido por Brasil sobre el partido, el resultado final se antoja aún más extavagante.
Claro que todo es posible cuando resulta que en un equipo todo, hasta la defensa, son fuegos fatuos. Cuando, a pesar de renunciar a la historia y tradición de la escuela más reconocible y talentosa del orbe futbolístico, un conjunto tan previsible como el dirigido por Van Marwijk es capaz de abrirte un agujero a la primera ocasión por culpa de un infantil error de entendimiento entre zaga y meta. Cuando en el centro de la defensa no se encuentra a nadie que supla al malencarado de Lucio, una especie de Hierro a la brasileña. Cuando ninguno de los líderes son incapaces de afrontar los contratiempos; unos, por su incalificable parsimonia, como Kaká; otros, por el exceso de vueltas con que rápidamente se dejan conducir hacia la ofuscación, caso de Robinho. Y, sobre todo, cuando te empeñas en alinear a un perfecto imbécil como Felipe Melo, artífice principal de la eliminación de la canarinha tras protagonizar la clase de autoexpulsión que te hace tomar partido y desear la victoria del equipo al que pertenezca el pobre diablo víctima de la agresión.
Así está el fútbol en este mundial de Sudáfrica. El primer equipo semifinalista es un cuadro que se limita a esperar la inspiración de una individualidad o a acertar con algún centrito de rosca. Después se hablará de la crisis de la escuela inglesa o de la caducidad de la manera de entender el fútbol de los italianos. Pues yo hubiera preferido a cualquiera de esos dos equipos en semifinales. Al menos, me habrían asegurado un poco de personalidad, de épica, de virilidad, de garra, de Verdad...
Dice muy poco de Brasil, y de Dunga, el no haber encontrado la manera de vencer a los holandeses, pero indirectamente nos debe ayudar a asumir la realidad del actual escenario. Uno donde, definitivamente, sólo existe un equipo que juegue al fútbol como es debido. Y no se trata de hacerlo bonito o feo, sino de ser consecuente con las cualidades de los jugadores que atesora el país. Después de lo visto hoy, ese equipo está obligado a ganar este mundial.
Inverosímil que el sólido bloque de Dunga se haya dejado sorprender por esa pandilla de medianías que arrastra la histórica camiseta naranja de Holanda. Sobre un terreno de juego en un estado tan lamentable como no se recuerda desde la final del 78, a Holanda le ha sido suficiente con su cortísimo repertorio para desquiciar al once brasileño. ¿Porque qué son los tristes herederos de la Naranja Mecánica sino una gris banda de corifeos al servicio de Robben y Sneijder?
Es el equipo de Países Bajos un conjunto que se limita a explotar las cualidades del jugador del Bayern, un tipo ciertamente habilidoso, pero poco más. Bueno, sí que es algo más; probablemente lo que sea es -gracias a la prensa madrileña- el jugador con el talento más inflado de los últimos tiempos, y eso limitándose a hacer una y otra vez la misma jugada, algo que, en el primer tiempo, supo contrarrestar sin problemas la zaga carioca. Lo de Sneijder es aún más desquiciante; se trata de un excepcional sacador de faltas y un tipo con un notable disparo desde fuera del área. Fin. Holanda, insisto, no tiene nada más (entre otras cosas porque no quiere) y observando las limitaciones mostradas por los tulipanes a lo largo del primer tiempo y el incontestable control ejercido por Brasil sobre el partido, el resultado final se antoja aún más extavagante.
Claro que todo es posible cuando resulta que en un equipo todo, hasta la defensa, son fuegos fatuos. Cuando, a pesar de renunciar a la historia y tradición de la escuela más reconocible y talentosa del orbe futbolístico, un conjunto tan previsible como el dirigido por Van Marwijk es capaz de abrirte un agujero a la primera ocasión por culpa de un infantil error de entendimiento entre zaga y meta. Cuando en el centro de la defensa no se encuentra a nadie que supla al malencarado de Lucio, una especie de Hierro a la brasileña. Cuando ninguno de los líderes son incapaces de afrontar los contratiempos; unos, por su incalificable parsimonia, como Kaká; otros, por el exceso de vueltas con que rápidamente se dejan conducir hacia la ofuscación, caso de Robinho. Y, sobre todo, cuando te empeñas en alinear a un perfecto imbécil como Felipe Melo, artífice principal de la eliminación de la canarinha tras protagonizar la clase de autoexpulsión que te hace tomar partido y desear la victoria del equipo al que pertenezca el pobre diablo víctima de la agresión.
Así está el fútbol en este mundial de Sudáfrica. El primer equipo semifinalista es un cuadro que se limita a esperar la inspiración de una individualidad o a acertar con algún centrito de rosca. Después se hablará de la crisis de la escuela inglesa o de la caducidad de la manera de entender el fútbol de los italianos. Pues yo hubiera preferido a cualquiera de esos dos equipos en semifinales. Al menos, me habrían asegurado un poco de personalidad, de épica, de virilidad, de garra, de Verdad...
Dice muy poco de Brasil, y de Dunga, el no haber encontrado la manera de vencer a los holandeses, pero indirectamente nos debe ayudar a asumir la realidad del actual escenario. Uno donde, definitivamente, sólo existe un equipo que juegue al fútbol como es debido. Y no se trata de hacerlo bonito o feo, sino de ser consecuente con las cualidades de los jugadores que atesora el país. Después de lo visto hoy, ese equipo está obligado a ganar este mundial.
Etiquetas: medianías mediocridad farsantes imbécil
01 julio 2010
Mundial 2010: El cambio que todos protestamos
El otro día pedíamos, o exigíamos al equipo un golpe de autoridad. Bueno, de momento ya estamos donde ninguna campeona de Europa, salvo Alemania en el 98, ha logrado llegar en las últimas cinco citas mundialistas. Lo mejor que se puede decir de España es que está trazando la clásica curva ascendente de los equipos que llegan lejos, de los equipos ganadores; es decir, siendo cada vez más sí mismos y ganando con aplastante superioridad, pero sin ira, con delicadeza y magnanimidad; como sucedió con la suave caricia que Xavi regaló a la pelota antes de que ésta alcanzase al desmarcado Villa; un toque que deshabilitaba por pocos centímetros al asturiano para rematar, pero tan sutil que, tapado Xavi por cinco jugadores, fue imposible de percibir para el línea. Pinchando en la imagen, se ve algo más grande y más claro.
Analizado desde el plano anímico, el triunfo ante Portugal es equiparable a la victoria por penaltis ante Italia de hace dos años. Lo lógico hubiera sido cruzarse con Portugal en cuartos y tratar de medir la fortaleza mental del grupo con ese cruce, pero el hecho de jugar contra los de Carlos Queiroz en octavos de final no resta validez al experimento, ya que el combinado luso posee la suficiente entidad, historia y calidad como para erigirse en el tipo de escollo que España no ha sido tradicionalmente capaz de superar. Si nos retrotraemos hasta la clásica frontera de 1986 y del mundial de México, es justamente en esa cita donde podemos encontrar en octavos un rival, Dinamarca, de un peso comparable al de los portugueses. Hablo de equipos a los que se haya conseguido doblegar. Suiza (EEUU 94) y Eire (Corea y Japón 2002) fueron adversarios más o menos dignos, pero con la distancia justa de unos octavos de final. Con los irlandeses se sufrió estúpidamente. Hoy eso no ocurriría.
Hay que tener mucho cuidado con Paraguay, un equipo absolutamente mediocre, pero que, como manda su escuela, saldrá a encerrarse y a dar leña, oxigenado por el hecho de que las tarjetas ya no cuentan de cara a semifinales. Su encuentro con Japón fue el peor de lo que llevamos de mundial. Y mira que ha habido partidos malos. Tenían que pasar ellos, claro, después de un empate, a cero por supuesto, y los penaltis. Recuerden, además, como los paraguayos, comandados por Chilavert, Gamarra y Ayala, un dechado de espectáculo y dotes futbolísticas, nos amargaron el mundial de Francia 98 (no, no fue la mano de Zubi con Nigeria; la derrota del primer partido tenía remedio ganando el segundo, igual que esta vez ha podido solucionarse el contratiempo de Suiza) merced a un autobús de los que se quedan grabados a fuego en la memoria.
No debe ser problema ganar a los sudamericanos, aunque será un partido sufrido. Antes del 16 de junio, sabíamos que había equipo, pero no teníamos muy claro que hubiera alternativas. Se demostró que España disponía de Plan B y Plan C con Honduras y con Chile. Ahora, además, estamos seguros de que tenemos entrenador. Del Bosque ha pasado de ser el-hombre-prudente-que-sabe-gestionar-el-legado-de-Luis-Aragonés-sin-tocar-lo-que-ya-funciona, a ganarse el respeto definitivo de crítica y público para sí mismo, gracias al incomprendido cambio de Llorente por Torres. Esperábamos lo previsible, lo lógico, lo natural: la entrada de Cesc. Renunciar al cerebro del Arsenal pareció poco menos que un suicidio, pero en dos minutos el larguirucho delantero riojano había cambiado el partido con su mera presencia, incrustado de palomero entre los dos centrales, controlando magistralmente la bola para esperar y pasar a Xavi, Iniesta y Villa, que venían como kamikazes desde atrás. La defensa portuguesa ya se había vuelto loca, por otra parte, persiguiendo a Fernando Torres, escorado hacia la derecha, y a veces hacia la izquierda, como en la jugada calcada a la del gol de Villa ante Honduras, que estuvo a punto de abrir el marcador. El Guaje, por su parte, había abierto el campo por el lado izquierdo, a costa ambos de dejar al equipo sin nueve, pero ocasionar un desconcierto mayúsculo en una zaga que se vio definitivamente apuntillada con la entrada del jugador del Athletic de Bilbao.
Tiene mucho mérito lograr un gol ante un equipo que llevaba 870 minutos sin ver perforada su portería, algo que debería haber sucedido antes de no mediar la excelente actuación de Eduardo.
Tenemos equipo, tenemos alternativas, tenemos entrenador, tenemos liderazgo, un liderazgo moral, cuando la tocan los tres bajitos, y tenemos una nueva figura mundial. Villa se está comiendo el torneo, accediendo a toda clase de posiciones de remate, sorprendiendo desde lejos, desde cerca, mareando con sus continuas diagonales, ofreciendo alternativas de pase... Su tirazo a la escuadra apenas pudo ser repelido por el inspiradísimo meta portugués. Hubiera sido un justo premio para un hombre que, de contar con un mínimo de fortuna, puede llegar a convertirse en el primer pichichi español de la historia de los mundiales. Y justicia con Torres. No ha parado de crecer.
Ojo con Paraguay. Y si pasamos, lo que venga luego será muy complicado, ya se trate de Argentina o de Alemania. Argentina anda desestructurada, sin táctica y con una defensa floja; Messi ejerce de Di Stefano y, eso sí, tienen ahí a Verón estorbando, lo cual siempre es una buena noticia. Alemania se encuentra segura de sí misma, orgullosa de mirarse al espejo y verse más guapa que nunca, pero a un equipo con tendencia al tembleque como el nuestro, quizá le vendría bien enfrentarse a aquel ante el que consiguió su primer título en cuarenta y cuatro años. Más, teniendo en cuenta que el sistema español es una referencia para Löw, que es la nuestra la escuadra referencial. Paciencia. Ya queda menos.
Analizado desde el plano anímico, el triunfo ante Portugal es equiparable a la victoria por penaltis ante Italia de hace dos años. Lo lógico hubiera sido cruzarse con Portugal en cuartos y tratar de medir la fortaleza mental del grupo con ese cruce, pero el hecho de jugar contra los de Carlos Queiroz en octavos de final no resta validez al experimento, ya que el combinado luso posee la suficiente entidad, historia y calidad como para erigirse en el tipo de escollo que España no ha sido tradicionalmente capaz de superar. Si nos retrotraemos hasta la clásica frontera de 1986 y del mundial de México, es justamente en esa cita donde podemos encontrar en octavos un rival, Dinamarca, de un peso comparable al de los portugueses. Hablo de equipos a los que se haya conseguido doblegar. Suiza (EEUU 94) y Eire (Corea y Japón 2002) fueron adversarios más o menos dignos, pero con la distancia justa de unos octavos de final. Con los irlandeses se sufrió estúpidamente. Hoy eso no ocurriría.
Hay que tener mucho cuidado con Paraguay, un equipo absolutamente mediocre, pero que, como manda su escuela, saldrá a encerrarse y a dar leña, oxigenado por el hecho de que las tarjetas ya no cuentan de cara a semifinales. Su encuentro con Japón fue el peor de lo que llevamos de mundial. Y mira que ha habido partidos malos. Tenían que pasar ellos, claro, después de un empate, a cero por supuesto, y los penaltis. Recuerden, además, como los paraguayos, comandados por Chilavert, Gamarra y Ayala, un dechado de espectáculo y dotes futbolísticas, nos amargaron el mundial de Francia 98 (no, no fue la mano de Zubi con Nigeria; la derrota del primer partido tenía remedio ganando el segundo, igual que esta vez ha podido solucionarse el contratiempo de Suiza) merced a un autobús de los que se quedan grabados a fuego en la memoria.
No debe ser problema ganar a los sudamericanos, aunque será un partido sufrido. Antes del 16 de junio, sabíamos que había equipo, pero no teníamos muy claro que hubiera alternativas. Se demostró que España disponía de Plan B y Plan C con Honduras y con Chile. Ahora, además, estamos seguros de que tenemos entrenador. Del Bosque ha pasado de ser el-hombre-prudente-que-sabe-gestionar-el-legado-de-Luis-Aragonés-sin-tocar-lo-que-ya-funciona, a ganarse el respeto definitivo de crítica y público para sí mismo, gracias al incomprendido cambio de Llorente por Torres. Esperábamos lo previsible, lo lógico, lo natural: la entrada de Cesc. Renunciar al cerebro del Arsenal pareció poco menos que un suicidio, pero en dos minutos el larguirucho delantero riojano había cambiado el partido con su mera presencia, incrustado de palomero entre los dos centrales, controlando magistralmente la bola para esperar y pasar a Xavi, Iniesta y Villa, que venían como kamikazes desde atrás. La defensa portuguesa ya se había vuelto loca, por otra parte, persiguiendo a Fernando Torres, escorado hacia la derecha, y a veces hacia la izquierda, como en la jugada calcada a la del gol de Villa ante Honduras, que estuvo a punto de abrir el marcador. El Guaje, por su parte, había abierto el campo por el lado izquierdo, a costa ambos de dejar al equipo sin nueve, pero ocasionar un desconcierto mayúsculo en una zaga que se vio definitivamente apuntillada con la entrada del jugador del Athletic de Bilbao.
Tiene mucho mérito lograr un gol ante un equipo que llevaba 870 minutos sin ver perforada su portería, algo que debería haber sucedido antes de no mediar la excelente actuación de Eduardo.
Tenemos equipo, tenemos alternativas, tenemos entrenador, tenemos liderazgo, un liderazgo moral, cuando la tocan los tres bajitos, y tenemos una nueva figura mundial. Villa se está comiendo el torneo, accediendo a toda clase de posiciones de remate, sorprendiendo desde lejos, desde cerca, mareando con sus continuas diagonales, ofreciendo alternativas de pase... Su tirazo a la escuadra apenas pudo ser repelido por el inspiradísimo meta portugués. Hubiera sido un justo premio para un hombre que, de contar con un mínimo de fortuna, puede llegar a convertirse en el primer pichichi español de la historia de los mundiales. Y justicia con Torres. No ha parado de crecer.
Ojo con Paraguay. Y si pasamos, lo que venga luego será muy complicado, ya se trate de Argentina o de Alemania. Argentina anda desestructurada, sin táctica y con una defensa floja; Messi ejerce de Di Stefano y, eso sí, tienen ahí a Verón estorbando, lo cual siempre es una buena noticia. Alemania se encuentra segura de sí misma, orgullosa de mirarse al espejo y verse más guapa que nunca, pero a un equipo con tendencia al tembleque como el nuestro, quizá le vendría bien enfrentarse a aquel ante el que consiguió su primer título en cuarenta y cuatro años. Más, teniendo en cuenta que el sistema español es una referencia para Löw, que es la nuestra la escuadra referencial. Paciencia. Ya queda menos.
Etiquetas: Llorente del bosque ganar chilavert autobus