Mundial 2010: Esperando un golpe de autoridad
Siempre que se sortea el calendario de la fase final de un mundial, estoy atento a que a España no le toque jugar la última. Este hecho fue decisivo en Italia 90, donde a la ternura del grupo se unió un repentino mal rollo con la prensa. La espera para el debut, nada menos que seis días, debe ser insoportable y, creo, acrecienta el lastre de la responsabilidad. Estoy seguro de que el resultado con Suiza habría sido otro de jugarse ese partido la segunda o tercera jornada, pero la historia no se puede cambiar, ni tampoco el tembleque que nos continúa produciendo el recuerdo del desafortunado estreno.
¿Y por qué los titubeos? Es sencillo. Creíamos superados nuestros fantasmas con el triunfo en el Europeo, pero los únicos miedos que se abortaron en ese torneo fueron, justamente, los del propio campeonato, no los de un mundial. España cuenta para la Copa del Mundo con una colección de traumas específica, y ésta ni se desinflará, ni mucho menos se extinguirá, si no es mediante la superación de rondas y la llegada, como mínimo, a semifinales.
La historia demuestra, por otro lado, que la campeona de Europa no necesariamente llega lejos en el Mundial al que, si se clasifica, ha de comparecer dos años más tarde. Grecia y Dinamarca no lo lograron para las ediciones de Alemania 06 y EEUU 94, respectivamente. En 2002, Francia, que además defendía el título mundial, no pasó de primera ronda; la Holanda de Van Basten, Gullit y Rijkaard se quedó en octavos en Italia 90, ronda que sí superó Alemania en Francia 98 para caer en cuartos (tampoco es mucho) ante Croacia.
Hay que remontarse a 1986 (tercer puesto de Francia) y 1982 (doblete de Italia) para encontrar correspondencia entre el destino de un campeón de Europa en la Copa FIFA.
La derrota ante Suiza ha ocasionado dudas entre la afición y la crítica. Es posible que no precisamente a técnico y jugadores, pero a esto seguimos sin estar acostumbrados y tendemos a no creérnoslo. Sin esas dudas, España no debería tener rival en Portugal. Sólo nuestra mala cabeza puede ponernos en un pequeño aprieto ante el equipo del país vecino, por más que sea éste el duelo más igualado de los octavos de final.
A mí el cruce me recuerda bastante al que sufrimos con Yugoslavia hace veinte años, también en octavos. O al partido con Bélgica del mundial de México. En ambos casos, España partía como favorita, aunque consciente de que la empresa no sería fácil.
Hoy, más que nunca, el futuro de la selección depende de la fortaleza anímica de los jugadores, ya que Portugal no resiste la comparación con el bloque de Vicente del Bosque. Yo no sé cómo están los jugadores ni lo que pasa por sus cabezas, así que no tengo pronóstico para este partido. Puede pasar cualquier cosa. Eso sí, más allá de la recuperación de un cierto estilo de juego, dudo que el equipo pase si no hace valer su autoridad. Es lo que han hecho el resto de las favoritas. Ni más ni menos.
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